Escrito por Torres el viernes, 2 de mayo de 2008
Lleva años ya fraguándose este plan y aún es difícil hacerse una idea clara de lo que significa y supone para el funcionamiento de la universidad. Esta ignorancia está originada por un lado por la falta de información oficial y de transparencia con que se está llevando a cabo y por el otro por la recepción de información crítica de un carácter claramente tendencioso. En esta ambigüedad es donde uno se topa con la dificultad de apreciar claramente las consecuencias de los pasos adelante en un camino que ya viene trazado. Con los límites de la información accesible y de mi conocimiento se puede hacer una reseña sobre las medidas que va arrastrando consigo y los puntos que están en la agenda del tema en cuestión:
*La transformación de las titulaciones en grados y postgrados. De esta manera desaparecen las diplomaturas y licenciaturas en favor del grado, que consta de un primer ciclo de 3- 4 años de un carácter más genérico. Este aumento del carácter genérico haría parecerse cada vez más diferentes planes de estudios y desarrolla una base común a carreras de la misma rama, como puede ser el caso de carreras como Sociología, Ciencia política y Economía. Para la especialización se hace más necesaria la realización del postgrado o master, que consta de una duración de 1- 2 años.
Dentro de este punto lo más criticado viene a ser la pérdida de cualificación consiguiente en cada materia, resultando necesario para lograrlo la realización del master. Como consecuencia de esa pérdida de cualificación deriva directamente una menor profundización en el conocimiento en lo referente al ámbito cultural y académico y una mano de obra menos cualificada en lo referente al ámbito laboral (con la consiguiente reducción de empleo de calidad a favor de uno más precario).
En un segundo término también cabe señalar el aumento de los precios, sobre todo el de los postgrados, de forma que se dificulta el acceso a la realización de los mismos para los que tienen menores posibilidades económicas. Al hilo de esto surge el término de elitización tan tratado alrededor del tema, ya que el fenómeno supone un paso atrás en el acercamiento a la igualdad de oportunidades y de acceso a la educación.
*Aumento del peso de trabajos, prácticas, seminarios, clases presenciales y demás trabajos a realizar por el alumno día a día.
Este método, en cuanto a su naturaleza pedagógica, no me parece merecedor de una crítica negativa ya que creo que puede facilitar una mejora en el aprendizaje y procura hacer la materia más llevadera al repartirse y racionar el peso del trabajo total. Sin embargo, se torna negativo al presentarse como un método incompatible con la compaginación de los estudios y el trabajo, de forma que salen perjudicados de nuevo los menos pudientes, los que se ven obligados a financiar sus estudios por cuenta propia.
*Sustitución de las becas públicas por becas- préstamos. De esta manera, el dinero recibido como ayuda tiene que ser devuelto una vez que se entra en el mercado laboral y siempre y cuando la renta anual sobrepase los 22.000 euros. De no darse tal condición el prestatario quedaría exento de tal pago. Un préstamo con unas condiciones bastante generosas como se puede apreciar. Sin embargo y a pesar de todo no deja de resultar alarmante el concepto y la naturaleza de lo que es un préstamo en vez de las ayudas públicas.
*El papel de la ANECA (en la cual llevan la voz cantante empresarios) como órgano competente en la evaluación de los planes de estudios, profesorado y servicios de la universidad. De esta manera se muestra de manera explícita el papel de la educación como fenómeno que atiende a los intereses de las empresas. Esta visión resulta pobre y limitada para quien entiende la universidad como algo más, algo que no se limita a ser una fábrica de trabajadores ya que debe de andar también en la senda de un desarrollo científico y cultural autónomo motivado por el bien común.
