Escrito por na el sábado, 21 de enero de 2012
Mis sentimientos son el principio de todo esto.
La base de mi proceso, el origen de mis rayadas...
mi obsesión y mi delirio, vaya.
Es lo que me aleja de lo normal.
Personalidad histriónica, trastorno bipolar...
No entienden de palabras, pero los etiquetamos igual.
LLevo toda la vida preguntándome si estoy tarada.
Algo hay aquí dentro que no cuadra.
Que no obedece, que no entiendo.
Que no encaja.
Algo que se me escapa.
Capaz de recorrer todo el espectro en milisegundos.
De sentirme imprescindible a estorbar.
Para mí, son muy intensos.
Demasiado.
Me desbordan.
Me atrapan.
Vienen y se van muy rápido.
Sin apenas darme tiempo a reaccionar.
¿Cómo lo harán las demás?
Nunca hablamos de esto,
Jamás nos exponemos.
El amor incondicional es un disco que tengo muy oído,
pero que nunca he escuchado en directo.
Un, dos, probando...
Pa no variar, desentonando.
Siempre los he percibido (sí en pasado) con mucha nitidez.
Nunca entendí cómo los valorábamos tan poco.
Como les hacíamos tan poco caso.
¿Qué mas da que no sean para siempre?
¿Y qué si, como la vida, pasarán?
El ahora, para mí, importaba.
Y así fui estigmatizada.
Como si la costumbre y la tradición,
la honra y la reputación,
el qué diran,
el qué esperarán...
pesara más que las millones de movidas que bullían aquí dentro.
Creo que con el tiempo lo he ido entendiendo.
Y tiene más que ver con la seguridad, con el compromiso y con la responsabilidad
que con la autenticidad, el fluir y la honestidad.
En otras palabras, confundiendo sentimientos y vínculos,
renunciamos a los primeros en nombre de los segundos.
Precisamente, porque son inestables, inconstantes y variables.
como el viento...
!Qué ignorantes!
Contaminado y enrarecido
seguimos necesitando aire...
!Por mucho que cambie!
¿Cómo vincularme en nombre de lo que siento si no sé que voy a sentir en el instante que viene?
Para mí los sentimientos son anárquicos.
Gracias a ellos creo ese otro mundo posible.
Lo creo porque lo siento.
Los sentimientos no estan jerarquizados.
Son o no son.
Lo único que puedo hacer con ellos es
dejarlos salir, expresarlos...
o reprimirlos y dejar que se pudran aquí dentro.
Decida lo que decida, todo mi mundo va con ellos.
A fuerza de ignorarlos se van debilitando,
hasta que un buen día acabas dudando.
Hoy sé que puedes vivir sin ellos.
Aunque no sea vida.
Aunque sólo lo parezca.
A nadie le importa realmente cómo te sientes.
Nos limitamos a los roles.
Nos hacen sentir comodas.
Y si no sale en la foto, no existen.
Esta capa la dejamos para las pelis,
lobotomizadas por los mas media.
Ellos se encargan de adoctrinarte sobre como debes gestionarte.
Evidentemente desde el lado positivo, desde lo masculino.
La montaña se vuelve plana al dibujar sólo la parte iluminada.
Me mintieron.
Pretendieron educarme y eliminar de mi toda mi oscuridad.
Quisieron destruir mis ciclos y con ellos mi luna.
A ratos creo que lo consiguieron.
A ratos, me rescata la locura.
Constante a lo largo del tiempo.
A lo largo de este tema, cuento con un buen puñado de patológicas certezas.
Incapaz de someterlas a prueba, al menos, hasta la fecha.
Siempre he sabido que, a lo largo de siglos y culturas, todas sentimos lo mismo.
Cambia el frasco, pero no la esencia.
Cambia ante qué respondes y cómo lo muestras...
Pero lo que nos mueve por dentro,
se parece demasiado a lo largo del tiempo.
