Escrito por Cronos el miércoles, 26 de mayo de 2010
En el centro de la tormenta.
Habían perdido toda pista del barco al que perseguían durante la noche. En cuanto había comenzado a oscurecer habían dejado de verlo. El Intrépido continuaba subiendo y bajando enormes crestas provocadas por el oleaje. Sabía que estaban acercándose al barco, porque incluso Nird pudo verlo sin problemas hasta poco antes de que anocheciese, pero había sido imposible darle alcance antes de perderlo completamente de vista en la penumbra.
Por la mañana, el contramaestre despertó a Benybeck en cuanto comenzó a clarear para que volviera al puesto de vigía. Cuando el miuven llegó arriba y se acomodó en la cofa, con el sueño aún pegado a los ojos, vio en la distancia una imagen sorprendente. Parecía como si, por delante de ellos, a bastante distancia, la tormenta se terminase. Simplemente, a partir de un punto, no había tormenta. Pero lo que hizo que el miuven se limpiase el agua que le caía sobre los ojos para asegurarse de que estaba viendo lo que estaba viendo fue que no había un barco, sino dos, en la dirección en la que avanzaban. Ambos barcos estaban inmóviles, uno junto al otro, como si los hubiesen atado al fondo y entre sí. Nird llegó arriba en ese momento.
-Oye Nird... tengo dos preguntas.
-¿Eh? Ah... sí, dime.-Nird se acabó de acomodar en la cofa y sin prestarle mucha atención al inmenso océano que les rodeaba comenzó a roer una manzana con avidez.
-Oye... ¿es normal que las tormentas se acaben así de repente?
-Mmm será el centro... en el centro de las tormentas hay una zona de calma.-Nird bostezó y le dio otro mordisco a la manzana- El efecto es bastante extraño... siempre me ha gus...
-¿Y que los barcos se multipliquen?
-¿Qué?
-Sí, mira, ahora hay dos barcos en lugar de uno. Y están quietos.
-¿Qué?
Nird se limpió los ojos y miró hacia donde le señalaba el miuven. Inmediatamente se puso en pie y comenzó a gritar. Con la excitación se le resbaló la manzana de la mano y cayó a cubierta, lo que le valió varios improperios de los marineros que trabajaban por allí cerca.
-¡Capitán! ¡Capitán! ¡Barco a la vista señor!
El capitán estaba subiendo al castillo de popa en esos momentos. Su voz resonó por encima de la cubierta.
-¿Es el de ayer, Nird?
-¡Señor, son dos!... ¡y parecen abordados!
-¿Identificas alguno?
-Señor, juraría que uno de ellos es El Ermitaño, y el otro parece de factura imperial.
El capitán dio media vuelta y se dirigió al palo mayor. Los tripulantes le abrieron paso inmediatamente y permanecieron alerta, pues sabían que era probable que hubiera que trabajar duro pronto, para hacer alguna maniobra. A pesar de la dificultad de la escalada en medio de esa tormenta, el capitán llegó en poco tiempo junto a Nird y Benybeck, y comenzó a otear hacia el punto donde estaban ambos barcos.
-Benybeck, ¿ves movimiento?
-¿Movimiento?
-Sí, gente moviéndose en los barcos.
-Mmm, no me había fijado en ese detalle, pero no. No hay absolutamente nadie en ninguno de los dos barcos. ¿Es importante?
-Mucho, Beny. Mucho.-El capitán se incorporó y gritó hacia cubierta.- ¡Timonel! ¡Diez grados a estribor! ¡Johan!-El contramaestre giró su cabeza hacia arriba inmediatamente.- ¡Despliega más vela, vamos a entrar en el centro y necesitamos algo de velocidad!
El contramaestre comenzó a dar gritos para que los marineros se pusieran en marcha. Eidon miraba continuamente hacia los barcos inmóviles. Nada parecía cambiar.
-Vaya, capitán.-El miuven miraba hacia los barcos abordados despreocupadamente.-No hay nadie. Seguro que no. ¿Qué les pudo suceder? Parece extraño, ¿no?
-Lo es, Beny. Estoy muy preocupado por la suerte de Jacob y de sus hombres. Es posible que les atraparan y que dejasen los barcos ahí por falta de marineros. Esos galeones del imperio son muy difíciles de manejar, y necesitan muchos hombres. Pero ese barco no es un galeón. Es mucho más pequeño y tiene un diseño extraño. Fíjate en ese hueco que tiene de la bodega hasta el puente. Y con este tiempo me niego a creer que un galeón pudiese atrapar a Jacob.
-Sí que es raro, señor. Nunca había visto ninguno así.-Fue Nird el que contestó. Ahora miraba concentrado a los dos barcos.
-Sabremos más pronto.-El barco había aumentado su velocidad bastante, y ahora el viento y la lluvia parecían golpear con mayor fuerza. El capitán miraba una y otra vez los mástiles del barco, preocupado por los crujidos que se oían.-No tardaremos en alcanzarles. Necesito que os quedéis aquí y tengáis los ojos bien abiertos. Avisadme de cualquier cosa extraña que veáis.
