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Harto de ser lo que se espera, harto de hilar para sentirme inteligente... 
Escrito por Yosi_ el jueves, 5 de julio de 2007

Parece que la situación tenía que salir por algún sitio. El absurdo que como de costumbre arrastra a las masas entre mentiras y alarmismos rancios necesitaba con urgencia de una respuesta contundente, lo que en términos políticos equivale a salirse por la tangente, ya que al parecer hasta el argumento mas razonable cae rendido frente a la repetición de los tópicos manidos de siempre. Que por cierto, cabe preguntarse si el problema de debilidad estructural se sitúa en los "brillantes" oradores, en la enorme destreza intelectual de la audiencia, o tal vez esté como de costumbre tambaleándose indecisa entre tanta ineptitud.




Da igual, y lo más triste es que hasta el momento este texto es totalmente atemporal. Podría estar hablando de casi cualquier acontecimiento de masas donde todo se reduce a la explotación de slogans y panfletos simplistas. Pero hoy vengo a hablar de la limosna del presidente. De verdad que me sorprende una salida del tiesto de semejantes características y hay que reconocer la originalidad teniendo en cuenta los temas de conversación y batalla habituales de la clase política. Hablo del hecho de que Zapatero, cual anciano y entrañable abuelo de familia numerosa se haya sacado de su vieja chaqueta de pana una propina para todo aquel que tenga la deferencia patriótica de tener descendencia. Algo que yo hasta hoy consideraba una decisión de enorme gravedad y trascendencia va a verse condicionado, según nuestro eficaz gobierno, por una prima de 2500€ por cabeza traída al mundo.



No puedo evitar echarme a temblar, en caso de que eso sea cierto, al pensar en el tipo de persona cuya balanza se inclina en uno u otro sentido a la hora de sopesar la maternidad (o paternidad) en función de una suma de dinero que ni siquiera cubre los gastos de un trimestre de una familia media. Porque podría llegar a entender que la dificultad de asumir la manutención que una criatura requiere resultara un fuerte condicionante, y que el hecho de encontrar un mecenas dispuesto a sufragar la broma marcase realmente la diferencia. Pero no, no se da el caso, esa miseria no le puede dar seguridad a nadie con dos dedos de frente. Y yo me niego a creer que haya gente así, quiero pensar que a pesar del enorme fracaso educativo de los últimos tiempos que podría suscitar desconfianza y sugerir una dejadez esperpéntica de las responsabilidades pedagógicas parentales, las personas al menos en ese aspecto aún tratan de hacer las cosas bien, motivadas por sentimientos mas nobles que un miserable puñado de monedas.



Siento ser malpensado, pero la única conclusión lógica a la que puedo llegar es que esto haya sido una maniobra de distracción de los temas que escuecen al ejecutivo (como suele pasar cuando se presta oidos a palabras necias). Supongo que habrá quien diga que "menos da una piedra" y que más vale encontrarse con eso que con nada. Puede ser, no lo sé, yo siempre creí que de nada sirve ir por la vida regalando peces a quien tiene hambre, que lo que realmente puede solucionar las cosas es enseñar a esa gente a pescar. Soluciones reales, a largo plazo, no limosnas a destiempo, sin razón, sin fundamento, y sin proporción de ningún tipo (porque al margen de la inutilidad de la medida, no deja de ser paradójico que se dedique la misma cantidad de euros a una familia de multimillonarios que a quien no llega a fin de mes).



De nada sirve maquillar lo triste de la situación con amagos de política social mientras por debajo de la mesa se pacta con el empresario en detrimento de todos los demás, mientras se alega como motivo de alegría que ha subido la economía cuando lo único que ello implica es que el Banco de Santander ha crecido en bolsa (lo cual a su vez quiere decir que hay mas millones de "pringaos" dejándose la vida en una hipoteca, por cierto). Porque repartir donativos a estas alturas mientras el salario mínimo permanece muy por debajo del precio de alquiler de una vivienda en cualquier ciudad de tamaño medio es, aparte de inútil, muy indigno. Ya está bien de actuar de cara a la galería, de llamar democracia a una sucesión de campañas de marketing, ya está bien de mostrar de forma tan desvergonzadamente evidente que es mucho más importante tener el poder atado y bien atado que solucionar los problemas del pueblo. Porque ya que es imposible pedir honestidad, honradez o altruismo, al menos podríamos exigir que no nos tomen por tontos a la puta cara.

