Escrito por na el viernes, 7 de abril de 2017
III
El triunfo de los manipuladores
En 1992, Francia contaba con 500 000 abonados al teléfono móvil. A finales de 2007: 55,3 millones. En quince años, el 87,6% de la población se ha dejado convencer de la necesidad de este gadget.
Los jóvenes son los más intoxicados: el 97% de 18-24 años poseen uno de ellos. “Si se exceptúa a las personas mayores y los niños de poca edad, el mercado llega a los límites de la saturación”. (47) ¿Por qué exceptuar a los niños de poca edad, cuando se podría habituarlos a telefonear desde sus primeras palabras? Después de dos tentativas abortadas en 2005, el BabyMo, “primer teléfono móvil enteramente concebido para el niño” (48), después, en 2007, el Kiditel, se retiraron de la venta por demanda de las asociaciones –El Mo1 un nuevo avance. Lanzado por la sociedad española Imaginarium, este modelo para niños a partir de 6 años permite llamar a los números pregrabados de los padres e incluye un dispositivo de geolocalización por GPS.
Como declara al Monde 2 Régis Bigot, director adjunto del departamento “Condiciones de vida y aspiraciones de los franceses” en el CREDOC: “Estas nuevas generaciones están preparadas para un mundo en que las nuevas tecnologías serán omnipresentes”.
Acoso publicitario, teléfonos de oferta, eliminación de las cabinas telefónicas, coste exorbitante de las llamadas de fijo a móvil y presión social han hecho del móvil la tecnología con el desarrollo más rápido de la historia. En 2006, se vendieron mil millones en todo el mundo. (49) Según el gabinete de análisis Gartner, el móvil sería el bien de consumo electrónico más extendido del planeta. Hasta en los rincones más hambrientos del planeta, como en Somalia donde, a falta de agua potable, tienen SMS (50).
Mil nuevos abonados se registran cada minuto. Un ser humano cada dos en lo sucesivo está ataviado con su prótesis comunicante (51). Más aún, algunas generaciones y –ayudando la evolución- la especie debería estar equipada con él naturalmente.
Más que todos sus predecesores, este gadget empuja al mimetismo y al conformismo tan caro a los vendedores. “Acabé por ceder a la presión de mi entorno. Lo que les molestaba de mi actitud, es el rechazo a alinearme al comportamiento dominante”, explica un librero al Monde (52).
Haced el test. Decid a vuestros colegas que no tenéis móvil. Aparte de las excepciones que cuchichean: “Tienes razón, me gustaría hacer lo mismo”, la mayoría se ríe a carcajadas: “¿Estás contra el progreso? ¿Te iluminas con la vela?” o se inquieta: “¿Pero cómo lo haces?”.
Mientras que la publicidad vende a las masas la autonomía y la independencia mediante abono, vemos que se trata ni más ni menos que hacer como todo el mundo.
No habíais pedido nada, lo tenéis a pesar de todo
Si ocho de cada diez franceses se preguntan cómo han hecho hasta ahora para arreglárselas sin móvil, es gracias a la propaganda falsa del marketing y a las manipulaciones de los sociólogos de los “usos” y de “la aceptabilidad”. En Grenoble, el fabricante de micrichips STMicroelectronic y su asociado el CEA-Léti han creado, con France Telecom R&D y Hewlett Packard Labs, un “laboratorio de ideas” llamado IDEAs Labs, que vende a los industriales un método para asegurarse el éxito, elaborado “gracias al aporte de otras disciplinas científicas, en particular las ciencias humanas”. (53)
Este método patentado, el “Diseño Asistido por el Uso” (“design smart process”), ha sido inventado por un grenoblés, “sociólogo y antropólogo de la innovación” en el CNRS, Philippe Mallein. “Éste identifica los usos de la tecnología antes incluso que la concepción de nuevos productos. Objetivo: crear verdaderos nuevos productos con verdaderos nuevos usos, y no sólo adaptarse a lo que el mercado parecer demandar” (54).
