Escrito por Cronos el jueves, 20 de enero de 2011
Juegos ocultos.
- Si utilizas un poco de estas... se llaman xizark, en el mercado puedes conseguir cuantas quieras... el licor pierde algo de acidez y sabe mucho mejor. Solo necesitas añadir un par de piezas por cada galon de aguardiente. - Maggie, una viuda vecina del barrio que compartía con Jack tanto su aficion a fabricar licores como su aficion a degustarlos, charlaba animadamente desde la parte exterior del extremo de la barra mas proximo a la puerta mientras mostraba al tabernero dos frutas de color rojo vivo y piel brillante. Jack, sonriente, escuchaba los sabios consejos de la mujer, casi diez años mas joven que él, bastante alta para lo habitual en las zalameñas, algo entrada en carnes aunque con sus formas femeninas intactas, o más bien rotundas. Maggie era descendiente de zembabeis que se habian instalado en Zalama hacia varias generaciones, y tenía el tono de piel moreno aunque un poco rojizo de los habitantes de la selva, asi como el pelo lacio y negro como el carbon tan caracteristico en ellos. Tambien poseía otro rasgo tipico de bastantes mujeres zembabei, una complexion ancha y robusta, que la hacía parecer mas grande de lo que realmente era, y le daba a su rostro una expresion de afabilidad y buen humor permanente, que además era acentuada por sus ojos negros, algo oblicuos, no demasiado grandes, y muy vivos. Maggie era de esas personas que parecían sonreir permentemente a la vida, a pesar de que el destino no habia sido demasiado benévolo con ella, puesto que, además de perder a su marido, había perdido a dos de sus tres hijos en la guerra. La hija que le quedaba viva, ya una mujer, habia decidido casarse y trasladarse al interior con su esposo, a la granja que poseia su familia.
Solo habian pasado dos dias desde el ataque que habian sufrido, y estaban preocupados por lo sucedido, asi que habian aumentado las medidas de seguridad en la posada. Ahora habia permanentemente cuatro hombres armados haciendo guardia de forma más o menos disimulada dentro de la taberna, y procuraban que siempre hubiera algun grupo extra de hombres dispuestos a combatir en la parte superior del edificio.
Fiona, que no parecía demasiado afectada por lo sucedido, jugaba a un juego típico de Zalama, consistente en dejar caer una pelota de latak y recoger varios huesecillos de oveja o cabra del suelo mientras la pelota rebotaba en el suelo. De vez en cuando miraba sonriente a Jack y Maggie, como si siempre tuviera un oido puesto en su conversación o en sus ademanes. Maggie se habia dado cuenta de los extraños tatuajes que habian aflorado tenuemente a la vista despues del episodio en el que le habia salvado al vida a Jack. Aunque no había dicho nada, el tabernero se habia dado cuenta de que la viuda los habia visto, y se habia fijado en ellos cuando llegó y cogió a Fiona en brazos.
- Entonces, simplemente, le añado un par de piezas y dejo el licor macerar normalmente, ¿no hace falta retirarlas antes de terminar la maceracion?
- Yo lo que hago es probar cada cierto tiempo.- Maggie puso expresion picara.- Cuando noto que ya no está tan acido, los saco, el licor tiene que tener... mmm... algo que lo haga interesante.
Jack se rio.
- Cierto, cierto, ¡si no podría beberlo cualquier marinero de agua dulce!
Ambos rieron a carcajadas a la vez, lo cual hizo que Fiona les mirara sonriente.
- Vaya, se acerca el mediodia y yo aun no me hice de comer. Creo que hoy haré pastel de carne, y la verdad es que me va a sobrar bastante. - Por un momento, un ramalazo de tristeza cruzo el rostro de la mujer.- Además, estoy un poco aburrida de comer casi siempre yo sola, no me gusta cocinar solo para mi. ¿Quereis probarlo? Me sale estupendamente, digno de la mesa de un rey.
- ¡Siiiiiiiiiii! -Fiona aplaudió. - ¿Podemos, verdad, Jack?
Jack sonrió.
- Claro... aunque, Fiona, si eres tan efusiva voy a pensar que no te gusta mi comida...
- ¡Si que me gusta! Pero... hace mucho tiempo que no como pastel de carne, y me encanta...
- No te preocupes, no me importa... En realidad... - Jack miro a Maggie.- Si quieres echarle un vistazo a mi cocina, ves lo que te falta, y puedes cocinarlo aqui. Si te apetece, claro. Asi, además del pastel, podremos disfrutar de tu compañia.