Escrito por Yosi_ el lunes, 18 de junio de 2007

Aprovechando que estoy en mi propio blog y escribo lo que me sale del alma, me atrevo con un tema que posiblemente en otro lugar me costaría una caída dramática del karma, un linchamiento público o, hablando de la calle, incluso algún tipo de enfrentamiento físico. Por supuesto hablo del acontecimiento del día, de la semana, del año. Del acontecimiento que mueve el ocio de un tanto por ciento monstruoso y absurdo (por homogéneo) de la sociedad española. Supongo que a estas alturas cada persona que lea esto tendrá en la cabeza preparado el "y tu más" con el opio popular de turno, que haberlos haylos muchos y variados, nadie lo niega, aunque creo ser objetivo si aseguro que pocos provocan en las masas un comportamiento tan irracional, tan provocativo y tan peligroso.



Ahora mismo, como al final de cualquier campeonato de liga que termine con la victoria de uno de los grandes, media España está de fiesta mientras la otra media está de luto. Eso tampoco tiene demasiado de novedoso, porque en el pais de mentalidad binaria en el que vivimos eso pasa casi en cualquier acontecimiento público.



Quizás un hecho relevante en este caso sea que gran parte de los que están de celebraciones, lo están a sabiendas y a causa de la profunda tristeza de los otros, y viceversa. La competitividad deportiva no tiene nada de malo, por supuesto que no, y puedo llegar a ver bastante natural que a modo de juego cada uno se posicione en uno de los posibles bandos de la contienda en función de cercanía geográfica, simpatías, preferencias crómaticas, etc... y disfrute de la victoria de "los suyos" lanzando pequeñas puyas hacia el bando rival. También puedo comprender que el oponente vencido se encuentre de mal humor, picado a causa del pequeño fracaso de sus preferidos. Lo que desde luego no me cabe en la cabeza es que alguien siga un deporte disfrutando de los fracasos de alguno de los participantes. No se, y me gustaría saber, que tipo de frustración lleva a una persona a recrearse en la desgracia (porque se interpreta como una verdadera desgracia personal) de quien en su vida le causó daño alguno, de alguien que ni siquiera conoce, teniendo como único motivo de odio el haber elegido un equipo distinto.




Hasta aquí solamente hemos hablado de los extraños efectos psicólogicos que tiene el fútbol sobre el personal, que pueden resultar curiosos, incomprensibles desde mi punto de vista, pero en cualquier caso inofensivos y respetables. Pero como todos sabemos para un sector importante de la población la cosa no queda ahí. Y no digo importante por número, claramente minoritario, sino por efectos. Porque si bien los ganadores raramente crean mas problemas que algún pequeño destrozo en el mobiliario urbano, los sufridos derrotados ni mucho menos se conforman con irse a su casa a esconder su desgracia (porque lo es, por si alguien no lo cree o lo duda), sino que deciden dar rienda suelta a esa agresividad contenida que, unos mas que otros, todos llevamos dentro después de una semana bien jodida y otra peor que se avecina, pagándolo a base de violencia física con quien menos tenga que ver con la debacle. Y en este punto ya empiezan a aflorar las enseñas políticas de un color u otro como disculpa ideólogica a los despropósitos que se avecinan.



Quizás lo más triste de todo esto es que apenas produce alarma social. Se asume como algo "normal", hoy por ti mañana por mi, tratando de disimular la salvajada de la mejor forma posible y echando tierra sobre el asunto. Porque al fin y al cabo es posible que De Juana Chaos esté recorriendo las calles en ese preciso momento, y a pesar de su reciente condición de peso mosca supone un peligro mucho mayor para la integridad física de los ciudadanos que un grupo de cientos de jovenes musculados, violentos y absolutamente embrutecidos a la caza de alguien que lleve la camiseta de un color diferente, cosa que desde varios días antes es previsible y que de hecho se espolea con gran irresponsabilidad desde todos los medios de comunicación públicos y privados.



Esta es la historia, en la que casi siempre pagan justos por pecadores, como en casi todas las facetas de la vida. Pero tal vez los inocentes también tengan que reflexionar sobre lo que produce una pasión tan desmedida, irracional y fuera de control como es este deporte, y plantearse lo que ocurre en situaciones como esta cuando la gente razonable no hace nada por cambiarlas. Igual hay que renunciar a los gritos enardecidos del fondo del estadio, a un puñado de audiencia o a la venta de unas cuantas entradas, pero este falso drama debería convertirse cuanto antes en una diversión sana sin más pretensiones, no seguir siendo una distorsión de las verdaderas preocupaciones de la vida, un focalizador de la atención pública, una desgracia a nivel personal o un agravante para odiar aún más a quienes viven a nuestro alrededor. Que no hace falta, para eso (desgraciadamente) ya nos sobran los motivos.

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