Escrito por Cronos el martes, 23 de febrero de 2010
Con la costa a sotavento.
Aquello era algo, indudablemente. Era un punto blanco, lejos, en el horizonte. Subía y bajaba con las enormes olas, y lo perdía de vista cada dos por tres, pero estaba claro, estaba allí. Benybeck se encaramó a la proa del barco y volvió a fijar la mirada en el horizonte. Cada vez estaba más seguro, casi podría jurarlo, tenía que ser otro barco. Llevaba tres días mirando hacia delante, y sin ver nada más que agua subiendo y bajando en la distancia. Tres días de tormenta ininterrumpida, y por si fuera poco, Nird le había dicho que a veces duraban semanas. Semanas así. Desde luego, el barril de manzanas comparado con esto era el paraíso. Aunque el mismo Nird le había dicho también que parecía que la tormenta aflojaba, incluso él se había dado cuenta de que las olas ahora eran menos empinadas, y por eso se había encaramado al mástil para intentar ver mejor el barco o lo que fuera que estaba a lo lejos.
Estaba tan concentrado en ver si volvía a asomarse el punto blanco, que no se dio cuenta de que estaban comenzando a bajar por la pendiente de una ola especialmente grande. Ahora entendía por qué le habían dicho que subirse ahí era peligroso. Avanzaba hacia el agua a una velocidad impresionante, y estaba bastante claro que iba a sumergirse en ella cuando el barco llegara abajo. Y lo peor era que no le daba tiempo a volver a la cubierta, así que se amarró a uno de los cabos que colgaban del mástil, y apretó con fuerza, esperando aguantar el choque con el agua. Y la verdad es que tuvo algo de suerte, porque el impacto fue brutal. De pronto se volvió todo negro, y notó el agua helada empapándole por completo. Fue sólo un momento, pero el golpe fue lo suficientemente fuerte como para hacerle soltar el mástil. Notó cómo golpeaba de nuevo el agua, y luego algo mucho más duro. La única vía de escape que tenía era la cuerda que le estaba destrozado la muñeca. Aferró el cabo con las dos manos y tiró con las fuerzas que le quedaban. Entonces volvió a notar el aire en su cara, y aspiró con todas sus fuerzas.
-¡Benybeck!- Una voz venía de arriba- ¡Agárrate fuerte, vamos a sacarte!
Sin duda era el contramaestre, así que decidió hacerle caso. Estaba aturdido por los golpes y por el agua helada, pero aún tenía arrestos para agarrarse con fuerza a la cuerda. Pronto notó como le izaban, y en cuanto pudo agarrarse a las redes de seguridad que colgaban del lateral del barco, comenzó a trepar hacia arriba. La verdad es que estaba impresionado. Casi había llegado a la mitad del barco colgado de aquel cabo, y sólo habían pasado unos segundos. El rostro ceñudo del contramaestre, vestido con un traje de aguas de lona, destacaba en medio de las caras de varios marineros que miraban, entre la curiosidad y el asombro, por la borda del barco. Benybeck sacó su mejor sonrisa mientras miraba hacia arriba, con los mechones de pelo largo cayéndole alrededor de la cara, y sin dejar de trepar.
-Tranquilos, chicos, estoy bien.
-¡Bien! ¡Que estás bien!- El rugido del contramaestre se oyó por encima del viento y las olas- ¡No te has matado de milagro! ¡Cuántas veces te he dicho que no te acercaras a ese mástil! ¡Cuántas veces te he dicho que las tormentas son peligrosas! ¡Cuántas veces te...!
-Tranquilo, Johan, éste no era mi día. – Se encaramó por la borda y saltó a la cubierta del barco.- Además, morir ahogado en agua helada no creo que resulte especialmente divertido. Casualmente, un tío abuelo mío murió así, y por lo que decían, no le hizo mucha gra...
-¡Ni siquiera después de esto te asustas!- El contramaestre bramaba, algo inclinado para gritar mas cerca de la cara del miuven.- ¡Es que estás loco!
-Los miuvii no tenemos miedo. Deberías saberlo.- Benybeck puso cara de sabihondo.- Pero he aprendido la lección, no volveré a hacer algo así. No me apetece morirme ahogado y congelado a la vez. Por cierto, ¿habéis visto ya el barco?
