Escrito por Cronos el jueves, 22 de enero de 2009
Hace un tiempo que presumo -no se ya si con razón o no- de entender lo que es querer. Una hermosa palabra que casi merecería una entrada en La Palabra Crea, aunque la Q me queda aun muy muy lejos. A lo que iba... querer. Una palabra con cientos o miles de significados... Hasta diría que con un significado por cada relación entre dos personas.
Para mi, querer es que te haga feliz la felicidad del ser querido, que su felicidad sea parte de la tuya. Lo he escrito (y dicho) muchas veces. Al final, partiendo de esa base, saber que quieres o saberte querido es hasta sencillo. Cuando alguien se preocupa de tu felicidad, te quiere. Cuando te preocupa la felicidad de alguien, le quieres. No es dificil sabiendo esto, percibir, intuir, si alguien te quiere o no. Todo es cuestion de pararse a ver el interes que tiene esa persona por tu bienestar. Y este criterio, además, tiene la gran ventaja de ser objetivo (aunque la percepcion en si misma pueda no serlo, claro).
Dicho de otra forma, el amor (cariño, aprecio, amistad, etc etc), no se dice, se muestra. No sirve de nada decir a alguien que le quieres (en el grado que sea) si esto no se traduce en hechos palpables. Las palabras, sin el respaldo de los actos, de las actitudes no valen de nada.
El problema, mi problema, el motivo por el que escribo todo esto, es que la misma intuicion sencilla que permite percibir que alguien te quiere, tambien te permite percibir justo lo contrario. Y más cuando lo que sucede es un cambio, cuando alguien te quiere menos que ayer (y mañana ya veremos). Y más cuando ese cambio nunca fue acompañado de palabras (consiste solo en hechos). Y más cuando ese cambio equivale a pasarse toneladas de buenas palabras por el arco del triunfo.
Y claro, llegados a este punto, es complejo. Porque yo no he dejado de sentir que la felicidad de esa persona sea parte de la mia. Y entonces comienzan las encrucijadas, las paradojas, y las contradicciones. ¿Como se actua en una situacion así?
En mi caso, lo primero, es dudar de mi percepcion -y conste, este e sun proceso costoso, perligroso y doloroso, no nos equivoquemos, dudar de uno mismo es algo que se paga, guste o no. Ya se sabe, cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada. El momento y la situación son perfectos para que una parte de mi cabeza se apropie de lo que ven mis ojos, y me hagan creer cosas que no son, que solo "me parecen".
Ante eso, lo mejor suele ser esperar y ver como se desenvuelven las cosas.
Vale, eso ya lo he hecho, y ahora estoy absolutamente seguro. No, no es mi percepcion. De hecho, podría llegar a rebotarme hasta límites insospechados si alguien me lo insinúa. Estoy seguro de que lo que digo que pasa está pasando. Quizá quien dude de esa percepcion es quien se deba plantear la suya. A veces, por admitir demasiado a menudo los errores propios (cosa de la que por otro lado no me arrepiento) lo que se provoca es una facilidad pasmosa para colgarle a uno responsabilidades o culpas que no le pertenecen. Y eso, como el hermano mayor que primero le pega a su hermano pequeño pero acto seguido lo defiende ante cualquiera que le quiera hacer daño a la voz de "a mi hermano solo le zurro yo", es algo que no le pienso volver a permitir a nadie. De mi percepcion dudo yo, gracias. Y si dudo y te consulto, admito que compartas la duda, pero me resulta inadmisible que alguien dude de mis percepciones cuando yo no lo hago.