Es lo que nos parecía. El “mercado” no (nos) ha pedido nunca teléfono móvil. Pero gracias a Mallein, nuevos “usos” (necesidades en neolengua), han sido creados. Hay que ver la sonrisa vencedora de Michel Ida, patrono de IDEA’s Lab, cuando, en sus conferencias sobre los “objetos inteligentes”, pide al público: ¿Quién tiene un teléfono móvil?”.
¿Cómo lo hacen estos bienhechores? Reúnen “a creadores (diseñadores, artistas), a expertos en ciencias humanas (sociólogos, antropólogos), a expertos de software, de microelectrónica, de microsistemas, y también a operadores, a industriales o futuros usuarios de estos objetos comunicantes” (55) y les hacen estrujarse los sesos sobre los gadgets futuristas (columpio virtual, pluma comunicante, clones virtuales, vestidos y gafas de sol comunicantes). El fruto de estos “talleres creativos” es sometido a continuación a unos paneles de consumidores clasificados según su “comportamiento respecto al cambio” (etiquetados como “Apasionados”, “Pragmáticos” u “Objetores”) (56), cuyas reacciones son examinadas con lupa, para decidir si tal máquina tiene posibilidades de ser aceptada por los cerdos de los consumidores.
La combina tiene el mérito de revelar la lógica completamente comercial de la “investigación & desarrollo” caro a los ingenieros del CEA: no se trata de encontrar un respuesta a las necesidades de la población, sino las salidas a una tecnología, creando unas necesidades facticias. Ad Valor reivindica este cambio de lógica orweliana, resumiendo el trayecto de una innovación rentable: ésta tiene que crear primero unas “significaciones de uso positivas” asociadas a un “valor para el usuario” antes de llegar a la “expresión de la necesidad”, después a la “demanda”.
Nada nuevo, por mucho que digan los vacilones de IDEAs Lab. Su método recicla el de Edward Benays, el inventor americano de las “relaciones públicas” en los años 1920, experto reivindicado en manipulaciones de la opinión. “Sus trabajos llevaron a Trotter y a Le Bon a la conclusión de que el pensamiento en el sentido estricto del término no tenía su lugar en la mentalidad colectiva, guiada por el impulso, el hábito o la emoción (…) Los nuevos responsables comerciales saben que es posible (…) suscitar corrientes emocionales y psicológicas que trabajarán para ellos. En lugar de combatir de frente las resistencias de los compradores, buscan eliminarlas. Con este fin, crean unas circunstancias que, al canalizar las corrientes emocionales, van a producir la demanda” (57). Bernays ha demostrado la eficacia de una buena compaña con la operación “antorchas de la libertad”, en 1920, destinada a incitar a las mujeres a fumar. Misión cumplida: en 2008 la tasa de cáncer de pulmón entre las mujeres alcanza a la de los hombres.
Escuchemos a Denis Marsacq, del laboratorio “Fuentes de energía miniaturas” del CEA Grenoble, contratista subsidiario de Nokia en la investigación sobre las minipilas de combustible para móviles, durante una conferencia en la Fnac: “Desde luego estas pilas serán más caras que la recarga de un teléfono en una toma eléctrica, pero nos dirigimos a los adolescentes que son inmaduros y menos racionales y pensamos que se engancharán al “inalámbrico” total”.
Recordemos: no sólo se trata de adaptarse a lo que el mercado parece demandar. Y atacar a los jóvenes, bastante bobos para dejarse liquidar por Britney Spears como tono y el teléfono detector de amor y de mentiras (vendido por KTS, en Corea, por ahora). Queridos adolescentes, ¿os gusta ser objetivo en el visor de los dealers de los dispositivos electrónicos? Ved el desprecio en el que ellos tienen vuestros 17 años, agitando ante vuestras narices su pacotilla electrónica como el abalorio para salvajes. ¿A cambio de qué cambiáis vuestra autonomía, vuestra salud y vuestro dinero de bolsillo? De un teléfono.
A vuestro favor, vosotros apenas habéis conocido el mundo sin móvil. Vuestros mayores están tan avergonzados que se justifican todo el tiempo: “Va bien en caso de avería de coche; “Lo utilizo muy poco”; “Con mi trabajo estoy obligado”. Lamentable confesión que hay que traducir: “Hago como todo el mundo”.
