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Escrito por Cronos el viernes, 24 de abril de 2009

Nunca anhelas tanto los bastones
como cuando olvidas caminar.

Conclusiones:
Hoy, me siento a descansar,
sin obsesiones,
sin buscar por que sacar
las uñas, ni los cojones,
ni el amargo de la sal.
Que no es tiempo de apurar,
ni de agarrarse a tocones
que ya no saben flotar.

Corta y larga es la vereda,
y me han dicho en algun bar
que no se puede escuchar
a las malas consejeras,
que si solo ves la meta,
se te olvida a donde vas,
y acabas en la cuneta...

Y mañana, ya vendrá,
que a hoy le quedan segundos,
que siempre soy el que olvida
que en la piel empieza el mundo,
que el cigarro que me fumo
es mas parte de mi vida
que el horizonte del mar
que observo a traves del humo...
Y al final, solo es final...

Solo existimos
en la proxima calada,
en la próxima caricia,
en el próximo suspiro...

Escrito por Cronos el martes, 7 de abril de 2009

Tengo ganas de escribir cosas optimistas. De decir que todo puede y va a ir a mejor.

Tengo ganas de sonreirle a todo el mundo cuando lo vea. Ganas de contestar "bien" cuando alguien me pregunte -aunque sea por mera diplomacia- eso tan usado de ¿Qué tal?

Tengo ganas de creer un poco en mi. De creer que toda la mierda que se me acumula por las cunetas se irá en un dia de lluvia. De creer que la acumulacion de fracasos con la que cargo desde que tengo uso de razon solo han servido para hacerme mejor, o más fuerte, o como mínimo más listo.

Tengo ganas de creer en los demás. De pensar que eso de que todo el mundo e güeno es cierto - bueno, dejémoslo en casi cierto, que la excepción es la excepción, y pedazo de excepciones que andan por el mundo, todo sea dicho. De dejar de tener miedo a acercarme a nadie por aquello de evitar otra decepción más. De dejar de cerrar las puertas y las ventanas para que no me entren a robar aquello que ya no tengo y que nunca tuve.

Tengo ganas de dejar de saborear desilusión cada vez que cualquier cosa amenaza con ilusionarme. De dejar de sentir que la esperanza es la madre de todos los dolores. De dejar de preguntarme que leches tengo yo para aportar algo a la felicidad de alguien. De dejar de preguntarme si estaré estropeado, si en mi código genético hay algo que me impida conseguir lo que deseo, o desear lo que consigo.

Tengo ganas de dejar de entender cómo se siente una bolsa de basura cuando cierras la tapa, y la dejas allí, sola, en su contenedor, esperando a oir el sonido, a la vez liberador y terrorífico, del fatídico camión...

Y si, lo se, la culpa es solo mia por ser quien soy. Gajes del oficio. La cosa es que sale mas rentable asumir que el mundo se mueve como le sale del ombligo que luchar contra uno mismo. Y es que por pura lógica, uno nunca puede ganar las autoluchas sin destruirse por el camino. Lo de luchar contra la realidad es casi igual de imposible de ganar, pero menos doloroso.