Ok, está pasando. Y las cosas se desenvuelven a peor - constatable a traves de hechos. Hechos como que a tu telefono solo llame -o mande un cutre sms- vodafone o algun proveedor. Que tu cuenta de correo electronico este llena de mails de infojobs, de fotocasa, o de alguna otra chorrada. Llamar varias veces a una puerta y que te respondan con evasivas, largas, actitudes huidizas, conversaciones monosilabicas o huecas... Las primeras n veces piensas que puede ser cualquier cosa, todos tenemos momentos, estados, situaciones... aunque bueno, uno, de alguien que presuntamente te quiere, espera saber esas cosas. Una vez, dos veces, tres veces... llega un momento en que te sientes rechazado, despreciado, apartado, humillado. Si hay un motivo, me gustaría conocerlo, si no lo hay, pues peor me lo pones. Lo que tengo claro es que a uno aun le queda un poquito de dignidad. Y mendigar -y más mendigar atención- humilla. Y aunque pueda parecer exagerado el decir que mendigo, la reiteracion en el acercamiento sin exito ni mejora perceptible es la sensacion que produce. La de estar mendigando. Mas cuando hablo de alguien que hasta no hace mucho fue mi complice, alguien en quien confie hasta el extremo, alguien con quien podia hablar a puertas abiertas (y todo esto era o parecía recíproco, y si digo "parecía" es porque ya no lo "parece"), y que ahora me produce la sensacion de que debo medir mis palabras, de que no desea mi compañia, o contarme como se siente, o que yo le cuente como me siento yo. Y de nuevo, esa sensacion está basada en hechos objetivos.
Entonces... ¿Que queda? Intentar hablar y arreglarlo... aun dejando de lado que es un paso no me corresponde dar a mi, puesto que no fui yo quien movio las cosas de sitio... ya lo he hecho (dentro de los limites que mi dignidad o falta de ella me han permitido). No una vez, sino varias, con el resultado ya explicado... Lo siento, pero no me puedo permitir autohumillarme mas. Límite sobrepasado. Simplemente, no me sale de los huevos. Me niego a seguir haciendo esfuerzos para apagar un incendio que no provoqué. Esta solución duele más, es más autodestructiva que el problema.
Otra opción: pues... sacar el orgullo, decir aquello de quien no te quiere no te merece, y mandar a la mierda la historia. Desde luego, es la opción más cómoda (por no decir que tambien es la menos humillante, claro). Porque lo que me apetece desde que tengo la constatación racional de que lo que digo que está pasando está pasando es cabrearme, sacar las visceras a relucir y pegar unos cuantos gritos, para, al menos, desahogarme. Me siento traicionado, decepcionado, dolido, desplazado... y eso, cuando me lo provoca alguien a quien quiero y que creo que me quiere, lo que me provoca es eso, enfado. Ganas de mandar todo a la mierda, de romper la baraja, de soltar amarras y fingir que no me importa. El problema de tomar este camino es que es la mejor manera de acabar de perder precisamente lo que no quiero perder (si es que no está perdido ya, claro, que es lo que los hechos indican). El problema es que en realidad no es más que repartir parte del dolor que siento, lo cual no me va a aliviar de ninguna forma. El problema es que actuar así sería hacer daño a alguien a quien no quiero hacer daño. En ese sentido, pues mira, lo que me duele a mi no puede ser traspasado (el dolor es intransferible), y provocar mas dolor no conduce a nada positivo. Y menos cuande significa hacer precisamente lo que me han hecho, de lo que me quejo. Eso tampoco puedo, va en contra de mis principios (aunque me apetece mucho, muchisimo, hasta el punto de que ha costado controlarlo en ciertos momentos). De nuevo, peor el remedio que la enfermedad.
Otra posibilidad es devolver la indiferencia con indiferencia. Probablemente sea la opcion mas saludable, pero por otro lado, redunda en lo mismo que las anteriores: No resuelve el problema, en realidad lo agrava. Más de lo mismo.
Y había otra posibilidad... Escribirlo. Por lo menos escribiendo puedo decir todo lo que me apetece, explicarme por completo. Y ahi estamos. Practicando el exhibicionismo mas impudico. El que enseña lo de dentro.
Solo se que no quiero seguir sintiendome así, y que las relaciones asientan, tarde o temprano, en su lugar natural. Quizá mi problema es no poder aceptar el lugar "natural" en el que ha quedado esta. Duele. No es ese dolor inactivante y destructivo de la depre, no, por lo menos en ese sentido me siento bastante fuerte. Es un sabor amargo a decepcion, a traicion. Me jode que los hechos indiquen que, al final, todo lo hablado para evitar precisamente esto no haya servido de nada.