Así es como vuestros colegas se mondan de risa. Y Mallein, el sociólogo esquirol, de calificar a los drogadictos de dispositivos electrónicos de “visionarios”, y a los refractarios de “conformistas”. Orwell nos lo había advertido: Lo Artificial es lo Natural - El Consumo es la Religión. La Autonomía es la Alienación.
Como en 1984 la historia se reescribe cada día, ya pronto no sabremos que existía un tiempo en que no se llamaba para decir que se llegaba. Como ya no se sabe hoy que existió un tiempo en que no se llamaba en absoluto. Donde se llamaba a la puerta de la gente para hablarles.
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Su sumisión hipnótica al marketing lleva a los consumidores a ignorar lo esencial: “Retroceso sensible del gasto en alimentos, progresos espectaculares en la compra de distracciones, en particular en la alta tecnología… En algunos años, los hábitos de consumo de los franceses han cambiado profundamente (…) Para continuar comprando los productos que les hacen soñar (…) recortan ostensiblemente en los productos alimentarios de marca vendidos por la gran distribución y cogen el camino de las tiendas de proximidad con bajos precios, las famosas tiendas de descuentos” (58). En las familias modestas, el presupuesto “móvil” pesa tanto que los excesos de tarifa plana de los adolescentes ahondan el endeudamiento de los más frágiles.
Al recortar en su alimentación, los franceses permitieron a los operadores de telefonía móvil reembolsarse 21 mil millones de euros en 2006, una cifra de negocio multiplicada por diez en diez años y superior a la de la construcción aeronáutica y espacial (59). El lanzamiento del “iPhone” (un millón de ejemplares vendido en tres meses en Estados Unidos) ha provocado una subida del 121% de la acción de Apple. El constructor Nokia vende un millón de teléfonos por día. En 2006 el número uno de los fabricantes se ha embolsado 41,1 mil millones de euros de beneficios (60). Nokia que es uno de los mayores clientes de STMicroelectronics, y que es también librador del CEA-Léti. De ahí nos percatamos de lo que la economía de Grenoble debe a un fabricante finlandés de teléfonos móviles.
No olvidemos los “servicios” anejos: en Francia, en 2004, el cambio de los tonos musicales proporcionó 8,5 M€ a las páginas web de telecarga de pago, que cuentan con un mercado de 160 1 200 M€ por año (61). Index Corporations realizaba en 2003 una cifra de negocios de 150 M€ vendiendo sus “contenidos” para teléfonos móviles: tonos, fondos de pantalla, juegos, horóscopos, strip-teases, etc. En cuanto a la publicidad sobre móvil, debería, según el Internet Advertising Bureau, ponerse en marcha en 2008.
Un nuevo mercado para los bablólogos
El teléfono móvil es una providencia para los vendedores de viento -periodistas, sociólogos, comunicadores, vendedores- que rápidamente han descubierto un nuevo filón.
La prensa, a la que los industriales aseguran confortables ingresos publicitarios, ha hecho del móvil una nueva sección. Conocíamos a los periodistas políticos, deportivos y económicos, he aquí a los “periodistas” telefónicos.
Le Figaro
“Guía: Mobile Homme”
Destination high tech
“Nada de ir a la aventura sin prever el mínimo de equipamiento (…) me llevo no sólo mi Ipod, sino también un reproductor de video portátil que me permite acortar los trayectos en coche o en avión (…) Mi mujer, por su parte, prefiere llevar (…) su teléfono móvil, por si acaso. Ella adora sobretodo enviar minimensajes a sus amigas para señalarles los lugares que visitamos. Para más seguridad, ha elegido un aparato fuerte y elegante que se adapta automáticamente a las diferentes redes utilizadas en el mundo. Como prima, el vendedor tuvo la buena idea de llenar su teléfono de música, lo que lo convierte en un walkman suplementario (,,,) Con el GPS, inútil abordar a los transeúntes o descifrar un manual de conversación (…) Encontramos este tipo de aparatos bajo forma de pequeña agenda de bolsillo en Fujitsu-Siemens o Moi (…) O incluso instalado en un teléfono móvil como en Nokia” (62). Os lo decimos: es una profesión.