Por tanto, a la hora de desarrollarnos, el camino tiene que andarse al reves.
No son los sentimientos los que deben adaptarse a los imperativos morales de la época en cuestión.
Son anteriores. Es la sociedad la que debe garantizar su libre expresión.
De nosotras depende.
No podemos seguir reprimiendo todo aquello que no conviene.
Como para mí eran fundamentales,
me decidí a explorarlos.
¿Y que hice?
Solté a la bestia.
Les dí rienda suelta, sin darme cuenta que, al hacerlo, me dominaban.
Perdía el control y me esclavizaban.
No me planteaba que el sentir pudiera engañarme.
Siempre era el pensar quien se equivocaba.
Ilusa de mí, me creía con derecho a seguir el dictado de mis sentimientos.
Allá donde me llevaran.
Como una niña caprichosa y mimada.
Sin pararme a pensar en nada más.
Sin ni siquiera considerar los sentimientos de las demás
A fin de cuentas eran su responsabilidad.
Al hacerlo, me dí cuenta de que los sentimientos libres y auténticos son "el cable" para conectar.
Para funcionar en red. Tenemos esa potencialidad.
Los sentimientos de verdad.
No estos sucedáneos enlatados socialmente aceptados.
Esta certeza dinamita el tema de la "Propiedad emocional"
¿De quién son los sentimientos que siento?
¿De quién es el aire que respiro?
Si los sentimientos son el cable,
No son ni tuyos ni mios.
Son compartidos, sin saberlo, desde la noche de los tiempos.
Estan fuera de mi, son de todas.
Será que nunca he sabido delimitar.
Será que nada humano me es ajeno.
Confluencia lo llama la Gestalt.
Y tiene mucho que ver con el tema de la responsabilidad.
Hoy sé que si me hubiera obsesionado por MIS sentimientos,
hubiera podido hacer algo con ellos.
Al menos desde este punto de vista individual y egocéntrico tan moderno.
Pero no podía centrarme en mi.
Desde ahí hubiera podido actuar y esto no se llamaría teóricum.
Por eso, para mí, es tan importante procesar en capas.
Soy responsable de la parte que sale.
De lo que meto en el cable.
Y eso entronca con el tema de la moral.
Con el tema del juzgar.
Paradójicamente, los sentimientos, son perfectos tal cual.
No son buenos ni malos.
Ni positivos ni negativos.
Son anteriores a los juicios morales.
Todos ellos.
Los que no (me) gustan, tambien.
Hemos cometido el error de catalogar los sentimientos.
Introyectamos los positivos y proyectamos los negativos.
Hay sentimientos que ni siquiera en nosotras mismas toleramos.
Los rechazamos, los ocultamos.
Como si negando su existencia desaparecieran.
Y así pasa, que mirando hacia otra parte, se gangrenan.
Los sentimientos que consideramos positivos, son los que ostentan el poder.
Y ya sabemos que el poder corrompe.
Pero aun así, intentamos aferrarnos a ellos todo el tiempo.
Nos sentimos sanas aunque sea de mentira.
Nos trae sin cuidado que esta luz sea artificial.
Por eso confundimos la enfermedad y la tristeza.
Por eso nos pudrimos y lo llamamos depresión.
No nos permitimos naufragar en la sombra aunque sea adaptativa en el duelo.
Hedonistas huimos del potencial de crecimiento que nos aporta el sufrimiento.
No sale rentable.
Producir es lo unico que vale
Tienes que ESTAR "bien" para SER "normal".
Estar para ser.
Idiota de mí siempre anduve buscando caracteristicas inherentes al ser.
Otra de mis certezas, es que los proceso "en paralelo" y no "en serie".
Lo cual implica !oh sacrilegio! que puedo amar y odiar a mas de una persona y a la vez.
No entienden de exclusividad por mucho que nos encadenemos en su nombre.
