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Harto de ser lo que se espera, harto de hilar para sentirme inteligente... 
Escrito por Yosi_ el domingo, 19 de diciembre de 2010

La que se ha montado. En el buen sentido, claro, con héroe popular víctima de conspiración incluido, casi a la altura de un buen guión de HBO. Y asuntos personales aparte, el tipo se ha jugado suficiente como para merecer ser la cara del lío durante un tiempo, incluso aunque el desenlace de su periplo personal de mano de la "diplomacia" internacional no acabe tan dramáticamente como en un principio cabía esperar (y eso aún está por ver). Se ha liado parda, el mundo (o la parte del mundo que pinta algo) se ha puesto nervioso y al parecer nos pasaremos una temporada inmersos en un caos mediático impensable de no ser porque quienes diseñan los titulares no parecen ponerse de acuerdo acerca de cómo minimizar los daños, y entre lobby y lobby, el gato se escapa de la redacción y no se está entreteniendo al pueblo con la diligencia con la que se debería. Y a raíz del imprevisto, la torpeza, y de esta última unos cuantos ríos de tinta (más que nada virtual) que hacen que el señor Assange se esté poniendo duro de pelar a base de ser incubado bajo los focos de la opinión pública de medio mundo, que a falta de otra diana a la que dirigir sus quejas (porque no hay derecho, y esto sí es dramático dadas las fechas, consumir cada vez está más caro), se despacha a base de bien repitiendo la consigna "Wikileaks" sin entender muy bien de que va todo este asunto. O igual, tal vez, resulta que todos los que parecen tener opinón acerca de todo esto, de repente se preocupan por los crímenes de guerra. Tal vez se preocupan por los manejos en política exterior que la CIA viene haciendo desde que Lenin vestía de corto, o porque en una guerra muy lejos de aquí alguien haya muerto con impunidad deliberada. O incluso por el hecho de que un gran lobby empresarial internacional tenga capacidad de influir en el gobierno español, inesperadísima tragedia, no lo quieran los dioses - nosotros que creíamos que en cuestión de lobbies, todo quedaba en casa. El argumento es claro: si los que ahora se inquietan lo hicieran de forma habitual, tal vez no habría tantos trapos sucios que sacar a paseo, porque seguramente quienes los manchan no ostentarían el poder que hoy tienen.

De cualquier forma no se debe malinterpretar la cuestión, porque realmente debemos mucho a Wikileaks y a todos los que detrás de esa organización, de uno u otro modo (e incluyo a las fuentes), colaboran en hacer periodismo heroico, del de verdad, el único que siempre debería haberse hecho y del que hace muchísimo (tal vez nunca, y no creo que haya que ser muy joven para afirmarlo) que no se ve en ningún gran medio de comunicación, sea del tipo que sea. Así que resucitar conceptos tan necesarios es bueno aún cuando solo sea a modo anecdótico (porque no cundirá ejemplo, no puede), para que dentro de un tiempo podamos echar la vista atrás y afirmar que una vez, gracias a que alguien se arriesgó por una idea, llegamos a leer un trozo de papel que los grandes poderes de todo el mundo no querían que leyésemos.

Y no obstante, tras tanto esfuerzo es una pena que quienes tenemos algún interés y ninguna capacidad para enmendarlo, ya lo supiésemos todo de antemano. Sabíamos que el ejército de cualquier nación mata, tortura y oculta a cambio de beneficios económicos o tácticos. Sabíamos que EEUU juega al ajedrez con la política internacional, que hay gobiernos que están debajo de otros, que hay gobiernos que incluso existen por el único hecho de estar debajo de otros. Y también que en el mundo hay grandes intereses privados que mueven enormes cantidades de influencias empleadas para legislar, juzgar, condenar o absolver, según sea el caso. Somos perfectamente conscientes, hace mucho, de que los beneficios egoístas de empresas o estados (olvidemos la democracia, nunca pensando en el "pueblo" concebido como suma de individualidades) se valoran muy por encima de ese documento maltratado y caduco llamado "Carta de los Derechos Humanos" que todos se han follado con total impunidad una y mil veces hasta el absurdo. Sabemos todo eso no por haberlo leído en ningún cable dirigido a un alto cargo, sino porque es la única explicación a absolutamente todo lo que ha ocurrido en todo el mundo en los últimos 20 o 30 años. Sencillamente porque de otro modo sería inexplicable que el caos, el azar o la ineptitud colectiva castiguen siempre a los mismos con dureza en nivel creciente. Porque nadie apuesta y gana siempre, salvo que ese alguien sea la banca.
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