Una revista completa del Monde revela la invasión del dispositivo electrónico en la información. Más de 70 artículos se han dedicado al teléfono móvil para uso cotidiano en 2007. En este flujo constante, ninguna investigación sobre los daños ecológicos de esta industria. Seis artículos, 2719 palabras a penas, dedicadas a los riesgos sanitarios –lo más frecuente un breve pie de página que señalan los resultados de un estudio científico. Un solo artículo (510 palabras) evocando “Big Brother” y la vigilancia vía móviles –todavía no se trata sino de anunciar la difusión de un documental sobre el tema en la televisión. En cambio, los papeles positivos que atañen a las innovaciones tecnológicas, los últimos modelos, los nuevos usos, servicios o funcionalidades, representan 11. 716 palabras. Por último, los temas económicos sobre las empresas de telefonía móvil y sus mercados totalizan 7.110 palabras. Sin olvidar los suplementos “High tech” y las páginas “Agenda high tech” del Monde 2, que libran cada semana una lección de periodismo especializado. “Estaba el Shine de LG, pronto estará el Troika de Samsumg. El teléfono G800 (nombre oficial de la bestia) levanta un poco el nivel en la alianza del diseño y de la tecnología: lado tecno, se trata de un smarphone tribanda Bluetooth con la pantalla TFT de 240x320 pixeles, dotado de un aparato foto de 5 megapíxeles, con un zoom óptico x3. Con un flash de xenón, con una memoria de 160 MB y con un lector de tarjeta microSD. Respecto al diseño, nada que criticar, es puro, elegante y, sobre todo, dotado con una pantalla espejo maravillosa. Suficiente para satisfacer su ego mientras que charla a voluntad.” (63). No es Albert Londres el que nos informa de este modo.
Admiremos ahora el ciclo del valor añadido. Los efectos de este lavado de cerebro sobre nuestros comportamientos alimentan los análisis facturados por los sociólogos a sueldo, sobre las “metamorfosis del objeto móvil”, las “nuevas conveniencias móviles” o “los resortes del sensacionalismo móvil” –que suministran a su vez materia para nuevos artículos. Nada se pierde, nada se crea, pero ganamos cada vez.
Los sociólogos en cuestión pertenecen al gabinete de “consejo e investigación aplicada” Discours & Pratique, encargada por la Asociación de los Operadores de la Telefonía Móvil (AFOM) de asegurar su servicio postventa. Un modelo de relación investigación-universidad-industria, puesto que estos investigadores, empezando por la directora Joëlle Menrath y su asociada Anne Jarrigeon, son miembros de un grupo de investigación del CELSA (École des hautes études en sciences de l’information et de la communication – Université Paris Sorbonne).
Extractos de sus descubrimientos científicos
“Algunas de las funciones del móvil son más evidentes que otras en las perspectivas de comunicación abiertas por el uso telefoneado. (…) Otras demandan una verdadera conversión imaginativa y gestual, como las nuevas funciones multimedias ligadas a la imagen y al sonido: hacer una foto en efecto implica una actitud que no tiene nada que ver con las movilizadas por la llamada o los SMS, (…) los gestos se diferencian permitiendo en el caso de la foto enfocar para encuadrar más o menos con precisión un motivo, llevando el teléfono ante sí, la mayoría de las veces con el brazo ligeramente replegado. El móvil se transforma entonces físicamente en una cámara de fotos: los gestos momentáneos lo reconfiguran al mismo tiempo que redefinen la situación en una situación fotográfica.”
“Tomar en serio lo que se pone en juego en nuestra relación con el móvil como objeto lleva a no desatender la tensión que atraviesa el uso entre una resistencia reactivada del objeto que parece dotado de una especie de vida autónoma y el hecho de que es concebido para adaptarse al cuerpo de sujeto, así pues para hacerse olvidar en tanto que objeto”. (64)
IV
Libertad bajo vigilancia, autonomía bajo asistencia
Si este mercado es tan móvil, es porque la apisonadora marketing ha sabido captar lo que, en este mundo high tech y consagrado a la guerra económica, había sido destruido: las relaciones sociales. Es típico del sistema vendernos, a golpe de innovaciones, los remedios a los males causados por las innovaciones precedentes. ¿Ya no habláis a vuestros vecinos a causa de la televisión? ¡Telefoneadles!
