Escrito por na el domingo, 26 de junio de 2016
Érase una vez, supongamos, el universo inmanifestado.
Según cuentan quienes los textos antiguos leen, ese es el origen del viaje.
El punto dentro del círculo del que parte la luz en su manifestación.
Parte con la intención de aprender, de experimentar, de comprender...
Y volver para contarlo, claro, despues de recorrer todas las dimensiones del espacio.
Para orientarse en su viaje, la luz cuenta con algunas herramientas:
todas las disponibles en todos los viajes anteriores más todas las que quiera añadir.
Algunas cambian de oriente a occidente y de norte a sur.
Otras no.
Hasta donde sé, el árbol de la vida es una de las herramientas de la cabala.
Un potente símbolo compuesto por 10 vasijas y 22 senderos, que guía a la luz en su viaje de ida y vuelta interdimensional.
10 sefiras, 10 recipientes que pueden contener luz siempre y cuando permanezcan en equilibrio.
Se llenan de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, comunicados por los 22 senderos.
Dicen que llevó algun tiempo diseñar un sistema capaz de orientar la potentísima luz.
Y que muchas vasijas se rompieron antes de conseguir el equilibrio en los 22 vasos comunicantes del alfabeto arameo.
Según el cuento, las letras hebreas conservan el poder de canalizar la luz.
Y me propongo experimentarlo.
Según cuentan quienes los textos antiguos leen, ese es el origen del viaje.
El punto dentro del círculo del que parte la luz en su manifestación.
Parte con la intención de aprender, de experimentar, de comprender...
Y volver para contarlo, claro, despues de recorrer todas las dimensiones del espacio.
Para orientarse en su viaje, la luz cuenta con algunas herramientas:
todas las disponibles en todos los viajes anteriores más todas las que quiera añadir.
Algunas cambian de oriente a occidente y de norte a sur.
Otras no.
Hasta donde sé, el árbol de la vida es una de las herramientas de la cabala.
Un potente símbolo compuesto por 10 vasijas y 22 senderos, que guía a la luz en su viaje de ida y vuelta interdimensional.
10 sefiras, 10 recipientes que pueden contener luz siempre y cuando permanezcan en equilibrio.
Se llenan de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, comunicados por los 22 senderos.
Dicen que llevó algun tiempo diseñar un sistema capaz de orientar la potentísima luz.
Y que muchas vasijas se rompieron antes de conseguir el equilibrio en los 22 vasos comunicantes del alfabeto arameo.
Según el cuento, las letras hebreas conservan el poder de canalizar la luz.
Y me propongo experimentarlo.
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