-Eidon....-El capitán estaba comenzando a bajar por el mástil.-Hay algo más... ahora que estamos más cerca lo puedo ver mejor.
-¿Qué es lo que ves, Beny?-El capitán se detuvo en su bajada y miró hacia los barcos de nuevo.
-Son... cosas.-El miuven mantenía la vista clavada en los barcos y se quitaba los mechones de pelo empapado que el viento le empujaba hacia los ojos.- No sé lo que son, no lo acabo de identificar, pero parece que están esparcidas por la cubierta de los dos barcos.
-Cuando lo sepas, grítalo, o que lo haga Nird. Cuando entremos en el centro el tiempo será mucho mejor, y entraremos muy pronto.
Y la verdad es que era así. Antes de que el capitán llegase al castillo de popa, como por arte de magia, el viento se redujo y dejó de llover. Poco tiempo después lucía el sol. Ahora el miuven pudo ver lo que había en la cubierta, y no le gustó demasiado.
-Nird. Ya sé lo que son.
-¿Y qué son?-Nird tenia puesta su mano sobre los ojos para que el sol no le molestara, pero no era capaz de distinguir aún prácticamente nada de las cubiertas de ambos barcos.
-Muertos.
Nird miró al miuven y se puso pálido, como si fuese a vomitar la media manzana que había desayunado.
-Mue... mue... ¿Qué rayos significa mue...?
-Muertos, Nird.- El miuven parecía serio pero no preocupado.-De hace tiempo. Esqueletos, diría yo... muchos tienen las armaduras puestas. Y algunos hasta llevan armas en las manos.
-Yo...-Nird hizo ademán de ir a gritar algo a cubierta, pero lo pensó mejor- ¿Por qué no bajas y se lo cuentas al capitán? Si grito lo que me acabas de decir la mitad de los marineros se morirán de miedo.
-¿Como tú?-El miuven sonreía pícaro mientras se agarraba al palo para bajar.
-Sí, como yo.-Nird no parecía nada ofendido.
El miuven se deslizó ágilmente por el mástil y fue corriendo hasta el castillo. En cuanto le vio llegar, el capitán se dirigió inmediatamente hacia él.
-¿Qué ocurre?
-Eidon... hay... algo extraño. Y no me lo explico mucho, la verdad.
-Vamos, di lo que sea.- La voz de Kurt, que junto con Ika se había acercado al miuven también, resonó en todo el castillo de popa.
-Muertos. De hace tiempo. Parecen esqueletos o algo así. Algunos hasta llevan armaduras y armas...-Todos permanecían en silencio, lo que animó a Benybeck a seguir hablando alegremente.- Pero no os preocupéis, no creo que sean peligrosos, yo los he visto iguales pero que se movían... y no creáis, tenían muy mala intención, un día uno casi me corta varias trenzas pero...
-¿Muertos? ¿Esqueletos?-La voz del capitán parecía mezcla de incredulidad y tensión.
-Ni más ni menos, Eidon... mondos y lirondos, añadiría.
-No... No puede ser. Es completamente imposible. A no ser que sea cosa de magia.
-¿Y si fuese una enfermedad, señor?-Ika habló con su extraña voz neutra y queda.-Hemos visto casos así antes.
-Pero una enfermedad no deja a todos sin carne. Tendría que haber pasado muchísimo tiempo para que sólo quedasen los esqueletos. Estamos demasiado lejos de ninguna costa como para que llegasen pájaros. No. Algo extraño pasa. Nos acercaremos, pero no demasiado, a ver si podemos averiguar algo. Intentaremos no perder velocidad.
El barco se deslizaba rápido y silencioso hacia las dos naves que flotaban plácidamente en el centro de la tormenta. El Intrépido estaba en silencio, pues el rumor primero y la horrible visión después hicieron que toda la tripulación se mantuviese inmóvil, hablando en susurros. Pronto todos comprobaron lo que el miuven había dicho. Las dos naves estaban cubiertas de cadáveres. Algunos parecían marineros al servicio del imperio. A los otros los pudieron reconocer por vestir los ropajes que habitualmente llevaban los marineros de El Ermitaño. Pronto estuvieron a menos de cien metros de distancia. Algunos marineros reconocían los cadáveres de amigos por sus ropas y se lo hacían saber a sus compañeros más cercanos en susurros, como si el mentar su muerte en voz alta pudiese traer el mismo destino para ellos. El silencio podría cortarse con una espada, exceptuando el sonido de las olas al golpear el casco de los barcos y el del viento al pasar por entre los cordajes, cuando la aguda voz de Nird resonó sobre la cubierta.
-¡Algo en el agua! ¡Hay algo en el agua!-El grito de Nird parecía apremiante.
Muchos fueron los que se asomaron por la borda para comprobar como una gran mancha oscura, claramente visible gracias a la luz del sol, se acercaba al barco bajo el agua, rodeada por infinidad de manchas más pequeñas. Parte de esa nube de manchas menores estaba rodeando ya el barco. Entonces el grito aterrador de uno de los marineros sonó en toda la cubierta. El hombre había caído hacia atrás, con sus manos intentando sacarse algo de la cara, gritando horriblemente. Varios gritos más siguieron al primero, y entonces se oyó la apremiante voz del capitán sobre toda la cubierta.