- Tu lo que quieres es robarme mis secretos de cocinera, ¿no, bribón?
- ¡Por supuesto! ¿No te dije que en otro tiempo fui pirata? ¡Hay cosas que nunca cambian!
Jack se acerco a la entrada de la barra y levanto la parte superior para dejar pasar a Maggie, con gesto caballeresco.
- Por favor mi dama, os ruego que paseis a mi humilde cocina y no seais demasiado dura con las críticas.
Maggie hizo una pequeña reverencia y, siguiendo la broma del tabernero, entró tras la barra como si estuviese caminando a presentar sus respetos a un rey. Jack la siguió hasta la puerta de la cocina, y esperó frente a ella. Todos pudieron oir una carcajada de la mujer.
- ¿Esto que es una cocina o una destilería? ¡Si vendes todo este alcohol puedes emborrachar a todos los barcos de Sanazar juntos!
- Esto... ¿Las dos cosas? La verdad es que soy mas destilero que...
Maggie asomo su rostro sonriente por entre las cortinas que ocultaban la cocina desde la sala principal de la taberna.
- No, si se parece a la mia. Bueno, yo ahora en casa tengo habitaciones de sobra, y por eso tengo cocina, despensa, y la... "habitacion de los licores". Pero... bueno, diría que no tienes mas aguardiente que yo, aunque tampoco mucha menos.
Jack rio a carcajadas.
- ¿Ya sabes qué necesitas?
- Sí, serán un par de cosillas nada más. Iré hasta mi casa y vuelvo antes de que os deis cuenta, o si no comerermos tardísimo.- Maggie, exultante, salió de detrás de la barra y se dirigió a Fiona con acento cantarín.- ¿Quien es la niña mas guapa y mas buena de todo Zalama? ¡A que no me das un beso!
Fiona se puso en pie y se lanzo a los brazos de Maggie, que la subió hasta la altura de su cara y le dio un abrazo y varios besos en la mejilla. Tras dejar a Fiona en el suelo y hacer una burlona reverencia hacia Jack, salio por la puerta, con paso apresurado.
Fiona se subio a la barra, y se sento al lado de Jack, que estaba apoyado en ella mirando como Maggie salía por la puerta y, tras darle un beso en la mejilla, le susurro al oido.
- Me gusta.
A lo que Jack le respondio, casi tímido, tambien en susurros.
- A mi también.
Fiona sonrió feliz, y se bajo de la barra a jugar de nuevo. En aquel momento, Vulkar apareció por la puerta de la posada, apresurado y algo sudoroso, como si hubiera llegado apurando el paso. Los cuatro guardias que estaban en distintos puntos de la posada se tensaron, puesto que el contraluz de la puerta no les dejaba identificar al que habia entrado, pero en cuanto Vulkar saludo todos se relajaron al reconocer su voz.
- Traigo noticias. Y no son buenas. Tengo que hablar con Igram.
Jack echo un vistazo a la posada, y cuando comprobo que no hubiera ningun extraño, respondió.
- Puedes hablar, todos son de confianza. Igram salió, pero volverá pronto.
- He estado averiguando cosas. Sobre los que nos rindieron visita anteayer.
- ¿Y?
- Nos equivocamos en casi todo. Estan pasando demasiadas cosas que no entendemos ni conocemos, y hay mas gente implicada de lo que habríamos pensado.
- Entonces... ¿No eran enviados por Sanazar?
- Si, pero no por quienes creíamos en Sanazar. Ni por los motivos que pensamos. No es por el metal, algo más está sucediendo.
- Si no es por el metal, ¿por que fue?
Vulkar permanecio en silencio, pero miro a Fiona por un momento, y despues miro a Jack.
- No venian a por vosotros, no os querian a vosotros. Solo erais una molestia que había que eliminar. ¿Lo entiendes?
El rostro de Jack se ensombrecio, para enfurecerse al poco tiempo.
- Si, lo entiendo. Tendremos que hablar con Igram y Johan...
En ese momento entró Maggie de nuevo por la puerta haciendo bastante ruido, sonriendo de oreja a oreja, y con un zurron colgando de su espalda cargado de comida y cacharros de cocina. Cuando vio la expresion seria de Jack y Vulkar pareció sorprenderse por un momento, pero inmediatamente recuperó la sonrisa y entró tras la barra, hacia la cocina. Cuando pasó junto a Jack se acercó a el y le habló casi en susurros.
