Escrito por Sumiciu el domingu, 13 abril de 2008
El hielo se derrite más suave que nunca
al calor tenue de los focos,
que se apagan a ritmo lento y grave
del humo que se hunde en tus ojos.
La bandera blanca se consumía detrás
de una cortina de polvo negro.
Y la carne se derretía al creer
que se convertía en otro carcelero.
No quiere más palabras entrecortadas,
no aspira a ser el primero.
Se relaja, mientras se deja llevar
y se sumerge entre los rascacielos.
Mira atrás y la puerta está abierta
y la sala está vacía.
Sólo quedá silencio sobre las tablas
y un pasillo de colillas...
Los cristales de las botellas al andar
acrecentan las heridas...
Se sienta en la butaca de atrás
¡mientras ve pasar la vida!
Conoce el silencio traidor de la noche,
oculto en la estación.
Se pìerde sobre la linea que marca
el vagón que cierra la procesión.
Bailando, desde el patio de butacas
mientras se ponía el telón.
Lanzaba las flores muertas al suelo
y se transformaba en una canción.
al calor tenue de los focos,
que se apagan a ritmo lento y grave
del humo que se hunde en tus ojos.
La bandera blanca se consumía detrás
de una cortina de polvo negro.
Y la carne se derretía al creer
que se convertía en otro carcelero.
No quiere más palabras entrecortadas,
no aspira a ser el primero.
Se relaja, mientras se deja llevar
y se sumerge entre los rascacielos.
Mira atrás y la puerta está abierta
y la sala está vacía.
Sólo quedá silencio sobre las tablas
y un pasillo de colillas...
Los cristales de las botellas al andar
acrecentan las heridas...
Se sienta en la butaca de atrás
¡mientras ve pasar la vida!
Conoce el silencio traidor de la noche,
oculto en la estación.
Se pìerde sobre la linea que marca
el vagón que cierra la procesión.
Bailando, desde el patio de butacas
mientras se ponía el telón.
Lanzaba las flores muertas al suelo
y se transformaba en una canción.
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