-¿Barco? ¿Un barco? – El contramaestre no tenía demasiado claro qué le confundía más, si la actitud del miuven, o la noticia que le estaba dando. Al menos, había dejado de gritar.
-Sí, un barco, justo hacia... hacia delante... Proa, se dice ¿no?
-Sí, se dice... ¡Nird!- De nuevo, gritó hasta hacer parecer silencioso al viento.- ¡Cabeza de chorlito! ¿Hay algún barco a la vista?
-Los miuvii tenemos muy buena vista, Johan, no le riñas a Nird, no creo que lo hubiera podido ver.
-¡Nada, señor!- Benybeck no sabía como alguien podía gritar con voz temblorosa, pero Nird lo había conseguido.
-¡Fíjate a proa! ¡Benybeck dice que vio algo!- Dirigió su mirada al miuven. A su alrededor, se había reducido la aglomeración de marineros, que habían vuelto a sus quehaceres. – Siempre que veas un barco que no hayamos visto antes, nos avisas, ¿entiendes?
-Ah, bueno. No sabía que fuera tan importante. La próxima vez se lo diré a alguien.- Benybeck sonreía inocentemente.- Ahora me dejas ir a ponerme ropa seca, ¿verdad? Voy a acabar constipado. Y eso que los miuvii resistimos muy bien el…
El contramaestre dejó de prestarle atención al miuven y comenzó a gritarles a tres marineros que estaban mirando lo que ocurría, y que volvieron rápidamente a sus labores. En poco tiempo, Benybeck estaba de nuevo en cubierta, con sus ropas ya secas. Entonces sonó de nuevo la voz, ahora emocionada, de Nird.
-¡Barco a la vista! ¡Barco a la vista!
-¡Por dónde, grumete!- La voz del capitán se oyó sobre toda la cubierta. Como siempre estaba en el castillo de popa, mirando hacia el horizonte con rostro melancólico, aunque la tormenta le hacía aparentar aún más triste y aún más despiadado.
-¡A proa, señor! ¡Está lejos, muy lejos!
El contramaestre subió a toda prisa al castillo, y Benybeck subió detrás de él. Saludó con una sonrisa a Ika y a Kurt, y después se sentó en una barandilla, dispuesto a enterarse de lo que estaba pasando. La mano de Lamar, que acababa de subir al castillo le bajó de un empujón, a la vez que le echaba una mirada de reproche. Decidió quedarse sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la barandilla.
-¿Doy alguna orden, señor?
- La verdad es que no sabemos nada sobre ese barco. – El capitán hablaba con su frialdad habitual.-A esta distancia es casi imposible saber quién es. Lo que está claro es que, en medio de esta tormenta, y en el lugar en el que estamos, ha de ser un barco grande y de calidad. Nadie se atrevería a salir con este tiempo si no dispusiese de un barco en condiciones. Podría ser cualquiera. Por otro lado, con este viento poco podremos cambiar el rumbo. Le seguiremos hasta ver mejor qué es.
- Capitán, el continente…
- Sí, lo sé, pero la tormenta tendría que acrecentarse mucho más para que nos arrastre hasta allí, y ha comenzado a arreciar.- Eidon miró a los ojos al contramaestre.-Podrían ser Jacob o Xiara, y todavía tenemos un día o dos de margen. Seguiremos en el mismo rumbo. – El capitán giró su cabeza hacia Benybeck- Beny, ¿podrías subir junto a Nird sin matarte y sin poner en riesgo a nadie?
- Por supuesto, Eidon.- El Miuven sonreía ante la perspectiva de hacer algo nuevo.
- Cuéntale a Nird lo que veas de ese barco, él decidirá lo que debe contarme. De todos modos subiré de cuando en cuando. – El miuven ya corría bajando las escaleras del castillo, emocionado por su nueva tarea.
- ¡Sí, mi capitán!
Benybeck ni siquiera giró la cabeza para contestar, y en poco tiempo, y tras recibir las reprimendas de varios marineros por su manera de trepar, subió hasta el palo más alto del barco, donde Nird estaba sentado agarrado al mástil con un brazo mientras que con el otro intentaba apartarse el pelo húmedo de los ojos.