Pero bueno, al final, será culpa mia...
Para mi, querer es que te haga feliz la felicidad del ser querido, que su felicidad sea parte de la tuya. Lo he escrito (y dicho) muchas veces. Al final, partiendo de esa base, saber que quieres o saberte querido es hasta sencillo. Cuando alguien se preocupa de tu felicidad, te quiere. Cuando te preocupa la felicidad de alguien, le quieres. No es dificil sabiendo esto, percibir, intuir, si alguien te quiere o no. Todo es cuestion de pararse a ver el interes que tiene esa persona por tu bienestar. Y este criterio, además, tiene la gran ventaja de ser objetivo (aunque la percepcion en si misma pueda no serlo, claro).
Dicho de otra forma, el amor (cariño, aprecio, amistad, etc etc), no se dice, se muestra. No sirve de nada decir a alguien que le quieres (en el grado que sea) si esto no se traduce en hechos palpables. Las palabras, sin el respaldo de los actos, de las actitudes no valen de nada.
El problema, mi problema, el motivo por el que escribo todo esto, es que la misma intuicion sencilla que permite percibir que alguien te quiere, tambien te permite percibir justo lo contrario. Y más cuando lo que sucede es un cambio, cuando alguien te quiere menos que ayer (y mañana ya veremos). Y más cuando ese cambio nunca fue acompañado de palabras (consiste solo en hechos). Y más cuando ese cambio equivale a pasarse toneladas de buenas palabras por el arco del triunfo.
Y claro, llegados a este punto, es complejo. Porque yo no he dejado de sentir que la felicidad de esa persona sea parte de la mia. Y entonces comienzan las encrucijadas, las paradojas, y las contradicciones. ¿Como se actua en una situacion así?
En mi caso, lo primero, es dudar de mi percepcion -y conste, este e sun proceso costoso, perligroso y doloroso, no nos equivoquemos, dudar de uno mismo es algo que se paga, guste o no. Ya se sabe, cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada. El momento y la situación son perfectos para que una parte de mi cabeza se apropie de lo que ven mis ojos, y me hagan creer cosas que no son, que solo "me parecen".
Ante eso, lo mejor suele ser esperar y ver como se desenvuelven las cosas.
Vale, eso ya lo he hecho, y ahora estoy absolutamente seguro. No, no es mi percepcion. De hecho, podría llegar a rebotarme hasta límites insospechados si alguien me lo insinúa. Estoy seguro de que lo que digo que pasa está pasando. Quizá quien dude de esa percepcion es quien se deba plantear la suya. A veces, por admitir demasiado a menudo los errores propios (cosa de la que por otro lado no me arrepiento) lo que se provoca es una facilidad pasmosa para colgarle a uno responsabilidades o culpas que no le pertenecen. Y eso, como el hermano mayor que primero le pega a su hermano pequeño pero acto seguido lo defiende ante cualquiera que le quiera hacer daño a la voz de "a mi hermano solo le zurro yo", es algo que no le pienso volver a permitir a nadie. De mi percepcion dudo yo, gracias. Y si dudo y te consulto, admito que compartas la duda, pero me resulta inadmisible que alguien dude de mis percepciones cuando yo no lo hago.
