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Harto de ser lo que se espera, harto de hilar para sentirme inteligente... 
Escrito por Yosi_ el viernes, 20 de julio de 2007




Al parecer la libertad de expresión vuelve a brillar por su ausencia. Según leemos en 20minutos la Fiscalía General del Estado ha ordenado la retirada de la revista "El Jueves" de los puntos de venta y ha prohibido la difusión de la misma. Para colmo del absurdo ha actuado de oficio, sin que ni siquiera haya sido necesaria la intervención de la Casa Real. El delito del que se acusa a los autores de la portada es el de "injurias a la Corona", que como su propio nombre indica solo se puede cometer contra un miembro de la realeza (brillante perla de nuestro código penal, igualitario donde los haya). La situación es tan vergonzosa e inadmisible que poco cabe decir, salvo dar todo el apoyo a los acusados y por supuesto colaborar en la difusión del objeto de censura, a ver si entre todos conseguimos que sea la portada mas vista de la historia de "El Jueves".

Escrito por Yosi_ el jueves, 12 de julio de 2007

Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compacdiscs y abrelatas eléctricos. Elige la salud: colesterol bajo y seguros dentales, elige pagar hipotecas a intéres fijo, elige un piso piloto, elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolage y pregúntate quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el puto sofa a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoistas y hechos polvo que has engendrado para reeemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida.



Pero, ¿por qué iba a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida.



Yo elegí otra cosa, y las razones… No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?


Es inevitable empezar a hablar de este tema con el monólogo que da comienzo a la película Trainspotting. Es posible que no sea especialmente brillante, al fin y al cabo forma parte de la tópica crítica al estilo de vida occidental que se puede leer en cualquier panfleto antisistema. Y aunque es cierto que el hecho de repetir hasta la saciedad una evidencia no la hace menos cierta, en este caso creo que habría que ir más allá. Meterse en la piel del protagonista de la historia y repetir esas palabras, siendo conscientes de la subjetividad que envuelve la situación. Y ahí ya no importa demasiado cuál sea la verdad objetiva, si se trata de un discurso interesado y parcial o de una realidad social. Da lo mismo, porque el pensamiento cobra vida en el punto en el que alguien empatiza con esa triste forma de ver el mundo y actúa según sus directrices.



Seguramente lo fácil será creer que el problema de las drogas consiste en una elección desafortunada que cualquiera en un momento dado podría no haber hecho. Y sin embargo yo no creo que sea así, porque no veo las drogas como un problema en sí mismo, sino como una consecuencia. La consecuencia directa de sentir que la alternativa es elegir una hipoteca, un coche, o un traje de marca. O en todo caso una vida monótona que perfectamente puede consistir en desperdiciar cinco días a la semana pensando en el sexto, para pasar el séptimo lamentando todos los anteriores, repitiendo ese ciclo hasta la saciedad entre lugares insulsos y gente distante y vacía, más por actitud que por condición.




Desde luego que ante ese panorama la campaña (o sucesión de las mismas) institucional que exige que todos digamos "NO" pierde fuerza de forma drástica. Porque la pregunta lógica que surge a continuación es la razón por la cuál debemos decir que no, que realmente después de pasar media vida sumidos en la apatía que el sistema neoliberal impone, no es necesario evadirse artificialmente para sentirse bien. A tope, dicen, sin drogas. A tope en un local con sonidos a un nivel que de ninguna forma permite siquiera entablar una conversación, y rodeados de gente que el resto del tiempo ignoramos de forma persistente pero que en ese momento, ubicados en el ambiente prefabricado al efecto, debemos sentir cercanos, transformarlos de feroces competidores a compañeros de festejos, de juegos sexuales y de lo que se tercie, porque mientras suene la música tenemos que relacionarnos. Algo así como en el juego de las sillas. Y todo esto, según los expertos en la materia, se debe hacer de forma natural, sin factores químicos externos, trastornos bipolares, ni ninguna otra ayuda que pueda trampear el asunto y hacerlo un poco más fácil.



Y el método para convencernos de todo esto está en afirmar que las drogas son el camino de la perdición, que la única información que necesitamos al respecto es que, al margen de que te hagan sentir de puta madre durante unos momentos (y últimamente hasta esto se niega), son malísimas. Y sin más deberíamos renunciar a ellas, salvando de la quema, eso sí, a todas aquellas sustancias que forman parte de la economía básica del imperio, y que por tanto hay que mantener dentro de un cierto nivel de prestigio.



Eso sí, la renuncia no incluye buscar otras formas de vida, en absoluto. El mérito precisamente consiste en tragarse 8 horas al día en un trabajo que no te motiva lo más mínimo para llegar a fin de mes con la holgura suficiente que te permita además de sobrevivir adquirir una serie de necesidades creadas que lejos de satisfacer necesidad alguna solamente contribuyen a crear las siguientes de la lista, asistir al mismo local debidamente acondicionado para el aturdimiento y la incomunicación al que asiste todo el mundo, y así todo pasárselo como los indios tomando sólo cocacolas (recordad, la bebida de la generación que sabe divertirse, la que no necesita beber para olvidar su hipoteca a 50 años o su contrato basura en la ETT de turno).



Y claro, después resulta que la cosa no funciona, la campaña en busca de sufridos y sobrios heroes de discoteca fracasa estrepitosamente, las estadísticas empeoran a un ritmo estremecedor porque aqui se coloca hasta el gato, y los mandamases encargados de hacer publicidad absurda se rasgan las vestiduras y se sorprenden de que repetir una y otra vez que esa sustancia que te ayuda durante unos instantes a ser feliz de la forma en la que nos han negado el derecho a serlo durante el resto de nuestra vida, es lo que nos perjudica enormemente.