-¡Apartaos de la borda! ¡Rápido!-Como activados por un resorte, acostumbrados a las órdenes del capitán, los marineros las cumplieron inmediatamente.- ¡Preparaos para defenderos, sacad las armas! ¡Quiero a dos cuadrillas en los mástiles listas para desplegar más velamen a mi orden! ¡Vamos! ¡Vamos!
De pronto, todo fue movimiento en la cubierta. La mayor parte de los hombres estaban armados o lo estuvieron raudamente, y los que no, corrieron a los mástiles, prestos para cumplir las órdenes de su capitán. Una infinidad de extraños seres, similares a pulpos aunque de un tamaño mucho mayor, casi la mitad de un hombre, y cubiertos por una capa de pequeñas escamas recubiertas por una sustancia oscura y viscosa, comenzó a pasar por la borda del barco y a abalanzarse sobre los asustados marineros, que evitaban como podían a las extrañas criaturas. Aquellos seres se movían rápido y buscaban ansiosamente el contacto con la carne de sus rivales. Los marineros se defendían bravamente y pronto comenzaron a amontonarse los cadáveres de aquellos seres junto a la borda. Lo que más aterrorizaba a los marineros era el efecto que producían en aquellos a los que lograban tocar. Cuando retiraban sus tentáculos, lo que quedaba debajo de ellos era hueso descarnado. Y aquellos que recibían su contacto, aunque fuese de manera ligera, al poco tiempo caían al suelo, inmovilizados y entre estertores para enfrentarse a una horrible muerte.
Sobre el castillo de popa las cosas estaban bastante controladas. Había varios marineros intentando mantener a raya a las criaturas, y tanto el Capitán como Kurt e Ika eran hábiles luchadores. Muchas porciones de tentáculos aún retorciéndose yacían sobre el puente, pues Kurt había reventado a muchos con su hacha. Ika se mantenía detrás del capitán, disparando certeramente flecha tras flecha a los que intentaban pasar de la barandilla. El capitán también se movía de manera ágil, ayudando a sus hombres y defendiéndose él mismo con gran habilidad. El miuven procuró no quedarse al alcance de ninguno de los seres, empeño en el que las flechas de Ika le ayudaron tanto como su propia agilidad.
-¡Señor! ¡Señor! –La voz de Nird resonó sobre la cubierta del Intrépido.- ¡El grande! ¡Va a chocar contra la popa! ¡Está saliendo!
-¡El arbalesto!-El capitán dio la orden sin que pasara un solo segundo, y Kurt e Ika respondieron con la misma presteza.
Kurt mató de dos golpes rápidos a dos de esos extraños pulpos que se interponían en su camino hacia la enorme ballesta de madera con la que aseguraban los arpones de abordajes o lanzaban flechas incendiarias durante las batallas navales. Ika acabó con tres más que se asomaron en las cercanías del arma y comenzó a cargarla. El resto de marineros se situó para defender la posición. El capitán echó un vistazo rápido. El ser era descomunal, del tamaño de una ballena mediana, y parecía muy similar en su forma, que no en su tamaño, a los pulpos más pequeños. Tenía más tentáculos, y en proporción eran más largos. De la superficie del agua emergía parte de su enorme cabeza, y en medio, un enorme ojo de color negro como la noche. Parecía como si el enorme ser quisiese ver lo que ocurría fuera del agua. De vez en cuando los enormes tentáculos, lo suficientemente largos como para que el ser pudiese atacar con ellos la cubierta del barco, asomaban por encima de la superficie. Agarrados a ellos había gran cantidad de los pulpos pequeños. Parecía que no sólo iba a utilizar los tentáculos para luchar con ellos, sino que además le servirían como transporte a sus soldados.
-¡Ahí viene!, ¡y viene rápido! ¡Es muy grande... podría hacer daño al casco si no lo detenemos!- Nird era un espectador privilegiado.
-Tendremos que levantar el arbalesto o no le daremos. Se acerca demasiado rápido.
Kurt tiró su gran hacha al suelo y con sus manos comenzó a hacer fuerza para levantarlo. Ika ya había terminado de cargarlo y ahora estaba situada tras el arma, con su mano en el tirador que lo disparaba. En contra de lo que podía parecer, Kurt demostró una descomunal fuerza al levantar la enorme ballesta, haciendo palanca sobre el apoyo de ésta en la borda, y tras colocarla sobre su hombro, agachado, comenzó a levantarla aún más con la fuerza de sus piernas. Pronto, el arma apuntaba ya hacia abajo.
-Kurt, necesito que la levantes un poco más. Sólo un poco. Eso es. Ahora muévela hacia la derecha. Un poco más. Vamos. Sólo voy a poder disparar una vez, así que es mejor que no fallemos. –Kurt resoplaba con el esfuerzo. Eidon luchaba codo con codo junto a los marineros para mantener a las criaturas a raya. Benybeck intentaba ayudar a Kurt como buenamente podía, pero no parecía que su ayuda fuese demasiado efectiva.