Según los operadores, el móvil sería un objeto que “valoriza” (“vehicula nuestros signos exteriores de riqueza o de originalidad”), “tranquiliza” (“todo sucede como si este pequeño objeto […] protegiera de un mundo potencialmente hostil”), “refuerza las relaciones” (“sirve para llamar a las personas que vemos normalmente y que viven cerca de nuestra casa, y esto, mediante conversaciones cortas y repetidas”), o sea “permite declararse”. (65)
Los operadores han comprendido el beneficio que podía sacar de individuos desvalorizados, angustiados, incapaces de comunicar o de soportar lo desconocido. Su argumento de venta dibuja en negativo la sociedad tecno-mercante que crea a estos individuos. Sedentarios esclavos de nuestro trayecto domicilio-trabajo, del corte semana-/weed-end, todo-el-año-en-el-curro/el-mes-de-agosto-a-la-playa, somos el blanco ideal para los dealers del “nomadismo” adulterado alabado por el estafador Attali [Jacques Attali, político e intelectual, nota de la trad.].
¿Por qué tendríamos necesidad de una mediación electrónica para comunicar si no es para adaptarnos a un mundo que atomiza a cada uno de nosotros y divide nuestras vidas? Llamada: en un país donde tres de cada cuatro habitantes están equipados del aparato-que-refuerza-las-relaciones, 15 000 personas mueren en la indiferencia general en tres semanas de canícula.
Dado por supuesto que refuerza las relaciones con los próximos, el móvil permite sin duda alguna evitar el contacto con los desconocidos. Ved estos zombis en tránsito pegados a sus SMS, algunos para evitar así la mirada de sus vecinos de autobús. Y estos despistados urbanos, pegados a su móvil para hacerse guiar a distancia antes que preguntar su camino a la gente. Gracias a su “kit” de teleguiado que incluye indicador de calles y receptor GPS, siguen las instrucciones de la máquina injertada en su oreja. Que a un individuo se le ocurra abordarles de viva voz y pedirán enseguida ayuda.
“Según Béatrice Fracchiolla, socióloga e investigadora en punta sobre las nuevas tecnologías, su uso inmoderado (NDR: del móvil) sirve para llenar los tiempos de desplazamientos cotidianos que son a menudo fuente de angustia. “Este tiempo pasado en tránsito en una especie de “no-lugares” sucesivos, en medio de una multitud anónima, provoca una pérdida “de identidad”, escribe en la revista Esprit critique. (…) La socióloga ve en el móvil (…) otras tantas tentativas de reconquista por el humano de espacios urbanos caóticos. Los medios de ser móvil, como otros tantos “paliativos en relación al vecindario que disminuye a medida que las ciudades crecen y se extienden, que sus fronteras se hacen cada vez más deletéreas”.” (66)
El teléfono móvil prospera en el mercado del miedo. Los adolescentes lo dicen: sus padres les equiparan masivamente para “tranquilizarse”. Sin duda los operadores tienen razón en atribuir sus éxitos al temor “de un mundo potencialmente hostil” y sin duda tienen algún interés en agravar esta hostilidad del medio con sus servicios cada vez más alienantes. Miedo a la agresión, a la caída en montaña, al rapto, sobre los que juegan con deleite. Más banalmente, lo que aterra a nuestros contemporáneos, es simplemente la sal de la vida., el azar y lo imprevisto, que no tienen lugar en una existencia aseptizada, planificada, calibrada. Mercancías sobre cinta transportadora, los individuos de este mundo no tienen vocación de abandonar la vía que se les ha trazado, y el móvil es el mejor instrumento para acostumbrarles a volver a sus compartimentos. Y a permanecer en su burbuja, que les procura en lo sucesivo lo necesario para vivir plenamente su autismo: difusión de música (teléfonos “walkman”, de los que se prevé para 2010 unas ventas de 77 millones (67), y pronto la tele. “El Consejo Superior de Audiovisuales en efecto acaba de conceder las frecuencias a los tres operadores a fin de poner a prueba la difusión masiva de la tele en el móvil” (68) Con la tele móvil, los responsables no tendrán ya mayores razones para preocuparse. El tiempo de cerebro disponible de sus “administrados” definitivamente ya no corre riesgo de dedicarse a la reflexión, por no hablar de la contestación. Un rebaño de zombis conectados a las series americanas y a la publicidad, precisamente interrumpidos por algunas llamadas telefónicas (¿Dónde estás? – Bueno, ante la tele, ¿dónde quieres que esté?): vemos lo fácil que es manejar.
