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Escrito por Cronos el viernes, 7 de diciembre de 2007

Sí. Bien como contraposición a "mal". En realidad nos gustaría hablar de ambas palabras a la vez, y obviamente en su sentido, como sustantivo, más conceptual e inmaterial.




Vamos, que no nos referimos a "bien" como sinónimo de posesión material, sino al concepto abstracto de bien.



Ésta es una de esas palabras que, de manoseada que está, acaba por perder todo sentido. Y más cuando se habla del "bien", o del mal, como un valor absoluto. De hecho, si la hemos escogido ha sido por lo sumamente irónico que es su uso.



Nos intentan hacer creer que se puede definir el bien. Que se podía asociar el "bien" a determinadas conductas, y el "mal", por lo tanto, a las contrarias. Quien roba, actúa "mal". Quien usa la violencia actúa "mal". Quien no lo hace actúa "bien". De algún modo, a través de la moral (Según la RAE: Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.), se pretende delimitar que conductas humanas son "bondadosas", y cuales son "maliciosas". De algún modo se transmite que el bien y el mal son absolutos y definibles a través de reglas morales que determinan qué conductas pertenecen al ámbito del "bien", y cuáles al del "mal".



Y uno, desde la racionalidad, no puede hacer más que negar tal posibilidad. La realidad es demasiado compleja como para poder determinar el "bien" o el "mal" desde una perspectiva absoluta y basada en reglas sencillas.



Un ejemplo: La puntualidad es, según la moral, "buena", y, por lo tanto, la impuntualidad es "mala". ¿Qué sucede si llegas tarde a una cita por pararte a ayudar a alguien que lo necesitaba? ¿Es tu comportamiento "bueno" o "malo"? Imposible de responder sin conocer el caso concreto, el perjuicio causado a quien te espera, y el beneficio obtenido por quien recibe tu ayuda. Y por lo tanto, inútil el esfuerzo de basar en reglas preestablecidas la bondad o maldad de las conductas.



En ese sentido la asociación de conductas al "bien" o al "mal", a la incorrección e incorrección del acto jamás puede ser realizada de manera apriorística, ni mucho menos genérica.




Matar es "malo", pero acabar con la vida de una persona al evitar que esta misma persona acabe con otra vida ¿es malo? La circunstancia es siempre demasiado compleja, y mucho más determiante a la hora de inclinar la balanza hacia la bondad o maldad de un acto que cualquier planteamiento previo.



Lo más curioso del asunto, y el motivo fundamental por el que escogimos esta palabra, es que sí creemos que existe un concepto universal de "bien" y "mal", que está implícito ya no solo en la misma estructura de nuestro pensamiento, sino tambien en la fisiología de todo ser vivo, y por lo tanto, dotado de la capacidad de percibir su entorno y adaptarse a él. Todo ser vivo, para poder valorar su entorno y beneficiarse de él, o evitar condiciones negativas para su supervivencia necesita de los conceptos de "bien" y "mal", y esos conceptos están inmersos en su (nuestro) funcionamiento más básico. Cada ser vivo necesita conocer qué condiciones de su entorno se corresponden con "algo que le beneficia" y qué condiciones se corresponden con "algo que le perjudica". Sin esos conceptos, simplemente, la reacción ante los estímulos externos no sería posible, y por supuesto, tampoco sería posible uno de los procesos más propios de la vida: El aprendizaje, que no es más que la habilidad para adaptarse correctamente a los estímulos externos al individuo.



Ni que decir tiene que esta definición de "bien" no sirve para establecer reglas morales. Aunque sí sirve para aportar un cierto principio ético. Creemos que una acción es más correcta a nivel ético cuanto mas beneficio genera, y más incorrecta cuanto más perjuicio genera.



Por supuesto, esta definición de bien y mal niega la posibilidad de la simplificación de las reglas morales, lo cual puede ser apreciado como una forma de relativizar todo juicio. Nada más lejos de la realidad. Este planteamiento sí es absoluto, o se aproxima a serlo, puesto que habria que disertar, y mucho, sobre el concepto de beneficio y perjuicio. Son las distintas morales las que obligan a la relativización al estar basada en criterios cuando menos arbitrarios (tradicion, religion). El único criterio que podríamos considerar válido para establecer reglas morales es la razón, y es la propia razón la que, creemos, desaconseja juzgar una conducta "per se", sin detenerse a analizar las motivaciones y las consecuencias de la conducta en cada caso.



Frente a las posiciones moralistas, proponemos cuestionamientos éticos. Frente al "bien" y el "mal" preestablecidos mediante un conjunto de reglas, proponemos que se mida el beneficio/perjuicio generados por cada acción al detalle, deteniéndonos en lo sucedido y no en prejuicios sobre lo sucedido.



Creemos que la generación de reglas absolutas sobre conceptos netamente relativos o subjetivos, como la religion o la tradicion, es un error, y que coarta la capacidad de cada individuo de discernir el grado bondad o maldad de sus propias acciones y las de sus semejantes.




Sustituir el sentido ético por una serie de lineas rojas que no deben ser traspasadas no es mas que expropiar al ser humano de su propia responsabilidad, además de despojarlo de todo sentido autocrítico. Creemos que es nuestra responsabilidad ser capaces de juzgar nuestros propios actos y sus consecuencias, y el establecimiento de reglas morales lo impide, al sentar un juicio previo y sobre conjeturas realizado por otros en lugar del juicio concreto y sobre hechos realizado por uno mismo.



La bondad no puede consistir en cumplir con una serie de reglas sin cuestionarse nada más. Más bien creemos que consiste en cuestionarse continuamente a uno mismo, y en cuestionar continuamente los actos propios, y ser responsable de sus consecuencias.