Aquello era algo, indudablemente. Era un punto blanco, lejos, en el horizonte. Subía y bajaba con las enormes olas, y lo perdía de vista cada dos por tres, pero estaba claro, estaba allí. Benybeck se encaramó a la proa del barco y volvió a fijar la mirada en el horizonte. Cada vez estaba más seguro, casi podría jurarlo, tenía que ser otro barco. Llevaba tres días mirando hacia delante, y sin ver nada más que agua subiendo y bajando en la distancia. Tres días de tormenta ininterrumpida, y por si fuera poco, Nird le había dicho que a veces duraban semanas. Semanas así. Desde luego, el barril de manzanas comparado con esto era el paraíso. Aunque el mismo Nird le había dicho también que parecía que la tormenta aflojaba, incluso él se había dado cuenta de que las olas ahora eran menos empinadas, y por eso se había encaramado al mástil para intentar ver mejor el barco o lo que fuera que estaba a lo lejos.
Estaba tan concentrado en ver si volvía a asomarse el punto blanco, que no se dio cuenta de que estaban comenzando a bajar por la pendiente de una ola especialmente grande. Ahora entendía por qué le habían dicho que subirse ahí era peligroso. Avanzaba hacia el agua a una velocidad impresionante, y estaba bastante claro que iba a sumergirse en ella cuando el barco llegara abajo. Y lo peor era que no le daba tiempo a volver a la cubierta, así que se amarró a uno de los cabos que colgaban del mástil, y apretó con fuerza, esperando aguantar el choque con el agua. Y la verdad es que tuvo algo de suerte, porque el impacto fue brutal. De pronto se volvió todo negro, y notó el agua helada empapándole por completo. Fue sólo un momento, pero el golpe fue lo suficientemente fuerte como para hacerle soltar el mástil. Notó cómo golpeaba de nuevo el agua, y luego algo mucho más duro. La única vía de escape que tenía era la cuerda que le estaba destrozado la muñeca. Aferró el cabo con las dos manos y tiró con las fuerzas que le quedaban. Entonces volvió a notar el aire en su cara, y aspiró con todas sus fuerzas.
-¡Benybeck!- Una voz venía de arriba- ¡Agárrate fuerte, vamos a sacarte!
Sin duda era el contramaestre, así que decidió hacerle caso. Estaba aturdido por los golpes y por el agua helada, pero aún tenía arrestos para agarrarse con fuerza a la cuerda. Pronto notó como le izaban, y en cuanto pudo agarrarse a las redes de seguridad que colgaban del lateral del barco, comenzó a trepar hacia arriba. La verdad es que estaba impresionado. Casi había llegado a la mitad del barco colgado de aquel cabo, y sólo habían pasado unos segundos. El rostro ceñudo del contramaestre, vestido con un traje de aguas de lona, destacaba en medio de las caras de varios marineros que miraban, entre la curiosidad y el asombro, por la borda del barco. Benybeck sacó su mejor sonrisa mientras miraba hacia arriba, con los mechones de pelo largo cayéndole alrededor de la cara, y sin dejar de trepar.
-Tranquilos, chicos, estoy bien.
-¡Bien! ¡Que estás bien!- El rugido del contramaestre se oyó por encima del viento y las olas- ¡No te has matado de milagro! ¡Cuántas veces te he dicho que no te acercaras a ese mástil! ¡Cuántas veces te he dicho que las tormentas son peligrosas! ¡Cuántas veces te...!
-Tranquilo, Johan, éste no era mi día. – Se encaramó por la borda y saltó a la cubierta del barco.- Además, morir ahogado en agua helada no creo que resulte especialmente divertido. Casualmente, un tío abuelo mío murió así, y por lo que decían, no le hizo mucha gra...
-¡Ni siquiera después de esto te asustas!- El contramaestre bramaba, algo inclinado para gritar mas cerca de la cara del miuven.- ¡Es que estás loco!
-Los miuvii no tenemos miedo. Deberías saberlo.- Benybeck puso cara de sabihondo.- Pero he aprendido la lección, no volveré a hacer algo así. No me apetece morirme ahogado y congelado a la vez. Por cierto, ¿habéis visto ya el barco?