¿Cómo si no íbamos a formar sociedades patriarcales si no renunciaramos a ellos?
La base de mi proceso, el origen de mis rayadas...
mi obsesión y mi delirio, vaya.
Es lo que me aleja de lo normal.
Personalidad histriónica, trastorno bipolar...
No entienden de palabras, pero los etiquetamos igual.
LLevo toda la vida preguntándome si estoy tarada.
Algo hay aquí dentro que no cuadra.
Que no obedece, que no entiendo.
Que no encaja.
Algo que se me escapa.
Capaz de recorrer todo el espectro en milisegundos.
De sentirme imprescindible a estorbar.
Para mí, son muy intensos.
Demasiado.
Me desbordan.
Me atrapan.
Vienen y se van muy rápido.
Sin apenas darme tiempo a reaccionar.
¿Cómo lo harán las demás?
Nunca hablamos de esto,
Jamás nos exponemos.
El amor incondicional es un disco que tengo muy oído,
pero que nunca he escuchado en directo.
Un, dos, probando...
Pa no variar, desentonando.
Siempre los he percibido (sí en pasado) con mucha nitidez.
Nunca entendí cómo los valorábamos tan poco.
Como les hacíamos tan poco caso.
¿Qué mas da que no sean para siempre?
¿Y qué si, como la vida, pasarán?
El ahora, para mí, importaba.
Y así fui estigmatizada.
Como si la costumbre y la tradición,
la honra y la reputación,
el qué diran,
el qué esperarán...
pesara más que las millones de movidas que bullían aquí dentro.
Creo que con el tiempo lo he ido entendiendo.
Y tiene más que ver con la seguridad, con el compromiso y con la responsabilidad
que con la autenticidad, el fluir y la honestidad.
En otras palabras, confundiendo sentimientos y vínculos,
renunciamos a los primeros en nombre de los segundos.
Precisamente, porque son inestables, inconstantes y variables.
como el viento...
!Qué ignorantes!
Contaminado y enrarecido
seguimos necesitando aire...
!Por mucho que cambie!
¿Cómo vincularme en nombre de lo que siento si no sé que voy a sentir en el instante que viene?
Para mí los sentimientos son anárquicos.
Gracias a ellos creo ese otro mundo posible.
Lo creo porque lo siento.
Los sentimientos no estan jerarquizados.
Son o no son.
Lo único que puedo hacer con ellos es
dejarlos salir, expresarlos...
o reprimirlos y dejar que se pudran aquí dentro.
Decida lo que decida, todo mi mundo va con ellos.
A fuerza de ignorarlos se van debilitando,
hasta que un buen día acabas dudando.
Hoy sé que puedes vivir sin ellos.
Aunque no sea vida.
Aunque sólo lo parezca.
A nadie le importa realmente cómo te sientes.
Nos limitamos a los roles.
Nos hacen sentir comodas.
Y si no sale en la foto, no existen.
Esta capa la dejamos para las pelis,
lobotomizadas por los mas media.
Ellos se encargan de adoctrinarte sobre como debes gestionarte.
Evidentemente desde el lado positivo, desde lo masculino.
La montaña se vuelve plana al dibujar sólo la parte iluminada.
Me mintieron.
Pretendieron educarme y eliminar de mi toda mi oscuridad.
Quisieron destruir mis ciclos y con ellos mi luna.
A ratos creo que lo consiguieron.
A ratos, me rescata la locura.
Constante a lo largo del tiempo.
A lo largo de este tema, cuento con un buen puñado de patológicas certezas.
Incapaz de someterlas a prueba, al menos, hasta la fecha.
Siempre he sabido que, a lo largo de siglos y culturas, todas sentimos lo mismo.
Cambia el frasco, pero no la esencia.
Cambia ante qué respondes y cómo lo muestras...
Pero lo que nos mueve por dentro,
se parece demasiado a lo largo del tiempo.
Por tanto, a la hora de desarrollarnos, el camino tiene que andarse al reves.