Al margen de los puntos mencionados que se vienen señalando, se ha oído recurrir al mal estado de la universidad (en términos económicos y de financiación) como pretexto para abrir las puertas a la reforma. Resulta que la financiación que obtiene la universidad es escasa, y esto dificulta su buen funcionamiento. Por ello se considera atractivo abrir las puertas a una nueva fuente de ingresos: la financiación privada. De esta manera se vería colmada la problemática de la escasez de fondos, pero hay que tener en cuenta las consecuencias que acarrea tal medida, ya que entonces la universidad tendría que rendir cuentas y tal institución debería atender (en mayor medida) a los intereses mercantiles más que a intereses públicos. En este sentido y junto con el papel que juega la ANECA se puede prever que en función de los intereses empresariales se fomenten y desarrollen los campos científicos y materias que les resulten más atractivos de cara a su productividad y utilidad mercantil, dejando de lado otras materias y campos científicos que no lo suponen tanto, de manera que se marginaría y sesgaría el desarrollo científico y cultural. A parte, partiendo de la base de que el problema es la escasez de fondos, resulta curioso ver como adoptan determinada solución y no pasan por la cuenta de aumentar el gasto público en educación, el cual se sitúa en España entre los más bajos de Europa.
En la base, el fin manifiesto del tratado dice ser la homologación de los planes a escala europea y la promoción de una mayor movilidad. En este sentido dudo que alguien se opusiera a tales objetivos, pero el fin no dice nada si no se atiende a la manera en que se lleva a cabo. En este caso, parece que el objetivo ha de cumplirse basándose en la precariedad, por lo que la idea inicial no resulta tan brillante.
En definitiva, entre toda esta ambigüedad y falta de información clara resulta difícil esclarecer si las medidas concretas mencionadas forman parte de lo que es el plan Bolonia en origen. De una manera u otra, vemos que las va arrastrando consigo en su gestación, por lo que a pesar de todo e indudablemente se aprecia lo que significa un paso de gigante en el progreso en la mercantilización que se está produciendo hoy en día de manera generalizada en nuestra sociedad. Al fin y al cabo y volviendo al principio, creo que lo peor de todo, lo más criticable, es la forma en que se está llevando a cabo: sin información por parte de las autoridades educativas, sin consultar la voluntad de los estudiantes y trabajadores de la universidad y sin dejar lugar a debate alguno. Dudo que los frutos de una medida establecida de una forma tan poco democrática puedan resultar positivos.
Jueves 8 de Mayo, a las 12:00 horas en Atocha manifestación contra la implantación del Plan Bolonia.
*La transformación de las titulaciones en grados y postgrados. De esta manera desaparecen las diplomaturas y licenciaturas en favor del grado, que consta de un primer ciclo de 3- 4 años de un carácter más genérico. Este aumento del carácter genérico haría parecerse cada vez más diferentes planes de estudios y desarrolla una base común a carreras de la misma rama, como puede ser el caso de carreras como Sociología, Ciencia política y Economía. Para la especialización se hace más necesaria la realización del postgrado o master, que consta de una duración de 1- 2 años.
Dentro de este punto lo más criticado viene a ser la pérdida de cualificación consiguiente en cada materia, resultando necesario para lograrlo la realización del master. Como consecuencia de esa pérdida de cualificación deriva directamente una menor profundización en el conocimiento en lo referente al ámbito cultural y académico y una mano de obra menos cualificada en lo referente al ámbito laboral (con la consiguiente reducción de empleo de calidad a favor de uno más precario).
En un segundo término también cabe señalar el aumento de los precios, sobre todo el de los postgrados, de forma que se dificulta el acceso a la realización de los mismos para los que tienen menores posibilidades económicas. Al hilo de esto surge el término de elitización tan tratado alrededor del tema, ya que el fenómeno supone un paso atrás en el acercamiento a la igualdad de oportunidades y de acceso a la educación.
*Aumento del peso de trabajos, prácticas, seminarios, clases presenciales y demás trabajos a realizar por el alumno día a día.