“¡Pero querida te digo que estoy en Angulema! Bueno, te llamo”
La prótesis crea la discapacidad
Como la prótesis que reemplaza un miembro, el teléfono se supone que repara artificialmente los estragos de ese mundo, que hace de nosotros los engranajes de la máquina de producir y de consumir en masa, de hacer la cola en el supermercado, en el múltiplex, en la telesilla, en el peaje. Debe procurarnos todo a la vez la independencia y el contacto permanente. La mantequilla y el dinero de la mantequilla. Responder a todas nuestras necesidades. Protegernos de todo. “Herramienta multicomunicante”, se convierte en un auxiliar de vida encargado de “fluidificar la vida cotidiana”. Tanto es así que el “Chief Information Officer” del Hospital de Harvard ha declarado que quiere hacérselo injertar bajo la piel, como complemento del chip que ya se encuentra allí. (69)
Luego, al sustituir la prótesis al miembro, las máquinas nos privan de nuestras facultades. Desde el coche, los ciudadanos no saben ya caminar por los trayectos más mínimos (más de la mitad de los desplazamientos en coche atañen a trayectos de menos de 3 km), y, al quejarse de la “epidemia” de obesidad que les golpea, de la contaminación, de los muertos en la carretera, de las guerras por el petróleo, etc., sueñan incluso más en salirse con la suya. Han olvidado cómo se vivía sin coche, y este olvido es una amputación. La prótesis se ha convertido en discapacidad.
Observemos a los usuarios de teléfonos móviles: incapaces de orientarse en el espacio y de estar a la hora en una cita (¿por qué creen que pueden estar en todos los sitios a la vez?), incapaces incluso de imaginar cómo hacer para encontrar a alguien en algún sitio sin móvil, han perdido además la facultad de vivir el presente. Su capacidad para estar localizable todo el tiempo ha destruido su atención y su disponibilidad para lo que podría producirse aquí y ahora.
Amputados de su presencia en el mundo, se envían SMS mientras que el tren atraviesa unos paisajes desconocidos.
No son los nuevos programas informáticos de “realidad aumentada” los que les animará a fiarse de sus sentidos y de su inteligencia para aprehender el mundo. Gracias al móvil, que “completa la realidad con datos virtuales” (70), son los sensores, los acelerómetros, el GPS y las bases de datos los que os informan respecto a los lugares en que estáis. Por cierto, ¿para qué molestarse todavía en salir?
Amputados de su mundo interior, no viven más que para la solicitación exterior, la espera de la llamada o el mensaje. Han perdido la facultad de permanecer en silencio, de vivir los tiempos muertos, de contemplar, angustiados como están de perder una comunicación. Obsesión por llenar los vacíos. El móvil se ajusta a una existencia que no tiene valor más que en el interior del campo público: existir, es estar localizable en todo instante, reconocible, como bajo la mirada de las cámaras de vigilancia. El que proclama su deseo de estar ausente, fuera de ángulo, presenta para sí mismo, aunque sólo fuera de forma intermitente, pronto sería clasificado entre los marginados, asociales, inactivos incluso. He aquí por fin la transparencia total, la abolición de la intimidad consumada.