No son los sentimientos los que deben adaptarse a los imperativos morales de la época en cuestión.
Son anteriores. Es la sociedad la que debe garantizar su libre expresión.
De nosotras depende.
No podemos seguir reprimiendo todo aquello que no conviene.
Como para mí eran fundamentales,
me decidí a explorarlos.
¿Y que hice?
Solté a la bestia.
Les dí rienda suelta, sin darme cuenta que, al hacerlo, me dominaban.
Perdía el control y me esclavizaban.
No me planteaba que el sentir pudiera engañarme.
Siempre era el pensar quien se equivocaba.
Ilusa de mí, me creía con derecho a seguir el dictado de mis sentimientos.
Allá donde me llevaran.
Como una niña caprichosa y mimada.
Sin pararme a pensar en nada más.
Sin ni siquiera considerar los sentimientos de las demás
A fin de cuentas eran su responsabilidad.
Al hacerlo, me dí cuenta de que los sentimientos libres y auténticos son "el cable" para conectar.
Para funcionar en red. Tenemos esa potencialidad.
Los sentimientos de verdad.
No estos sucedáneos enlatados socialmente aceptados.
Esta certeza dinamita el tema de la "Propiedad emocional"
¿De quién son los sentimientos que siento?
¿De quién es el aire que respiro?
Si los sentimientos son el cable,
No son ni tuyos ni mios.
Son compartidos, sin saberlo, desde la noche de los tiempos.
Estan fuera de mi, son de todas.
Será que nunca he sabido delimitar.
Será que nada humano me es ajeno.
Confluencia lo llama la Gestalt.
Y tiene mucho que ver con el tema de la responsabilidad.
Hoy sé que si me hubiera obsesionado por MIS sentimientos,
hubiera podido hacer algo con ellos.
Al menos desde este punto de vista individual y egocéntrico tan moderno.
Pero no podía centrarme en mi.
Desde ahí hubiera podido actuar y esto no se llamaría teóricum.
Por eso, para mí, es tan importante procesar en capas.
Soy responsable de la parte que sale.
De lo que meto en el cable.
Y eso entronca con el tema de la moral.
Con el tema del juzgar.
Paradójicamente, los sentimientos, son perfectos tal cual.
No son buenos ni malos.
Ni positivos ni negativos.
Son anteriores a los juicios morales.
Todos ellos.
Los que no (me) gustan, tambien.
Hemos cometido el error de catalogar los sentimientos.
Introyectamos los positivos y proyectamos los negativos.
Hay sentimientos que ni siquiera en nosotras mismas toleramos.
Los rechazamos, los ocultamos.
Como si negando su existencia desaparecieran.
Y así pasa, que mirando hacia otra parte, se gangrenan.
Los sentimientos que consideramos positivos, son los que ostentan el poder.
Y ya sabemos que el poder corrompe.
Pero aun así, intentamos aferrarnos a ellos todo el tiempo.
Nos sentimos sanas aunque sea de mentira.
Nos trae sin cuidado que esta luz sea artificial.
Por eso confundimos la enfermedad y la tristeza.
Por eso nos pudrimos y lo llamamos depresión.
No nos permitimos naufragar en la sombra aunque sea adaptativa en el duelo.
Hedonistas huimos del potencial de crecimiento que nos aporta el sufrimiento.
No sale rentable.
Producir es lo unico que vale
Tienes que ESTAR "bien" para SER "normal".
Estar para ser.
Idiota de mí siempre anduve buscando caracteristicas inherentes al ser.
Otra de mis certezas, es que los proceso "en paralelo" y no "en serie".
Lo cual implica !oh sacrilegio! que puedo amar y odiar a mas de una persona y a la vez.
No entienden de exclusividad por mucho que nos encadenemos en su nombre.
¿Cómo si no íbamos a formar sociedades patriarcales si no renunciaramos a ellos?
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