-¿Barco? ¿Un barco? – El contramaestre no tenía demasiado claro qué le confundía más, si la actitud del miuven, o la noticia que le estaba dando. Al menos, había dejado de gritar.
-Sí, un barco, justo hacia... hacia delante... Proa, se dice ¿no?
-Sí, se dice... ¡Nird!- De nuevo, gritó hasta hacer parecer silencioso al viento.- ¡Cabeza de chorlito! ¿Hay algún barco a la vista?
-Los miuvii tenemos muy buena vista, Johan, no le riñas a Nird, no creo que lo hubiera podido ver.
-¡Nada, señor!- Benybeck no sabía como alguien podía gritar con voz temblorosa, pero Nird lo había conseguido.
-¡Fíjate a proa! ¡Benybeck dice que vio algo!- Dirigió su mirada al miuven. A su alrededor, se había reducido la aglomeración de marineros, que habían vuelto a sus quehaceres. – Siempre que veas un barco que no hayamos visto antes, nos avisas, ¿entiendes?
-Ah, bueno. No sabía que fuera tan importante. La próxima vez se lo diré a alguien.- Benybeck sonreía inocentemente.- Ahora me dejas ir a ponerme ropa seca, ¿verdad? Voy a acabar constipado. Y eso que los miuvii resistimos muy bien el…
El contramaestre dejó de prestarle atención al miuven y comenzó a gritarles a tres marineros que estaban mirando lo que ocurría, y que volvieron rápidamente a sus labores. En poco tiempo, Benybeck estaba de nuevo en cubierta, con sus ropas ya secas. Entonces sonó de nuevo la voz, ahora emocionada, de Nird.
-¡Barco a la vista! ¡Barco a la vista!
-¡Por dónde, grumete!- La voz del capitán se oyó sobre toda la cubierta. Como siempre estaba en el castillo de popa, mirando hacia el horizonte con rostro melancólico, aunque la tormenta le hacía aparentar aún más triste y aún más despiadado.
-¡A proa, señor! ¡Está lejos, muy lejos!
El contramaestre subió a toda prisa al castillo, y Benybeck subió detrás de él. Saludó con una sonrisa a Ika y a Kurt, y después se sentó en una barandilla, dispuesto a enterarse de lo que estaba pasando. La mano de Lamar, que acababa de subir al castillo le bajó de un empujón, a la vez que le echaba una mirada de reproche. Decidió quedarse sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la barandilla.
-¿Doy alguna orden, señor?
- La verdad es que no sabemos nada sobre ese barco. – El capitán hablaba con su frialdad habitual.-A esta distancia es casi imposible saber quién es. Lo que está claro es que, en medio de esta tormenta, y en el lugar en el que estamos, ha de ser un barco grande y de calidad. Nadie se atrevería a salir con este tiempo si no dispusiese de un barco en condiciones. Podría ser cualquiera. Por otro lado, con este viento poco podremos cambiar el rumbo. Le seguiremos hasta ver mejor qué es.
- Capitán, el continente…
- Sí, lo sé, pero la tormenta tendría que acrecentarse mucho más para que nos arrastre hasta allí, y ha comenzado a arreciar.- Eidon miró a los ojos al contramaestre.-Podrían ser Jacob o Xiara, y todavía tenemos un día o dos de margen. Seguiremos en el mismo rumbo. – El capitán giró su cabeza hacia Benybeck- Beny, ¿podrías subir junto a Nird sin matarte y sin poner en riesgo a nadie?
- Por supuesto, Eidon.- El Miuven sonreía ante la perspectiva de hacer algo nuevo.
- Cuéntale a Nird lo que veas de ese barco, él decidirá lo que debe contarme. De todos modos subiré de cuando en cuando. – El miuven ya corría bajando las escaleras del castillo, emocionado por su nueva tarea.
- ¡Sí, mi capitán!
Benybeck ni siquiera giró la cabeza para contestar, y en poco tiempo, y tras recibir las reprimendas de varios marineros por su manera de trepar, subió hasta el palo más alto del barco, donde Nird estaba sentado agarrado al mástil con un brazo mientras que con el otro intentaba apartarse el pelo húmedo de los ojos.
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