Escrito por Yosi_ el lunes, 28 de enero de 2008
Se que el título puede parecer excesivamente frívolo o sensacionalista, pero creo que describe bastante bien lo que me propongo analizar a continuación. Quien más, quien menos, todos utilizamos a diario los desgastados tópicos acerca de los problemas de la vida y de la sociedad, cada uno abordando los temas que (ya sea el propio individuo o los medios, instituciones o personas que se ocupan de pensar por él) considera de mayor interés. Y bueno, de todos estos comentarios hastiados que solemos escuchar tras el obligado parte meteorológico tan característico de las conversaciones de ascensor, se pueden extraer fácilmente varias conclusiones no muy halagüeñas acerca del nivel de conciencia del ciudadano medio. O al menos esa es mi impresión, ya que por alguna extraña razón mis inquietudes no suelen coincidir en absoluto con las de la gente que me rodea.
Hablo desde una humilde posición de estricta subjetividad, por otro lado irreprochablemente honesta, si digo que cada día estoy mas convencido de que casi nadie (entiéndase, se que en realidad hay muchos, hablo siempre en términos relativos) se preocupa por las cosas que realmente contribuyen de forma sustancial a amargarnos la vida. Y en este caso quiero plantear la enorme escasez que la inmensa mayoría de nosotros sufrimos en lo tocante a uno de los factores (a mi parecer) más importantes a la hora de tratar de alcanzar una vida digna: el tiempo.
Desafortunadamente es el eterno olvidado, eclipsado por otras cuestiones, como pueden ser los temas meramente económicos, que yo colocaría en una segunda categoría. Sin tiempo para dedicar (o derrochar, en esa posibilidad radica la grandeza) libremente a nuestro antojo no nos queda nada, y sin embargo estamos tan acostumbrados a vivir bajo la imposición de estrictos horarios que casi nunca nos planteamos todo lo que se nos arrebata. Y precisamente esto es lo que quiero expresar con números, sin ningún tipo de rigor ni estudio previo, solamente un esbozo improvisado que permita que cada uno, manejando sus cifras en los casos que discrepe de mis estimaciones, se haga una idea tangible de lo que esta haciendo y en el futuro va a hacer con su vida.
Vamos a partir de un dato objetivo, la duración legalmente estipulada de la jornada laboral, 8 horas. Muchos direis que es una visión un tanto optimista, incluso ingenua, de la realidad laboral; veamos pues a que nos conduce ese optimismo. Al tiempo que cada uno debe invertir en su puesto de trabajo, se debe añadir el dedicado al desplazamiento para llegar hasta él. En este caso voy a considerar una duración media-baja, estimando aproximadamente 1 hora total entre ida y vuelta. También es obligado sumar lo que empleamos en la elaboración y consumo de alimentos, alrededor de 3 horas diarias, y por supuesto el tiempo que pasamos durmiendo, que ronda una media de 7 horas. Sumando todo esto y suponiendo que no haya ningún tipo de obligación laboral adicional (que siempre la hay, faltaría más), a estas alturas habremos consumido un total de 19 horas, lo que quiere decir que dispondremos de 5 horas para dedicar al resto de tareas. Nótese que no he mencionado el tiempo empleado en hacer habitable el lugar donde vivimos, y tambien he dejado de lado nimiedades como lo destinado a la higiene personal. Y por descontado he trabajado todo el rato sobre el supuesto de una persona sin descendencia a su cargo, porque de lo contrario las cifras habrían excedido las 24 horas, lo cual no parecería demasiado serio. Me parece innecesario determinar una cifra final dado lo aleatorio de todas esas cuestiones, pero es seguro que en el mejor de los casos, una persona en una situación ideal, sin responsabilidades aparte de sí mismo, trabajando en un lugar donde se respeten los horarios no demasiado alejado de su domicilio, etc... dedica diariamente mas de un 80% de su tiempo a cumplir sus obligaciones y satisfacer sus necesidades básicas.
Y no puedo evitar que me surjan varias preguntas. En primer lugar, cómo es posible que a estas alturas, en un contexto de desarrollo tecnológico tan avanzado como el que vivimos, el tiempo que perdemos en nuestro puesto de trabajo sea tan absurdamente elevado. Evidentemente viendo la progresión histórica de ambos parámetros a lo largo del último siglo no nos salen las cuentas, hace tiempo que hemos pasado de trabajar para vivir (si es que alguna vez lo hicimos, aunque sin duda nunca fue tan descarado como ahora) a vivir para trabajar sin ni siquiera habernos enterado, y está claro que mientras tanto alguien ha sacado partido de ello. De esto se podría hablar largo y tendido, pero creo que voy a dejarlo para otra ocasión, porque tengo una duda aún más inquietante. Asumiendo que la situación es como es y que no tenemos forma de modificarla (cierto a nivel individual, hablando en colectivo habría mucho que decir, pero eso ya se nos ha olvidado a fuerza de no practicarlo), ¿cómo somos, o debería decir sois, capaces de afrontar la situación? ¿Qué hay que pensar cada mañana para que siga mereciendo la pena vivir con un grado de libertad reducido a porcentajes tan miserables? Yo desde luego no lo sé, aunque a cada momento trato de encontrar una respuesta. Quizá todo se base en no buscarla, pero que triste la existencia de quien sigue adelante a base de cerrar los ojos y permanecer ignorante a cuanto le rodea. Puede que ese sea el final que nos espera a todos antes de agachar la cabeza y convertirnos en individuos dóciles y productivos, es posible que a fuerza de autoconvencernos ya no quede otra opción.
