Escrito por Sumiciu el llunes, 11 xunu de 2007
Sopla el aire caliente y en remolinos de esos que no van a ninguna parte. Mis labios se van agrietando, falta de agua, lluvia y ganas de apretar los dientes; busco explicaciones en las estaciones que no encuentro. En algún momento que no logro localizar en el tiempo, hay algo que echo en falta.
Evito, de cualquier forma, el llevarme las manos a la boca. Me hacen sentir peor, más sed...mis pies más lejanos. Me meten en un tiovivo y en un minuto todo se tambalea, necesito más tiempo del que tengo para encontrarme y, cuando vuelvo, ya es demasiado tarde. Sólo tengo oportunidad de mirar atrás y cuando me doy cuenta de lo que he ido perdiendo, se me vuelven a cristalizar las venas y con ello se me agrietan aún más los labios muertos de sed.
Me dan oportunidades para hablar, pero sin agua, no soy capaz de pronunciar palabra; tan solo puedo elegir entre lo que me ponen ante mis ojos. Soy incapaz de comunicarles con mis gritos, secos, roncos, apenas sin voz que de ninguna forma alguno de esos caminos lleguen al arrollo. Manos atadas, corazón en vilo mientras sigo atado a un tronco a orillas del arrollo en el que se bañan mis verdugos.
De vez en cuando se me va la cabeza al mismo sitio de siempre sueño que soy furtivo en el país de nunca jamás y tengo mil sitios para esconderme. Siempre sueño que soy libre de moverme, sumergirme libremente y calmar mi sed en cualquier remanso caliente de aguas frías. Y vuelvo a marearme cuando creo distinguir unos ojos en el fondo, los busco con los dedos hundiéndolos en el agua y así me paso horas.
Hasta que me despierto, y me doy cuenta de que simplemente soy un indio más al que le han robado su tierra, al que su reserva se le queda pequeña y le han quitado todo su significado a su idioma. Que sólo puede matar el tiempo soñando con indias bañándose desnudas en un arroyo que conoce de algo, pero no logra comprender de qué. Y que busca en sueños, porque le han robado su sitio en la tierra y sabe que se tambalea todo el fango sobre el que pisa...
Los indios ya no asaltan fuertes, ya no quieren ser los malos de película, ahora se dedican a buscar agua por el desierto mientras construyen con la arena castillos en el aire. No creen en princesas porque la arena les llega hasta las rodillas y cualquier rastro de agua significa el comienzo de unas movedizas. No hay oasis, sólo drogas más o menos convincentes y una figura conocida que se mueve entre las sombras.
Los indios ya no llevamos arco, nos defendemos a puñetazos y mordiscos. Por no tener, no tenemos ni tienda en la que escondernos sino es en sueños más allá de la tierra prohibida.
Y, no hay duda, si estamos presos es porque nos hemos dejado apresar, aunque hay sitios más cómodos que otros para caerse presos. Si me roban la tierra hago en tí una nueva y me enredo en tu bandera. Pero estamos presos....confinados en la reserva.
Evito, de cualquier forma, el llevarme las manos a la boca. Me hacen sentir peor, más sed...mis pies más lejanos. Me meten en un tiovivo y en un minuto todo se tambalea, necesito más tiempo del que tengo para encontrarme y, cuando vuelvo, ya es demasiado tarde. Sólo tengo oportunidad de mirar atrás y cuando me doy cuenta de lo que he ido perdiendo, se me vuelven a cristalizar las venas y con ello se me agrietan aún más los labios muertos de sed.
Me dan oportunidades para hablar, pero sin agua, no soy capaz de pronunciar palabra; tan solo puedo elegir entre lo que me ponen ante mis ojos. Soy incapaz de comunicarles con mis gritos, secos, roncos, apenas sin voz que de ninguna forma alguno de esos caminos lleguen al arrollo. Manos atadas, corazón en vilo mientras sigo atado a un tronco a orillas del arrollo en el que se bañan mis verdugos.
De vez en cuando se me va la cabeza al mismo sitio de siempre sueño que soy furtivo en el país de nunca jamás y tengo mil sitios para esconderme. Siempre sueño que soy libre de moverme, sumergirme libremente y calmar mi sed en cualquier remanso caliente de aguas frías. Y vuelvo a marearme cuando creo distinguir unos ojos en el fondo, los busco con los dedos hundiéndolos en el agua y así me paso horas.
Hasta que me despierto, y me doy cuenta de que simplemente soy un indio más al que le han robado su tierra, al que su reserva se le queda pequeña y le han quitado todo su significado a su idioma. Que sólo puede matar el tiempo soñando con indias bañándose desnudas en un arroyo que conoce de algo, pero no logra comprender de qué. Y que busca en sueños, porque le han robado su sitio en la tierra y sabe que se tambalea todo el fango sobre el que pisa...
Los indios ya no asaltan fuertes, ya no quieren ser los malos de película, ahora se dedican a buscar agua por el desierto mientras construyen con la arena castillos en el aire. No creen en princesas porque la arena les llega hasta las rodillas y cualquier rastro de agua significa el comienzo de unas movedizas. No hay oasis, sólo drogas más o menos convincentes y una figura conocida que se mueve entre las sombras.
Los indios ya no llevamos arco, nos defendemos a puñetazos y mordiscos. Por no tener, no tenemos ni tienda en la que escondernos sino es en sueños más allá de la tierra prohibida.
Y, no hay duda, si estamos presos es porque nos hemos dejado apresar, aunque hay sitios más cómodos que otros para caerse presos. Si me roban la tierra hago en tí una nueva y me enredo en tu bandera. Pero estamos presos....confinados en la reserva.
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