-Ya casi está Kurt, vamos, un poco más.-Ika parecía confiar plenamente en la fuerza del enano, que estaba colorado y resoplaba cada vez más.- Un poco más... un poco más...
-No estalles Kurt, por favor, que estoy a tu lado.-Kurt gruñó al miuven por su broma, pero no desfalleció.
Todos los marineros que permanecían vivos escucharon el sonido vibrante de la recia soga y de la madera al impulsar el enorme proyectil. También pudieron oír el silbido del arpón al surcar el aire, e igual de nítido oyeron el sonido agudo y chirriante que siguió al impacto. El arpón golpeó al lado del gran ojo, justo en la zona en la que comenzaban las escamas, y se clavó prácticamente entero en la blanda carne de aquel ser. El agua comenzó a teñirse de un color negruzco, y en poco tiempo aquella enorme criatura perdió mucha velocidad. Un intenso olor como a pescado podrido llenó el aire.
-¡Le ha dado! ¡Le ha dado!-De nuevo la voz aguda de Nird, aunque ahora ya bastante ronca por el exceso de uso-¡Está sangrando! ¡Se hunde! ¡Se está hundiendo!
Tan rápidamente como había comenzado, la pesadilla terminó. Como títeres a los que les cortan las cuerdas, la inmensa mayoría de aquellos seres dejaron de atacar. Se movían confundidos, emitiendo débiles y extraños chillidos lastimeros mientras intentaban abandonar el barco. Los marineros acabaron con ellos sin piedad y rápidamente.
El capitán dio órdenes para largar vela y salir de allí cuanto antes, no sin antes encargarse de que se atendiese a los heridos en la medida de lo posible. También se aseguró de que los restos de aquellos seres fuesen enviados al mar con sumo cuidado, evitando tocarlos para que su veneno no dañase a nadie más, y de que se mantuviesen conservados restos de varios en las mejores condiciones.
Habían ganado, pero el precio había sido alto. Diecisiete de sus hombres habían muerto, y diez más estaban envenenados pero aún vivos. De esos diez, varios habían perdido algún miembro para siempre y otro probablemente la vista, pues la sustancia viscosa le había salpicado en los ojos, y parecía que era aquella especie de baba la que contenía el veneno, o eso era lo que opinaba Lamar.
En poco tiempo todo estuvo en orden, los heridos atendidos y los muertos en la bodega mientras se les preparaba para la ceremonia de despedida en alta mar, que por tradición no podía celebrarse hasta el amanecer. Durante esa ceremonia, también rezarían a los dioses del mar para que diesen cobijo a los hombres de Jacob y a los marineros de la nave del imperio, que habían tenido menos suerte que ellos. Ya se habían alejado, y casi habían llegado al otro lado de la tormenta. Tras ellos, quedaban los dos barcos ardiendo, pues en el último momento les habían prendido fuego con flechas incendiarias para que los cuerpos de los marineros descansasen en el fondo del mar.
-Me retiro a mi camarote, amigos.-La voz del capitán parecía débil, casi distante.-Nos dirigiremos a Zalama. Espero que los nuestros aún aguanten allí, al menos por un tiempo. Los demás también acabarán su ruta allí, supongo, la tormenta les obligará. Ellos no portarán malas noticias como nosotros.
Lamar se acercó a él, y con una confianza que Benybeck sólo había visto en sí mismo, le pasó una mano por el hombro.
-¿Estás bien, Eidon?
-Creo que sí. Aunque me duele haber visto el final de El Ermitaño y de toda su tripulación.
-Acabarían en el fondo del mar de la misma manera Eidon… y apenas tenemos hombres para manejar el Intrépido.
-Lo sé, Lamar. Ya había pensado todo eso. Jacob y el Ermitaño seguirán vivos en nuestras memorias, y yacerán en el mar, que es donde él hubiera deseado yacer. No es sólo eso lo que me preocupa.
Lamar miró inquisitivo al capitán.
-Hay algo que sé y que hace que tema por todos nosotros.
-¿Y qué es?
-Esto es obra de ella. De su dios maldito. Por lo que pude observar del diseño del barco imperial, no me extrañaría nada que esos seres fuesen transportados por ellos, como un arma. El barco tenía un doble casco y la bodega estaba abierta, aunque sobre cubierta aún quedaban paneles de madera lo suficientemente grandes como para taparla. Creo que esos seres iban dentro del barco imperial, un barco ligero y bastante rápido. Si están usando más de ésos, hemos perdido el mar. Son demasiado peligrosos.
-Pero ellos también lo han perdido, entonces.-Lamar parecía más preocupado por la debilidad del capitán que por la importancia que tenía lo que estaba diciendo.-Aunque entiendo que eso no nos sirve de demasiado.
- Y por si no fuese suficiente perder a uno de mis mejores amigos, esto me ha traído a la memoria escenas del pasado. -La voz del capitán sonaba cada vez más débil.- Necesito dormir. Por favor, encárgate de que nadie me moleste si no es por algo realmente importante.
-Lo haré, Eidon. Me encargaré de que tengas el más reparador de los sueños.
Benybeck pudo ver como una lágrima caía por la mejilla del capitán mientras entraba en su camarote.