- No habrás pensado en contratar a una cocinera, ¿no? - Tras decir esto, paso la mano por la cintura de Jack en un gesto levísimo, y entró en la cocina. Al poco tiempo, Jack entró tras ella. La mujer estaba atareada picando carne en una tabla de madera.
- Maggie... con respecto a lo de contratar una cocinera...
- ¿Que sucede? Solo era una propuesta. Me aburro bastante desde que se caso mi hijita, y no me importaría echarte una mano con la posada. - Maggie no parecia contrariada. - Además, si vais a criar a Fiona seguro que una mano femenina os será útil.
- Si en realidad... - Jack estaba en pleno conflicto interno. Por un lado le agradaba mucho, hasta demasiado, la compañia de la mujer, pero por otro temía ponerla en peligro.- .. ya había pensado lo que me dices, y en eso no podría estar más de acuerdo. Y añadiría que... que me agrada tu compañía más de lo que estaría dispuesto a admitir delante de cualquier marinero. - Maggie solto un respingo. - El problema es otro.
- ¿Cual es, entonces? - Maggie paró de picar la carne, se limpio las manos con un trapo y se acerco a un metro de Jack. No dejó de sonreir ni por un momento.
- Es posible que corras peligro si estás con nosotros. Este lugar no es seguro, ni creo que ningun lugar sobre este continente lo sea mientras estes a nuestro lado. No querría que sufrieras ningun daño por mi causa.
De pronto, Maggie miró a Jack a los ojos. Su rostro se volvió serio, solemne, incluso fuerte, y a la vez cargado de una profunda ternura.
- Soy dueña de los riesgos que corro, y si sufro algun daño por estar con vosotros será a causa de mi decisión. - Maggie se acerco aun mas a Jack, y poso su mano derecha sobre su pecho, en un gesto cargado de ternura. - Eres un hombre adorable, Jack, te agradezco que te preocupes por mi, pero... ¿sabes que siempre dices que tienes un pasado? Pues no eres el único.
A lo largo de su intensa vida Jack había conocido y compartido lecho con muchas mujeres, algunas de ellas muy bellas, pero no fue capaz capaz de recordar a ninguna que le pareciese ni la mitad de hermosa que Maggie en aquel momento.
- Si utilizas un poco de estas... se llaman xizark, en el mercado puedes conseguir cuantas quieras... el licor pierde algo de acidez y sabe mucho mejor. Solo necesitas añadir un par de piezas por cada galon de aguardiente. - Maggie, una viuda vecina del barrio que compartía con Jack tanto su aficion a fabricar licores como su aficion a degustarlos, charlaba animadamente desde la parte exterior del extremo de la barra mas proximo a la puerta mientras mostraba al tabernero dos frutas de color rojo vivo y piel brillante. Jack, sonriente, escuchaba los sabios consejos de la mujer, casi diez años mas joven que él, bastante alta para lo habitual en las zalameñas, algo entrada en carnes aunque con sus formas femeninas intactas, o más bien rotundas. Maggie era descendiente de zembabeis que se habian instalado en Zalama hacia varias generaciones, y tenía el tono de piel moreno aunque un poco rojizo de los habitantes de la selva, asi como el pelo lacio y negro como el carbon tan caracteristico en ellos. Tambien poseía otro rasgo tipico de bastantes mujeres zembabei, una complexion ancha y robusta, que la hacía parecer mas grande de lo que realmente era, y le daba a su rostro una expresion de afabilidad y buen humor permanente, que además era acentuada por sus ojos negros, algo oblicuos, no demasiado grandes, y muy vivos. Maggie era de esas personas que parecían sonreir permentemente a la vida, a pesar de que el destino no habia sido demasiado benévolo con ella, puesto que, además de perder a su marido, había perdido a dos de sus tres hijos en la guerra. La hija que le quedaba viva, ya una mujer, habia decidido casarse y trasladarse al interior con su esposo, a la granja que poseia su familia.
Solo habian pasado dos dias desde el ataque que habian sufrido, y estaban preocupados por lo sucedido, asi que habian aumentado las medidas de seguridad en la posada. Ahora habia permanentemente cuatro hombres armados haciendo guardia de forma más o menos disimulada dentro de la taberna, y procuraban que siempre hubiera algun grupo extra de hombres dispuestos a combatir en la parte superior del edificio.