Ok, está pasando. Y las cosas se desenvuelven a peor - constatable a traves de hechos. Hechos como que a tu telefono solo llame -o mande un cutre sms- vodafone o algun proveedor. Que tu cuenta de correo electronico este llena de mails de infojobs, de fotocasa, o de alguna otra chorrada. Llamar varias veces a una puerta y que te respondan con evasivas, largas, actitudes huidizas, conversaciones monosilabicas o huecas... Las primeras n veces piensas que puede ser cualquier cosa, todos tenemos momentos, estados, situaciones... aunque bueno, uno, de alguien que presuntamente te quiere, espera saber esas cosas. Una vez, dos veces, tres veces... llega un momento en que te sientes rechazado, despreciado, apartado, humillado. Si hay un motivo, me gustaría conocerlo, si no lo hay, pues peor me lo pones. Lo que tengo claro es que a uno aun le queda un poquito de dignidad. Y mendigar -y más mendigar atención- humilla. Y aunque pueda parecer exagerado el decir que mendigo, la reiteracion en el acercamiento sin exito ni mejora perceptible es la sensacion que produce. La de estar mendigando. Mas cuando hablo de alguien que hasta no hace mucho fue mi complice, alguien en quien confie hasta el extremo, alguien con quien podia hablar a puertas abiertas (y todo esto era o parecía recíproco, y si digo "parecía" es porque ya no lo "parece"), y que ahora me produce la sensacion de que debo medir mis palabras, de que no desea mi compañia, o contarme como se siente, o que yo le cuente como me siento yo. Y de nuevo, esa sensacion está basada en hechos objetivos.
Entonces... ¿Que queda? Intentar hablar y arreglarlo... aun dejando de lado que es un paso no me corresponde dar a mi, puesto que no fui yo quien movio las cosas de sitio... ya lo he hecho (dentro de los limites que mi dignidad o falta de ella me han permitido). No una vez, sino varias, con el resultado ya explicado... Lo siento, pero no me puedo permitir autohumillarme mas. Límite sobrepasado. Simplemente, no me sale de los huevos. Me niego a seguir haciendo esfuerzos para apagar un incendio que no provoqué. Esta solución duele más, es más autodestructiva que el problema.
Otra opción: pues... sacar el orgullo, decir aquello de quien no te quiere no te merece, y mandar a la mierda la historia. Desde luego, es la opción más cómoda (por no decir que tambien es la menos humillante, claro). Porque lo que me apetece desde que tengo la constatación racional de que lo que digo que está pasando está pasando es cabrearme, sacar las visceras a relucir y pegar unos cuantos gritos, para, al menos, desahogarme. Me siento traicionado, decepcionado, dolido, desplazado... y eso, cuando me lo provoca alguien a quien quiero y que creo que me quiere, lo que me provoca es eso, enfado. Ganas de mandar todo a la mierda, de romper la baraja, de soltar amarras y fingir que no me importa. El problema de tomar este camino es que es la mejor manera de acabar de perder precisamente lo que no quiero perder (si es que no está perdido ya, claro, que es lo que los hechos indican). El problema es que en realidad no es más que repartir parte del dolor que siento, lo cual no me va a aliviar de ninguna forma. El problema es que actuar así sería hacer daño a alguien a quien no quiero hacer daño. En ese sentido, pues mira, lo que me duele a mi no puede ser traspasado (el dolor es intransferible), y provocar mas dolor no conduce a nada positivo. Y menos cuande significa hacer precisamente lo que me han hecho, de lo que me quejo. Eso tampoco puedo, va en contra de mis principios (aunque me apetece mucho, muchisimo, hasta el punto de que ha costado controlarlo en ciertos momentos). De nuevo, peor el remedio que la enfermedad.
Otra posibilidad es devolver la indiferencia con indiferencia. Probablemente sea la opcion mas saludable, pero por otro lado, redunda en lo mismo que las anteriores: No resuelve el problema, en realidad lo agrava. Más de lo mismo.
Y había otra posibilidad... Escribirlo. Por lo menos escribiendo puedo decir todo lo que me apetece, explicarme por completo. Y ahi estamos. Practicando el exhibicionismo mas impudico. El que enseña lo de dentro.
Solo se que no quiero seguir sintiendome así, y que las relaciones asientan, tarde o temprano, en su lugar natural. Quizá mi problema es no poder aceptar el lugar "natural" en el que ha quedado esta. Duele. No es ese dolor inactivante y destructivo de la depre, no, por lo menos en ese sentido me siento bastante fuerte. Es un sabor amargo a decepcion, a traicion. Me jode que los hechos indiquen que, al final, todo lo hablado para evitar precisamente esto no haya servido de nada.
Pero bueno, al final, será culpa mia...
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