Habían perdido toda pista del barco al que perseguían durante la noche. En cuanto había comenzado a oscurecer habían dejado de verlo. El Intrépido continuaba subiendo y bajando enormes crestas provocadas por el oleaje. Sabía que estaban acercándose al barco, porque incluso Nird pudo verlo sin problemas hasta poco antes de que anocheciese, pero había sido imposible darle alcance antes de perderlo completamente de vista en la penumbra.
Por la mañana, el contramaestre despertó a Benybeck en cuanto comenzó a clarear para que volviera al puesto de vigía. Cuando el miuven llegó arriba y se acomodó en la cofa, con el sueño aún pegado a los ojos, vio en la distancia una imagen sorprendente. Parecía como si, por delante de ellos, a bastante distancia, la tormenta se terminase. Simplemente, a partir de un punto, no había tormenta. Pero lo que hizo que el miuven se limpiase el agua que le caía sobre los ojos para asegurarse de que estaba viendo lo que estaba viendo fue que no había un barco, sino dos, en la dirección en la que avanzaban. Ambos barcos estaban inmóviles, uno junto al otro, como si los hubiesen atado al fondo y entre sí. Nird llegó arriba en ese momento.
-Oye Nird... tengo dos preguntas.
-¿Eh? Ah... sí, dime.-Nird se acabó de acomodar en la cofa y sin prestarle mucha atención al inmenso océano que les rodeaba comenzó a roer una manzana con avidez.
-Oye... ¿es normal que las tormentas se acaben así de repente?
-Mmm será el centro... en el centro de las tormentas hay una zona de calma.-Nird bostezó y le dio otro mordisco a la manzana- El efecto es bastante extraño... siempre me ha gus...
-¿Y que los barcos se multipliquen?
-¿Qué?
-Sí, mira, ahora hay dos barcos en lugar de uno. Y están quietos.
-¿Qué?
Nird se limpió los ojos y miró hacia donde le señalaba el miuven. Inmediatamente se puso en pie y comenzó a gritar. Con la excitación se le resbaló la manzana de la mano y cayó a cubierta, lo que le valió varios improperios de los marineros que trabajaban por allí cerca.
-¡Capitán! ¡Capitán! ¡Barco a la vista señor!
El capitán estaba subiendo al castillo de popa en esos momentos. Su voz resonó por encima de la cubierta.
-¿Es el de ayer, Nird?
-¡Señor, son dos!... ¡y parecen abordados!
-¿Identificas alguno?
-Señor, juraría que uno de ellos es El Ermitaño, y el otro parece de factura imperial.
El capitán dio media vuelta y se dirigió al palo mayor. Los tripulantes le abrieron paso inmediatamente y permanecieron alerta, pues sabían que era probable que hubiera que trabajar duro pronto, para hacer alguna maniobra. A pesar de la dificultad de la escalada en medio de esa tormenta, el capitán llegó en poco tiempo junto a Nird y Benybeck, y comenzó a otear hacia el punto donde estaban ambos barcos.
-Benybeck, ¿ves movimiento?
-¿Movimiento?
-Sí, gente moviéndose en los barcos.
-Mmm, no me había fijado en ese detalle, pero no. No hay absolutamente nadie en ninguno de los dos barcos. ¿Es importante?
-Mucho, Beny. Mucho.-El capitán se incorporó y gritó hacia cubierta.- ¡Timonel! ¡Diez grados a estribor! ¡Johan!-El contramaestre giró su cabeza hacia arriba inmediatamente.- ¡Despliega más vela, vamos a entrar en el centro y necesitamos algo de velocidad!
El contramaestre comenzó a dar gritos para que los marineros se pusieran en marcha. Eidon miraba continuamente hacia los barcos inmóviles. Nada parecía cambiar.
-Vaya, capitán.-El miuven miraba hacia los barcos abordados despreocupadamente.-No hay nadie. Seguro que no. ¿Qué les pudo suceder? Parece extraño, ¿no?
-Lo es, Beny. Estoy muy preocupado por la suerte de Jacob y de sus hombres. Es posible que les atraparan y que dejasen los barcos ahí por falta de marineros. Esos galeones del imperio son muy difíciles de manejar, y necesitan muchos hombres. Pero ese barco no es un galeón. Es mucho más pequeño y tiene un diseño extraño. Fíjate en ese hueco que tiene de la bodega hasta el puente. Y con este tiempo me niego a creer que un galeón pudiese atrapar a Jacob.
-Sí que es raro, señor. Nunca había visto ninguno así.-Fue Nird el que contestó. Ahora miraba concentrado a los dos barcos.
-Sabremos más pronto.-El barco había aumentado su velocidad bastante, y ahora el viento y la lluvia parecían golpear con mayor fuerza. El capitán miraba una y otra vez los mástiles del barco, preocupado por los crujidos que se oían.-No tardaremos en alcanzarles. Necesito que os quedéis aquí y tengáis los ojos bien abiertos. Avisadme de cualquier cosa extraña que veáis.
-Eidon....-El capitán estaba comenzando a bajar por el mástil.-Hay algo más... ahora que estamos más cerca lo puedo ver mejor.