Fiona, que no parecía demasiado afectada por lo sucedido, jugaba a un juego típico de Zalama, consistente en dejar caer una pelota de latak y recoger varios huesecillos de oveja o cabra del suelo mientras la pelota rebotaba en el suelo. De vez en cuando miraba sonriente a Jack y Maggie, como si siempre tuviera un oido puesto en su conversación o en sus ademanes. Maggie se habia dado cuenta de los extraños tatuajes que habian aflorado tenuemente a la vista despues del episodio en el que le habia salvado al vida a Jack. Aunque no había dicho nada, el tabernero se habia dado cuenta de que la viuda los habia visto, y se habia fijado en ellos cuando llegó y cogió a Fiona en brazos.
- Entonces, simplemente, le añado un par de piezas y dejo el licor macerar normalmente, ¿no hace falta retirarlas antes de terminar la maceracion?
- Yo lo que hago es probar cada cierto tiempo.- Maggie puso expresion picara.- Cuando noto que ya no está tan acido, los saco, el licor tiene que tener... mmm... algo que lo haga interesante.
Jack se rio.
- Cierto, cierto, ¡si no podría beberlo cualquier marinero de agua dulce!
Ambos rieron a carcajadas a la vez, lo cual hizo que Fiona les mirara sonriente.
- Vaya, se acerca el mediodia y yo aun no me hice de comer. Creo que hoy haré pastel de carne, y la verdad es que me va a sobrar bastante. - Por un momento, un ramalazo de tristeza cruzo el rostro de la mujer.- Además, estoy un poco aburrida de comer casi siempre yo sola, no me gusta cocinar solo para mi. ¿Quereis probarlo? Me sale estupendamente, digno de la mesa de un rey.
- ¡Siiiiiiiiiii! -Fiona aplaudió. - ¿Podemos, verdad, Jack?
Jack sonrió.
- Claro... aunque, Fiona, si eres tan efusiva voy a pensar que no te gusta mi comida...
- ¡Si que me gusta! Pero... hace mucho tiempo que no como pastel de carne, y me encanta...
- No te preocupes, no me importa... En realidad... - Jack miro a Maggie.- Si quieres echarle un vistazo a mi cocina, ves lo que te falta, y puedes cocinarlo aqui. Si te apetece, claro. Asi, además del pastel, podremos disfrutar de tu compañia.
- Tu lo que quieres es robarme mis secretos de cocinera, ¿no, bribón?
- ¡Por supuesto! ¿No te dije que en otro tiempo fui pirata? ¡Hay cosas que nunca cambian!
Jack se acerco a la entrada de la barra y levanto la parte superior para dejar pasar a Maggie, con gesto caballeresco.
- Por favor mi dama, os ruego que paseis a mi humilde cocina y no seais demasiado dura con las críticas.
Maggie hizo una pequeña reverencia y, siguiendo la broma del tabernero, entró tras la barra como si estuviese caminando a presentar sus respetos a un rey. Jack la siguió hasta la puerta de la cocina, y esperó frente a ella. Todos pudieron oir una carcajada de la mujer.
- ¿Esto que es una cocina o una destilería? ¡Si vendes todo este alcohol puedes emborrachar a todos los barcos de Sanazar juntos!
- Esto... ¿Las dos cosas? La verdad es que soy mas destilero que...
Maggie asomo su rostro sonriente por entre las cortinas que ocultaban la cocina desde la sala principal de la taberna.
- No, si se parece a la mia. Bueno, yo ahora en casa tengo habitaciones de sobra, y por eso tengo cocina, despensa, y la... "habitacion de los licores". Pero... bueno, diría que no tienes mas aguardiente que yo, aunque tampoco mucha menos.
Jack rio a carcajadas.
- ¿Ya sabes qué necesitas?
- Sí, serán un par de cosillas nada más. Iré hasta mi casa y vuelvo antes de que os deis cuenta, o si no comerermos tardísimo.- Maggie, exultante, salió de detrás de la barra y se dirigió a Fiona con acento cantarín.- ¿Quien es la niña mas guapa y mas buena de todo Zalama? ¡A que no me das un beso!
Fiona se puso en pie y se lanzo a los brazos de Maggie, que la subió hasta la altura de su cara y le dio un abrazo y varios besos en la mejilla. Tras dejar a Fiona en el suelo y hacer una burlona reverencia hacia Jack, salio por la puerta, con paso apresurado.
Fiona se subio a la barra, y se sento al lado de Jack, que estaba apoyado en ella mirando como Maggie salía por la puerta y, tras darle un beso en la mejilla, le susurro al oido.