Este método, en cuanto a su naturaleza pedagógica, no me parece merecedor de una crítica negativa ya que creo que puede facilitar una mejora en el aprendizaje y procura hacer la materia más llevadera al repartirse y racionar el peso del trabajo total. Sin embargo, se torna negativo al presentarse como un método incompatible con la compaginación de los estudios y el trabajo, de forma que salen perjudicados de nuevo los menos pudientes, los que se ven obligados a financiar sus estudios por cuenta propia.
*Sustitución de las becas públicas por becas- préstamos. De esta manera, el dinero recibido como ayuda tiene que ser devuelto una vez que se entra en el mercado laboral y siempre y cuando la renta anual sobrepase los 22.000 euros. De no darse tal condición el prestatario quedaría exento de tal pago. Un préstamo con unas condiciones bastante generosas como se puede apreciar. Sin embargo y a pesar de todo no deja de resultar alarmante el concepto y la naturaleza de lo que es un préstamo en vez de las ayudas públicas.
*El papel de la ANECA (en la cual llevan la voz cantante empresarios) como órgano competente en la evaluación de los planes de estudios, profesorado y servicios de la universidad. De esta manera se muestra de manera explícita el papel de la educación como fenómeno que atiende a los intereses de las empresas. Esta visión resulta pobre y limitada para quien entiende la universidad como algo más, algo que no se limita a ser una fábrica de trabajadores ya que debe de andar también en la senda de un desarrollo científico y cultural autónomo motivado por el bien común.
Al margen de los puntos mencionados que se vienen señalando, se ha oído recurrir al mal estado de la universidad (en términos económicos y de financiación) como pretexto para abrir las puertas a la reforma. Resulta que la financiación que obtiene la universidad es escasa, y esto dificulta su buen funcionamiento. Por ello se considera atractivo abrir las puertas a una nueva fuente de ingresos: la financiación privada. De esta manera se vería colmada la problemática de la escasez de fondos, pero hay que tener en cuenta las consecuencias que acarrea tal medida, ya que entonces la universidad tendría que rendir cuentas y tal institución debería atender (en mayor medida) a los intereses mercantiles más que a intereses públicos. En este sentido y junto con el papel que juega la ANECA se puede prever que en función de los intereses empresariales se fomenten y desarrollen los campos científicos y materias que les resulten más atractivos de cara a su productividad y utilidad mercantil, dejando de lado otras materias y campos científicos que no lo suponen tanto, de manera que se marginaría y sesgaría el desarrollo científico y cultural. A parte, partiendo de la base de que el problema es la escasez de fondos, resulta curioso ver como adoptan determinada solución y no pasan por la cuenta de aumentar el gasto público en educación, el cual se sitúa en España entre los más bajos de Europa.
En la base, el fin manifiesto del tratado dice ser la homologación de los planes a escala europea y la promoción de una mayor movilidad. En este sentido dudo que alguien se opusiera a tales objetivos, pero el fin no dice nada si no se atiende a la manera en que se lleva a cabo. En este caso, parece que el objetivo ha de cumplirse basándose en la precariedad, por lo que la idea inicial no resulta tan brillante.
En definitiva, entre toda esta ambigüedad y falta de información clara resulta difícil esclarecer si las medidas concretas mencionadas forman parte de lo que es el plan Bolonia en origen. De una manera u otra, vemos que las va arrastrando consigo en su gestación, por lo que a pesar de todo e indudablemente se aprecia lo que significa un paso de gigante en el progreso en la mercantilización que se está produciendo hoy en día de manera generalizada en nuestra sociedad. Al fin y al cabo y volviendo al principio, creo que lo peor de todo, lo más criticable, es la forma en que se está llevando a cabo: sin información por parte de las autoridades educativas, sin consultar la voluntad de los estudiantes y trabajadores de la universidad y sin dejar lugar a debate alguno. Dudo que los frutos de una medida establecida de una forma tan poco democrática puedan resultar positivos.
Jueves 8 de Mayo, a las 12:00 horas en Atocha manifestación contra la implantación del Plan Bolonia.