-¿Qué es lo que ves, Beny?-El capitán se detuvo en su bajada y miró hacia los barcos de nuevo.
-Son... cosas.-El miuven mantenía la vista clavada en los barcos y se quitaba los mechones de pelo empapado que el viento le empujaba hacia los ojos.- No sé lo que son, no lo acabo de identificar, pero parece que están esparcidas por la cubierta de los dos barcos.
-Cuando lo sepas, grítalo, o que lo haga Nird. Cuando entremos en el centro el tiempo será mucho mejor, y entraremos muy pronto.
Y la verdad es que era así. Antes de que el capitán llegase al castillo de popa, como por arte de magia, el viento se redujo y dejó de llover. Poco tiempo después lucía el sol. Ahora el miuven pudo ver lo que había en la cubierta, y no le gustó demasiado.
-Nird. Ya sé lo que son.
-¿Y qué son?-Nird tenia puesta su mano sobre los ojos para que el sol no le molestara, pero no era capaz de distinguir aún prácticamente nada de las cubiertas de ambos barcos.
-Muertos.
Nird miró al miuven y se puso pálido, como si fuese a vomitar la media manzana que había desayunado.
-Mue... mue... ¿Qué rayos significa mue...?
-Muertos, Nird.- El miuven parecía serio pero no preocupado.-De hace tiempo. Esqueletos, diría yo... muchos tienen las armaduras puestas. Y algunos hasta llevan armas en las manos.
-Yo...-Nird hizo ademán de ir a gritar algo a cubierta, pero lo pensó mejor- ¿Por qué no bajas y se lo cuentas al capitán? Si grito lo que me acabas de decir la mitad de los marineros se morirán de miedo.
-¿Como tú?-El miuven sonreía pícaro mientras se agarraba al palo para bajar.
-Sí, como yo.-Nird no parecía nada ofendido.
El miuven se deslizó ágilmente por el mástil y fue corriendo hasta el castillo. En cuanto le vio llegar, el capitán se dirigió inmediatamente hacia él.
-¿Qué ocurre?
-Eidon... hay... algo extraño. Y no me lo explico mucho, la verdad.
-Vamos, di lo que sea.- La voz de Kurt, que junto con Ika se había acercado al miuven también, resonó en todo el castillo de popa.
-Muertos. De hace tiempo. Parecen esqueletos o algo así. Algunos hasta llevan armaduras y armas...-Todos permanecían en silencio, lo que animó a Benybeck a seguir hablando alegremente.- Pero no os preocupéis, no creo que sean peligrosos, yo los he visto iguales pero que se movían... y no creáis, tenían muy mala intención, un día uno casi me corta varias trenzas pero...
-¿Muertos? ¿Esqueletos?-La voz del capitán parecía mezcla de incredulidad y tensión.
-Ni más ni menos, Eidon... mondos y lirondos, añadiría.
-No... No puede ser. Es completamente imposible. A no ser que sea cosa de magia.
-¿Y si fuese una enfermedad, señor?-Ika habló con su extraña voz neutra y queda.-Hemos visto casos así antes.
-Pero una enfermedad no deja a todos sin carne. Tendría que haber pasado muchísimo tiempo para que sólo quedasen los esqueletos. Estamos demasiado lejos de ninguna costa como para que llegasen pájaros. No. Algo extraño pasa. Nos acercaremos, pero no demasiado, a ver si podemos averiguar algo. Intentaremos no perder velocidad.
El barco se deslizaba rápido y silencioso hacia las dos naves que flotaban plácidamente en el centro de la tormenta. El Intrépido estaba en silencio, pues el rumor primero y la horrible visión después hicieron que toda la tripulación se mantuviese inmóvil, hablando en susurros. Pronto todos comprobaron lo que el miuven había dicho. Las dos naves estaban cubiertas de cadáveres. Algunos parecían marineros al servicio del imperio. A los otros los pudieron reconocer por vestir los ropajes que habitualmente llevaban los marineros de El Ermitaño. Pronto estuvieron a menos de cien metros de distancia. Algunos marineros reconocían los cadáveres de amigos por sus ropas y se lo hacían saber a sus compañeros más cercanos en susurros, como si el mentar su muerte en voz alta pudiese traer el mismo destino para ellos. El silencio podría cortarse con una espada, exceptuando el sonido de las olas al golpear el casco de los barcos y el del viento al pasar por entre los cordajes, cuando la aguda voz de Nird resonó sobre la cubierta.
-¡Algo en el agua! ¡Hay algo en el agua!-El grito de Nird parecía apremiante.
Muchos fueron los que se asomaron por la borda para comprobar como una gran mancha oscura, claramente visible gracias a la luz del sol, se acercaba al barco bajo el agua, rodeada por infinidad de manchas más pequeñas. Parte de esa nube de manchas menores estaba rodeando ya el barco. Entonces el grito aterrador de uno de los marineros sonó en toda la cubierta. El hombre había caído hacia atrás, con sus manos intentando sacarse algo de la cara, gritando horriblemente. Varios gritos más siguieron al primero, y entonces se oyó la apremiante voz del capitán sobre toda la cubierta.