Si, las drogas son muy malas, a mi tampoco me cabe duda, pero no deja de ser paradójico que eso nos lo cuenten los que han construido y trabajan en sostener un sistema que las hace preferibles a la realidad cotidiana. No pretendo hacer una apología de nada, pero quizás habría que plantearse qué es lo que mata mas rápido, no sólo en sentido literal. Y no por elegir una u otra cosa, sino para saber que es lo que merece más prioridad a la hora de ser eliminado cuanto antes de esta sociedad. Porque además es de prever que una vez eliminadas las causas, inmediatamente cesarían los efectos. Pero claro, eso ya es pasarse del límite establecido, cruzar la línea donde defender lo políticamente correcto empieza a no ser rentable, porque lo primero es lo primero, y el tema que nos ocupa al fin y al cabo solo un daño colateral. Basta con fingir que se intenta solucionar para que la cuestión surta efecto, nadie pide que esto se lleve hasta las últimas consecuencias.

Escrito por Yosi_ el jueves, 5 de julio de 2007

Parece que la situación tenía que salir por algún sitio. El absurdo que como de costumbre arrastra a las masas entre mentiras y alarmismos rancios necesitaba con urgencia de una respuesta contundente, lo que en términos políticos equivale a salirse por la tangente, ya que al parecer hasta el argumento mas razonable cae rendido frente a la repetición de los tópicos manidos de siempre. Que por cierto, cabe preguntarse si el problema de debilidad estructural se sitúa en los "brillantes" oradores, en la enorme destreza intelectual de la audiencia, o tal vez esté como de costumbre tambaleándose indecisa entre tanta ineptitud.




Da igual, y lo más triste es que hasta el momento este texto es totalmente atemporal. Podría estar hablando de casi cualquier acontecimiento de masas donde todo se reduce a la explotación de slogans y panfletos simplistas. Pero hoy vengo a hablar de la limosna del presidente. De verdad que me sorprende una salida del tiesto de semejantes características y hay que reconocer la originalidad teniendo en cuenta los temas de conversación y batalla habituales de la clase política. Hablo del hecho de que Zapatero, cual anciano y entrañable abuelo de familia numerosa se haya sacado de su vieja chaqueta de pana una propina para todo aquel que tenga la deferencia patriótica de tener descendencia. Algo que yo hasta hoy consideraba una decisión de enorme gravedad y trascendencia va a verse condicionado, según nuestro eficaz gobierno, por una prima de 2500€ por cabeza traída al mundo.



No puedo evitar echarme a temblar, en caso de que eso sea cierto, al pensar en el tipo de persona cuya balanza se inclina en uno u otro sentido a la hora de sopesar la maternidad (o paternidad) en función de una suma de dinero que ni siquiera cubre los gastos de un trimestre de una familia media. Porque podría llegar a entender que la dificultad de asumir la manutención que una criatura requiere resultara un fuerte condicionante, y que el hecho de encontrar un mecenas dispuesto a sufragar la broma marcase realmente la diferencia. Pero no, no se da el caso, esa miseria no le puede dar seguridad a nadie con dos dedos de frente. Y yo me niego a creer que haya gente así, quiero pensar que a pesar del enorme fracaso educativo de los últimos tiempos que podría suscitar desconfianza y sugerir una dejadez esperpéntica de las responsabilidades pedagógicas parentales, las personas al menos en ese aspecto aún tratan de hacer las cosas bien, motivadas por sentimientos mas nobles que un miserable puñado de monedas.



Siento ser malpensado, pero la única conclusión lógica a la que puedo llegar es que esto haya sido una maniobra de distracción de los temas que escuecen al ejecutivo (como suele pasar cuando se presta oidos a palabras necias). Supongo que habrá quien diga que "menos da una piedra" y que más vale encontrarse con eso que con nada. Puede ser, no lo sé, yo siempre creí que de nada sirve ir por la vida regalando peces a quien tiene hambre, que lo que realmente puede solucionar las cosas es enseñar a esa gente a pescar. Soluciones reales, a largo plazo, no limosnas a destiempo, sin razón, sin fundamento, y sin proporción de ningún tipo (porque al margen de la inutilidad de la medida, no deja de ser paradójico que se dedique la misma cantidad de euros a una familia de multimillonarios que a quien no llega a fin de mes).



De nada sirve maquillar lo triste de la situación con amagos de política social mientras por debajo de la mesa se pacta con el empresario en detrimento de todos los demás, mientras se alega como motivo de alegría que ha subido la economía cuando lo único que ello implica es que el Banco de Santander ha crecido en bolsa (lo cual a su vez quiere decir que hay mas millones de "pringaos" dejándose la vida en una hipoteca, por cierto). Porque repartir donativos a estas alturas mientras el salario mínimo permanece muy por debajo del precio de alquiler de una vivienda en cualquier ciudad de tamaño medio es, aparte de inútil, muy indigno. Ya está bien de actuar de cara a la galería, de llamar democracia a una sucesión de campañas de marketing, ya está bien de mostrar de forma tan desvergonzadamente evidente que es mucho más importante tener el poder atado y bien atado que solucionar los problemas del pueblo. Porque ya que es imposible pedir honestidad, honradez o altruismo, al menos podríamos exigir que no nos tomen por tontos a la puta cara.