Escrito por Cronos el lunes, 19 de octubre de 2009
Pesadilla.
Latidos. Latidos que suenan dentro y alrededor. Latidos que resuenan en su mente. Abismo de miles de colores que cambian, se mezclan y se separan en la eterna danza. Sin aire. Sin tacto. Sólo oscuridad y dolor y latidos. Dolor. El dolor que está, que permanece, que siempre sigue… el dolor… el dolor de cada cambio… El dolor de cada latido… el eterno sufrimiento, percibiendo lo que crece dentro de él… Deseando despertar con cada segundo, con cada eternidad, deseando despertar o morir para siempre, sintiendo el más profundo dolor que jamás un hombre haya podido sufrir… sintiendo mil agujas que se clavan en cada poro de su piel, sintiendo su interior romperse, moverse y retorcerse de dolor y sin poder girarse ni gritar ni saber por qué… tan sólo percibiendo cada latido, cada segundo, tan sólo sintiendo el dolor… siempre flotando en el abismo de oscuridad, sintiendo que los huesos se hielan y la carne arde, sintiendo la muerte en cada rincón. Muerte... Vida que viene de la muerte… Luces que ciegan, colores que cambian, formas inexistentes, flotando en la nada más absoluta, rodeado de dolor y de sombras… hasta que la voz vuelve…
-¿Quién te ha de cuidar?- Suave, femenina, sensual- ¿Quién te ha de salvar?
-Tú, mi señora.- Sólo un pensamiento, un grito…
-¿A quién proteges? - Susurra, insinuante- ¿A quién amas y adoras?… ¿A quién deseas?
-A ti, mi señora…. -Hasta los pensamientos producen dolor allí.
-¿Quién es tu dueña?- Su voz alivia, permite olvidar…- ¿Quién es tu vida?
-Tú… Solo tú, mi señora…
-¿Y cuál es el nombre de tu señora?
-Ovatha…
-Dilo, quiero oírlo.
-Ovatha… Ovatha…
-Dilo hasta que ya no exista nada más…
-Ovatha…. Ovatha… Ovatha….
Hasta que las palabras alcanzan a los latidos y se unen al dolor, se diluyen en él, se mezclan con el sufrimiento hasta que son parte de él, rompiéndole los tímpanos, clavándose en la mente.
-Ovatha…
Latidos. Latidos que suenan dentro y alrededor. Latidos que resuenan en su mente. Abismo de miles de colores que cambian, se mezclan y se separan en la eterna danza. Sin aire. Sin tacto. Sólo oscuridad y dolor y latidos. Dolor. El dolor que está, que permanece, que siempre sigue… el dolor… el dolor de cada cambio… El dolor de cada latido… el eterno sufrimiento, percibiendo lo que crece dentro de él… Deseando despertar con cada segundo, con cada eternidad, deseando despertar o morir para siempre, sintiendo el más profundo dolor que jamás un hombre haya podido sufrir… sintiendo mil agujas que se clavan en cada poro de su piel, sintiendo su interior romperse, moverse y retorcerse de dolor y sin poder girarse ni gritar ni saber por qué… tan sólo percibiendo cada latido, cada segundo, tan sólo sintiendo el dolor… siempre flotando en el abismo de oscuridad, sintiendo que los huesos se hielan y la carne arde, sintiendo la muerte en cada rincón. Muerte... Vida que viene de la muerte… Luces que ciegan, colores que cambian, formas inexistentes, flotando en la nada más absoluta, rodeado de dolor y de sombras… hasta que la voz vuelve…
-¿Quién te ha de cuidar?- Suave, femenina, sensual- ¿Quién te ha de salvar?
-Tú, mi señora.- Sólo un pensamiento, un grito…
-¿A quién proteges? - Susurra, insinuante- ¿A quién amas y adoras?… ¿A quién deseas?
-A ti, mi señora…. -Hasta los pensamientos producen dolor allí.
-¿Quién es tu dueña?- Su voz alivia, permite olvidar…- ¿Quién es tu vida?
-Tú… Solo tú, mi señora…
-¿Y cuál es el nombre de tu señora?
-Ovatha…
-Dilo, quiero oírlo.
-Ovatha… Ovatha…
-Dilo hasta que ya no exista nada más…
-Ovatha…. Ovatha… Ovatha….
Hasta que las palabras alcanzan a los latidos y se unen al dolor, se diluyen en él, se mezclan con el sufrimiento hasta que son parte de él, rompiéndole los tímpanos, clavándose en la mente.
-Ovatha…
15 Comentarios