-¡Apartaos de la borda! ¡Rápido!-Como activados por un resorte, acostumbrados a las órdenes del capitán, los marineros las cumplieron inmediatamente.- ¡Preparaos para defenderos, sacad las armas! ¡Quiero a dos cuadrillas en los mástiles listas para desplegar más velamen a mi orden! ¡Vamos! ¡Vamos!
De pronto, todo fue movimiento en la cubierta. La mayor parte de los hombres estaban armados o lo estuvieron raudamente, y los que no, corrieron a los mástiles, prestos para cumplir las órdenes de su capitán. Una infinidad de extraños seres, similares a pulpos aunque de un tamaño mucho mayor, casi la mitad de un hombre, y cubiertos por una capa de pequeñas escamas recubiertas por una sustancia oscura y viscosa, comenzó a pasar por la borda del barco y a abalanzarse sobre los asustados marineros, que evitaban como podían a las extrañas criaturas. Aquellos seres se movían rápido y buscaban ansiosamente el contacto con la carne de sus rivales. Los marineros se defendían bravamente y pronto comenzaron a amontonarse los cadáveres de aquellos seres junto a la borda. Lo que más aterrorizaba a los marineros era el efecto que producían en aquellos a los que lograban tocar. Cuando retiraban sus tentáculos, lo que quedaba debajo de ellos era hueso descarnado. Y aquellos que recibían su contacto, aunque fuese de manera ligera, al poco tiempo caían al suelo, inmovilizados y entre estertores para enfrentarse a una horrible muerte.
Sobre el castillo de popa las cosas estaban bastante controladas. Había varios marineros intentando mantener a raya a las criaturas, y tanto el Capitán como Kurt e Ika eran hábiles luchadores. Muchas porciones de tentáculos aún retorciéndose yacían sobre el puente, pues Kurt había reventado a muchos con su hacha. Ika se mantenía detrás del capitán, disparando certeramente flecha tras flecha a los que intentaban pasar de la barandilla. El capitán también se movía de manera ágil, ayudando a sus hombres y defendiéndose él mismo con gran habilidad. El miuven procuró no quedarse al alcance de ninguno de los seres, empeño en el que las flechas de Ika le ayudaron tanto como su propia agilidad.
-¡Señor! ¡Señor! –La voz de Nird resonó sobre la cubierta del Intrépido.- ¡El grande! ¡Va a chocar contra la popa! ¡Está saliendo!
-¡El arbalesto!-El capitán dio la orden sin que pasara un solo segundo, y Kurt e Ika respondieron con la misma presteza.
Kurt mató de dos golpes rápidos a dos de esos extraños pulpos que se interponían en su camino hacia la enorme ballesta de madera con la que aseguraban los arpones de abordajes o lanzaban flechas incendiarias durante las batallas navales. Ika acabó con tres más que se asomaron en las cercanías del arma y comenzó a cargarla. El resto de marineros se situó para defender la posición. El capitán echó un vistazo rápido. El ser era descomunal, del tamaño de una ballena mediana, y parecía muy similar en su forma, que no en su tamaño, a los pulpos más pequeños. Tenía más tentáculos, y en proporción eran más largos. De la superficie del agua emergía parte de su enorme cabeza, y en medio, un enorme ojo de color negro como la noche. Parecía como si el enorme ser quisiese ver lo que ocurría fuera del agua. De vez en cuando los enormes tentáculos, lo suficientemente largos como para que el ser pudiese atacar con ellos la cubierta del barco, asomaban por encima de la superficie. Agarrados a ellos había gran cantidad de los pulpos pequeños. Parecía que no sólo iba a utilizar los tentáculos para luchar con ellos, sino que además le servirían como transporte a sus soldados.
-¡Ahí viene!, ¡y viene rápido! ¡Es muy grande... podría hacer daño al casco si no lo detenemos!- Nird era un espectador privilegiado.
-Tendremos que levantar el arbalesto o no le daremos. Se acerca demasiado rápido.
Kurt tiró su gran hacha al suelo y con sus manos comenzó a hacer fuerza para levantarlo. Ika ya había terminado de cargarlo y ahora estaba situada tras el arma, con su mano en el tirador que lo disparaba. En contra de lo que podía parecer, Kurt demostró una descomunal fuerza al levantar la enorme ballesta, haciendo palanca sobre el apoyo de ésta en la borda, y tras colocarla sobre su hombro, agachado, comenzó a levantarla aún más con la fuerza de sus piernas. Pronto, el arma apuntaba ya hacia abajo.
-Kurt, necesito que la levantes un poco más. Sólo un poco. Eso es. Ahora muévela hacia la derecha. Un poco más. Vamos. Sólo voy a poder disparar una vez, así que es mejor que no fallemos. –Kurt resoplaba con el esfuerzo. Eidon luchaba codo con codo junto a los marineros para mantener a las criaturas a raya. Benybeck intentaba ayudar a Kurt como buenamente podía, pero no parecía que su ayuda fuese demasiado efectiva.