- Me gusta.
A lo que Jack le respondio, casi tímido, tambien en susurros.
- A mi también.
Fiona sonrió feliz, y se bajo de la barra a jugar de nuevo. En aquel momento, Vulkar apareció por la puerta de la posada, apresurado y algo sudoroso, como si hubiera llegado apurando el paso. Los cuatro guardias que estaban en distintos puntos de la posada se tensaron, puesto que el contraluz de la puerta no les dejaba identificar al que habia entrado, pero en cuanto Vulkar saludo todos se relajaron al reconocer su voz.
- Traigo noticias. Y no son buenas. Tengo que hablar con Igram.
Jack echo un vistazo a la posada, y cuando comprobo que no hubiera ningun extraño, respondió.
- Puedes hablar, todos son de confianza. Igram salió, pero volverá pronto.
- He estado averiguando cosas. Sobre los que nos rindieron visita anteayer.
- ¿Y?
- Nos equivocamos en casi todo. Estan pasando demasiadas cosas que no entendemos ni conocemos, y hay mas gente implicada de lo que habríamos pensado.
- Entonces... ¿No eran enviados por Sanazar?
- Si, pero no por quienes creíamos en Sanazar. Ni por los motivos que pensamos. No es por el metal, algo más está sucediendo.
- Si no es por el metal, ¿por que fue?
Vulkar permanecio en silencio, pero miro a Fiona por un momento, y despues miro a Jack.
- No venian a por vosotros, no os querian a vosotros. Solo erais una molestia que había que eliminar. ¿Lo entiendes?
El rostro de Jack se ensombrecio, para enfurecerse al poco tiempo.
- Si, lo entiendo. Tendremos que hablar con Igram y Johan...
En ese momento entró Maggie de nuevo por la puerta haciendo bastante ruido, sonriendo de oreja a oreja, y con un zurron colgando de su espalda cargado de comida y cacharros de cocina. Cuando vio la expresion seria de Jack y Vulkar pareció sorprenderse por un momento, pero inmediatamente recuperó la sonrisa y entró tras la barra, hacia la cocina. Cuando pasó junto a Jack se acercó a el y le habló casi en susurros.
- No habrás pensado en contratar a una cocinera, ¿no? - Tras decir esto, paso la mano por la cintura de Jack en un gesto levísimo, y entró en la cocina. Al poco tiempo, Jack entró tras ella. La mujer estaba atareada picando carne en una tabla de madera.
- Maggie... con respecto a lo de contratar una cocinera...
- ¿Que sucede? Solo era una propuesta. Me aburro bastante desde que se caso mi hijita, y no me importaría echarte una mano con la posada. - Maggie no parecia contrariada. - Además, si vais a criar a Fiona seguro que una mano femenina os será útil.
- Si en realidad... - Jack estaba en pleno conflicto interno. Por un lado le agradaba mucho, hasta demasiado, la compañia de la mujer, pero por otro temía ponerla en peligro.- .. ya había pensado lo que me dices, y en eso no podría estar más de acuerdo. Y añadiría que... que me agrada tu compañía más de lo que estaría dispuesto a admitir delante de cualquier marinero. - Maggie solto un respingo. - El problema es otro.
- ¿Cual es, entonces? - Maggie paró de picar la carne, se limpio las manos con un trapo y se acerco a un metro de Jack. No dejó de sonreir ni por un momento.
- Es posible que corras peligro si estás con nosotros. Este lugar no es seguro, ni creo que ningun lugar sobre este continente lo sea mientras estes a nuestro lado. No querría que sufrieras ningun daño por mi causa.
De pronto, Maggie miró a Jack a los ojos. Su rostro se volvió serio, solemne, incluso fuerte, y a la vez cargado de una profunda ternura.
- Soy dueña de los riesgos que corro, y si sufro algun daño por estar con vosotros será a causa de mi decisión. - Maggie se acerco aun mas a Jack, y poso su mano derecha sobre su pecho, en un gesto cargado de ternura. - Eres un hombre adorable, Jack, te agradezco que te preocupes por mi, pero... ¿sabes que siempre dices que tienes un pasado? Pues no eres el único.
A lo largo de su intensa vida Jack había conocido y compartido lecho con muchas mujeres, algunas de ellas muy bellas, pero no fue capaz capaz de recordar a ninguna que le pareciese ni la mitad de hermosa que Maggie en aquel momento.
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