Hablo desde una humilde posición de estricta subjetividad, por otro lado irreprochablemente honesta, si digo que cada día estoy mas convencido de que casi nadie (entiéndase, se que en realidad hay muchos, hablo siempre en términos relativos) se preocupa por las cosas que realmente contribuyen de forma sustancial a amargarnos la vida. Y en este caso quiero plantear la enorme escasez que la inmensa mayoría de nosotros sufrimos en lo tocante a uno de los factores (a mi parecer) más importantes a la hora de tratar de alcanzar una vida digna: el tiempo.
Desafortunadamente es el eterno olvidado, eclipsado por otras cuestiones, como pueden ser los temas meramente económicos, que yo colocaría en una segunda categoría. Sin tiempo para dedicar (o derrochar, en esa posibilidad radica la grandeza) libremente a nuestro antojo no nos queda nada, y sin embargo estamos tan acostumbrados a vivir bajo la imposición de estrictos horarios que casi nunca nos planteamos todo lo que se nos arrebata. Y precisamente esto es lo que quiero expresar con números, sin ningún tipo de rigor ni estudio previo, solamente un esbozo improvisado que permita que cada uno, manejando sus cifras en los casos que discrepe de mis estimaciones, se haga una idea tangible de lo que esta haciendo y en el futuro va a hacer con su vida.
Vamos a partir de un dato objetivo, la duración legalmente estipulada de la jornada laboral, 8 horas. Muchos direis que es una visión un tanto optimista, incluso ingenua, de la realidad laboral; veamos pues a que nos conduce ese optimismo. Al tiempo que cada uno debe invertir en su puesto de trabajo, se debe añadir el dedicado al desplazamiento para llegar hasta él. En este caso voy a considerar una duración media-baja, estimando aproximadamente 1 hora total entre ida y vuelta. También es obligado sumar lo que empleamos en la elaboración y consumo de alimentos, alrededor de 3 horas diarias, y por supuesto el tiempo que pasamos durmiendo, que ronda una media de 7 horas. Sumando todo esto y suponiendo que no haya ningún tipo de obligación laboral adicional (que siempre la hay, faltaría más), a estas alturas habremos consumido un total de 19 horas, lo que quiere decir que dispondremos de 5 horas para dedicar al resto de tareas. Nótese que no he mencionado el tiempo empleado en hacer habitable el lugar donde vivimos, y tambien he dejado de lado nimiedades como lo destinado a la higiene personal. Y por descontado he trabajado todo el rato sobre el supuesto de una persona sin descendencia a su cargo, porque de lo contrario las cifras habrían excedido las 24 horas, lo cual no parecería demasiado serio. Me parece innecesario determinar una cifra final dado lo aleatorio de todas esas cuestiones, pero es seguro que en el mejor de los casos, una persona en una situación ideal, sin responsabilidades aparte de sí mismo, trabajando en un lugar donde se respeten los horarios no demasiado alejado de su domicilio, etc... dedica diariamente mas de un 80% de su tiempo a cumplir sus obligaciones y satisfacer sus necesidades básicas.
Y no puedo evitar que me surjan varias preguntas. En primer lugar, cómo es posible que a estas alturas, en un contexto de desarrollo tecnológico tan avanzado como el que vivimos, el tiempo que perdemos en nuestro puesto de trabajo sea tan absurdamente elevado. Evidentemente viendo la progresión histórica de ambos parámetros a lo largo del último siglo no nos salen las cuentas, hace tiempo que hemos pasado de trabajar para vivir (si es que alguna vez lo hicimos, aunque sin duda nunca fue tan descarado como ahora) a vivir para trabajar sin ni siquiera habernos enterado, y está claro que mientras tanto alguien ha sacado partido de ello. De esto se podría hablar largo y tendido, pero creo que voy a dejarlo para otra ocasión, porque tengo una duda aún más inquietante. Asumiendo que la situación es como es y que no tenemos forma de modificarla (cierto a nivel individual, hablando en colectivo habría mucho que decir, pero eso ya se nos ha olvidado a fuerza de no practicarlo), ¿cómo somos, o debería decir sois, capaces de afrontar la situación? ¿Qué hay que pensar cada mañana para que siga mereciendo la pena vivir con un grado de libertad reducido a porcentajes tan miserables? Yo desde luego no lo sé, aunque a cada momento trato de encontrar una respuesta. Quizá todo se base en no buscarla, pero que triste la existencia de quien sigue adelante a base de cerrar los ojos y permanecer ignorante a cuanto le rodea. Puede que ese sea el final que nos espera a todos antes de agachar la cabeza y convertirnos en individuos dóciles y productivos, es posible que a fuerza de autoconvencernos ya no quede otra opción.
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