-Ya casi está Kurt, vamos, un poco más.-Ika parecía confiar plenamente en la fuerza del enano, que estaba colorado y resoplaba cada vez más.- Un poco más... un poco más...
-No estalles Kurt, por favor, que estoy a tu lado.-Kurt gruñó al miuven por su broma, pero no desfalleció.
Todos los marineros que permanecían vivos escucharon el sonido vibrante de la recia soga y de la madera al impulsar el enorme proyectil. También pudieron oír el silbido del arpón al surcar el aire, e igual de nítido oyeron el sonido agudo y chirriante que siguió al impacto. El arpón golpeó al lado del gran ojo, justo en la zona en la que comenzaban las escamas, y se clavó prácticamente entero en la blanda carne de aquel ser. El agua comenzó a teñirse de un color negruzco, y en poco tiempo aquella enorme criatura perdió mucha velocidad. Un intenso olor como a pescado podrido llenó el aire.
-¡Le ha dado! ¡Le ha dado!-De nuevo la voz aguda de Nird, aunque ahora ya bastante ronca por el exceso de uso-¡Está sangrando! ¡Se hunde! ¡Se está hundiendo!
Tan rápidamente como había comenzado, la pesadilla terminó. Como títeres a los que les cortan las cuerdas, la inmensa mayoría de aquellos seres dejaron de atacar. Se movían confundidos, emitiendo débiles y extraños chillidos lastimeros mientras intentaban abandonar el barco. Los marineros acabaron con ellos sin piedad y rápidamente.
El capitán dio órdenes para largar vela y salir de allí cuanto antes, no sin antes encargarse de que se atendiese a los heridos en la medida de lo posible. También se aseguró de que los restos de aquellos seres fuesen enviados al mar con sumo cuidado, evitando tocarlos para que su veneno no dañase a nadie más, y de que se mantuviesen conservados restos de varios en las mejores condiciones.
Habían ganado, pero el precio había sido alto. Diecisiete de sus hombres habían muerto, y diez más estaban envenenados pero aún vivos. De esos diez, varios habían perdido algún miembro para siempre y otro probablemente la vista, pues la sustancia viscosa le había salpicado en los ojos, y parecía que era aquella especie de baba la que contenía el veneno, o eso era lo que opinaba Lamar.
En poco tiempo todo estuvo en orden, los heridos atendidos y los muertos en la bodega mientras se les preparaba para la ceremonia de despedida en alta mar, que por tradición no podía celebrarse hasta el amanecer. Durante esa ceremonia, también rezarían a los dioses del mar para que diesen cobijo a los hombres de Jacob y a los marineros de la nave del imperio, que habían tenido menos suerte que ellos. Ya se habían alejado, y casi habían llegado al otro lado de la tormenta. Tras ellos, quedaban los dos barcos ardiendo, pues en el último momento les habían prendido fuego con flechas incendiarias para que los cuerpos de los marineros descansasen en el fondo del mar.
-Me retiro a mi camarote, amigos.-La voz del capitán parecía débil, casi distante.-Nos dirigiremos a Zalama. Espero que los nuestros aún aguanten allí, al menos por un tiempo. Los demás también acabarán su ruta allí, supongo, la tormenta les obligará. Ellos no portarán malas noticias como nosotros.
Lamar se acercó a él, y con una confianza que Benybeck sólo había visto en sí mismo, le pasó una mano por el hombro.
-¿Estás bien, Eidon?
-Creo que sí. Aunque me duele haber visto el final de El Ermitaño y de toda su tripulación.
-Acabarían en el fondo del mar de la misma manera Eidon… y apenas tenemos hombres para manejar el Intrépido.
-Lo sé, Lamar. Ya había pensado todo eso. Jacob y el Ermitaño seguirán vivos en nuestras memorias, y yacerán en el mar, que es donde él hubiera deseado yacer. No es sólo eso lo que me preocupa.
Lamar miró inquisitivo al capitán.
-Hay algo que sé y que hace que tema por todos nosotros.
-¿Y qué es?
-Esto es obra de ella. De su dios maldito. Por lo que pude observar del diseño del barco imperial, no me extrañaría nada que esos seres fuesen transportados por ellos, como un arma. El barco tenía un doble casco y la bodega estaba abierta, aunque sobre cubierta aún quedaban paneles de madera lo suficientemente grandes como para taparla. Creo que esos seres iban dentro del barco imperial, un barco ligero y bastante rápido. Si están usando más de ésos, hemos perdido el mar. Son demasiado peligrosos.
-Pero ellos también lo han perdido, entonces.-Lamar parecía más preocupado por la debilidad del capitán que por la importancia que tenía lo que estaba diciendo.-Aunque entiendo que eso no nos sirve de demasiado.
- Y por si no fuese suficiente perder a uno de mis mejores amigos, esto me ha traído a la memoria escenas del pasado. -La voz del capitán sonaba cada vez más débil.- Necesito dormir. Por favor, encárgate de que nadie me moleste si no es por algo realmente importante.
-Lo haré, Eidon. Me encargaré de que tengas el más reparador de los sueños.
Benybeck pudo ver como una lágrima caía por la mejilla del capitán mientras entraba en su camarote.
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