Escrito por 1984 el sábado, 19 de enero de 2008
Chavales
..mi memoria es una jaula desvencijada en donde apenas queda el revuelo de aquellos años de cuando viví con vosotros, pero aún sintiéndolo así, revuelo tan alejado, me esforzaré en rescatar algún recuerdo, como quien toma un pajarillo en el cuenco de las manos por el gozo inocente de echarle a volar. Excuso deciros que no pretendo escribir vuestra biografía, ni revelar algo que pudiera sorprender, simplemente deseo evocar algunos momentos de los que vivimos juntos, para que sepáis lo importantes que fuisteis en mi vida.
Cuántas fatigas no habremos pasado al compás vosotros y yo, vosotros traíais la herrumbre de la calle, yo arrastraba un carromato de códigos y formalismos y, sobre todo, aquella mi empecinada costumbre de llenaros de reproches. José Angel me lo afeó en alguna ocasión, "lo que mas me fastidia de ti, Enrique, es que siempre quieres salirte con la tuya". Razón no le faltaba.
Pero no insistáis, ahora ya lo se, de todos los chavales que pasaron por nuestra casa el más reacio a cambiar he sido yo mismo. Bien es verdad que como al santo Job me poníais incansablemente a prueba, pero cuánto empeño no habréis tenido que poner también para ir desmenuzando mi genio tan arisco.
Para mí habéis sido vosotros como los ejes para una carreta, lo esencial, lo que la hace caminar, lo que le ha dado sentido a mi vida.
Vosotros me habéis empujado a sacar lo mejor de mí mismo, me habéis enseñado a querer, ¿a que sí, a que lo habéis conseguido, a que me habéis hecho cambiar?. Y otras cosas me habéis inculcado también de las que tal vez no tengáis ni sospecha, por ejemplo a no tener miedo, porque yo siempre había sido muy achantado: el hacernos respetar por encima de todo, también eso me lo habéis inculcado vosotros.
Y ahora que os veo tan erguidos, poblando mis sueños con vuestros retoños: Aitor, Soraya, Carlos Enrique, Jénifer, Manuel Enrique.. cada uno de vosotros se ha convertido para mí en la leyenda de un titán, en adalid de una epopeya, en un fragmento de lo más arduo y granado de la Historia. ¿Recordáis que siempre os insistía en eso?: Sois irrepetibles chavales, cada ser humano es una pieza única, cuando nacisteis se rompió el molde, descubrid lo mejor de vosotros mismos, transmitid con decisión vuestro mensaje, que nadie os tape la boca.
Para vosotros, pues lo escribo para
Felix, José Manuel, José Luis, Jóse, Josele, Carlos, Juan Carlos, José Ángel, Victor, Francisco, Quique, Paquito, Guillermo, José Luis II, Pedro, José Antonio, Leo, Esteban, Jesús, Toñito, Julianín, José Alberto, ALberto, Carlos Alberto, Kike, Angelito, Kiko, Angelito II, Manolillo, Carlos II, Ricardo, Francisco Javier, David, Luis, Jesús II, Juanín, Fernando, Rafa, Lisardo, Angelito III, Juanito, Angelito IV, Jóse II, José Ramón, Angelito V, Rafael, Felipe, Cristian y Lolo.
Confio en que los duendes del olvido no se hayan dejado a ninguno en el tintero.
Y también para Marta, nuestra linda guaraní, que se lo curró como infatigable mamá con todos nosotros.
Y a quien se disponga a leer éstos breves relatos, les recomiendo que no se los lea muy de corrido, juntando la semblanza de un chaval con la del siguiente, porque como los astros, cada uno describe su propia órbita y desprende su propia claridad.
..mi memoria es una jaula desvencijada en donde apenas queda el revuelo de aquellos años de cuando viví con vosotros, pero aún sintiéndolo así, revuelo tan alejado, me esforzaré en rescatar algún recuerdo, como quien toma un pajarillo en el cuenco de las manos por el gozo inocente de echarle a volar. Excuso deciros que no pretendo escribir vuestra biografía, ni revelar algo que pudiera sorprender, simplemente deseo evocar algunos momentos de los que vivimos juntos, para que sepáis lo importantes que fuisteis en mi vida.
Cuántas fatigas no habremos pasado al compás vosotros y yo, vosotros traíais la herrumbre de la calle, yo arrastraba un carromato de códigos y formalismos y, sobre todo, aquella mi empecinada costumbre de llenaros de reproches. José Angel me lo afeó en alguna ocasión, "lo que mas me fastidia de ti, Enrique, es que siempre quieres salirte con la tuya". Razón no le faltaba.
Pero no insistáis, ahora ya lo se, de todos los chavales que pasaron por nuestra casa el más reacio a cambiar he sido yo mismo. Bien es verdad que como al santo Job me poníais incansablemente a prueba, pero cuánto empeño no habréis tenido que poner también para ir desmenuzando mi genio tan arisco.
Para mí habéis sido vosotros como los ejes para una carreta, lo esencial, lo que la hace caminar, lo que le ha dado sentido a mi vida.
Vosotros me habéis empujado a sacar lo mejor de mí mismo, me habéis enseñado a querer, ¿a que sí, a que lo habéis conseguido, a que me habéis hecho cambiar?. Y otras cosas me habéis inculcado también de las que tal vez no tengáis ni sospecha, por ejemplo a no tener miedo, porque yo siempre había sido muy achantado: el hacernos respetar por encima de todo, también eso me lo habéis inculcado vosotros.
Y ahora que os veo tan erguidos, poblando mis sueños con vuestros retoños: Aitor, Soraya, Carlos Enrique, Jénifer, Manuel Enrique.. cada uno de vosotros se ha convertido para mí en la leyenda de un titán, en adalid de una epopeya, en un fragmento de lo más arduo y granado de la Historia. ¿Recordáis que siempre os insistía en eso?: Sois irrepetibles chavales, cada ser humano es una pieza única, cuando nacisteis se rompió el molde, descubrid lo mejor de vosotros mismos, transmitid con decisión vuestro mensaje, que nadie os tape la boca.
Para vosotros, pues lo escribo para
Felix, José Manuel, José Luis, Jóse, Josele, Carlos, Juan Carlos, José Ángel, Victor, Francisco, Quique, Paquito, Guillermo, José Luis II, Pedro, José Antonio, Leo, Esteban, Jesús, Toñito, Julianín, José Alberto, ALberto, Carlos Alberto, Kike, Angelito, Kiko, Angelito II, Manolillo, Carlos II, Ricardo, Francisco Javier, David, Luis, Jesús II, Juanín, Fernando, Rafa, Lisardo, Angelito III, Juanito, Angelito IV, Jóse II, José Ramón, Angelito V, Rafael, Felipe, Cristian y Lolo.
Confio en que los duendes del olvido no se hayan dejado a ninguno en el tintero.
Y también para Marta, nuestra linda guaraní, que se lo curró como infatigable mamá con todos nosotros.
Y a quien se disponga a leer éstos breves relatos, les recomiendo que no se los lea muy de corrido, juntando la semblanza de un chaval con la del siguiente, porque como los astros, cada uno describe su propia órbita y desprende su propia claridad.
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