No sólo el teleguiado convierte el territorio en virtual, sino el parloteo incesante en el móvil transforma la vida en su comentario –compartido a pesar de ellos por los vecinos del ruidoso charlatán. Una extracción de la realidad que culmina con las funciones de cámara de fotos y cámara en adelante integradas en todos los teléfonos. Lo importante, no siendo ya lo que se está viviendo, sino las imágenes que se sacan de ello. Incluso los cantantes pop pierden la calma con estos bosques de móviles erguidos al final del brazo por los espectadores ansiosos por grabarlos. “Todo lo que era directamente vivido se aleja en una representación”.
“¿Adivina desde de dónde te llamo?”
El móvil es lo inverso de la herramienta de comunicación que pretende ser. ¿Desde cuándo no habéis tenido una conversación ininterrumpida por una llamada? Condicionados, encontramos esto normal, pero hagamos un alto: mirémonos, la boca abierta, parados por el reflejo pavloviano de nuestros interlocutores, más ansiosos de responder a la llamada que de dejarnos terminar nuestra frase. Ahí estamos.
Esta agresión no ha escapado a la Asociación de los Operadores de Telefonía Móvil. Para contrarrestar cualquier crítica, el lobby ha encargado a sus sociólogos a sueldo parir un estudio. “El lugar del teléfono móvil en la sociedad, de los discursos a la políticas” (71). Según traducción a neolengua socio-marketing, la situación descrita antes se convierte en: “En este contexto comunicativo siempre a repetir, se observan posturas y estrategias de control que se establecen y que hacen de cada usuario una especie de ingeniero de la comunicación que debe gestionar varios interlocutores, diversos tiempos y diversos espacios”.
Hasta hace poco erais un ser humano dialogante con otro ser humano. Desde ahora, sois un ingeniero de la comunicación. Felicidades.
Y tanto peor para los profes que se quejan de las perturbaciones en clase. Aprenderán las “estrategias de control” necesarias en este “contexto de comunicación siempre a repetir”. En el peor de los casos, y ante su impotencia frente al objeto “pulsional”, se instalarán en las escuelas otras máquinas. “Es difícil mantener el equilibrio adecuado entre la imperiosa necesidad de comunicar y el respeto al bienestar de los otros. Las soluciones Viridia permiten hoy día a los empresarios bloquear efectivamente las ondas de los teléfonos móviles y así no perturbar el buen desarrollo de una película o de un espectáculo”. (72)
La historia recordará quizá que la civilización occidental del siglo XXI habrá sido la de los “alteradores de móviles” instalados para suplir la facultad de atención a los otros. La que la SNCF nos habrá enseñado a “hacer un gesto por el medio ambiente sonoro” al telefonear en los espacios reservados.
Encadenados por el inalámbrico
“Rara vez está apagado entre los jóvenes, siempre a mano, incluso cerca del cuerpo, incluso durante la noche, para poder sentirlo vibrar; es mirado y consultado constantemente y de forma casi refleja, a la salida de las clases. En este sentido, se integra en los hábitos incorporados, constitutivos de la identidad.” (73)
¿Os recuerda algo? Sí, a los niños y su peluche, “objeto transicional” como dicen los psis, se supone que representa el calor de mamá frente al vasto mundo. Adolescentes compulsivos y ejecutivos competitivos han encontrado una digna manera de chupar su pulgar en público. Bravo a los vendedores.
Convertidos en adictos a este gadget como los fumadores a su tabaco, los bebés a su chupete y los deprimidos a sus ansiolíticos, los propietarios de móviles pasan su tiempo comprobando que no han olvidado su teléfono, que está bien cargado, que no han recibido nuevos mensajes, etc., añaden a su sentimiento de inseguridad un motivo de angustia suplementario: el riesgo de ser robado su aparato (el aumento de las cifras de la delincuencia debe mucho al robo de móviles). Escuchemos su desconcierto cuando olvidan su teléfono: “Es como si me faltara un brazo, me siento minusválido”. “Me dejé mi cabeza en casa”. “Me siento físicamente disminuido”. “Es como si olvidara mis gafas, y soy muy miope”. (74)
He aquí el inalámbrico pillado en su verdadero aspecto suplementario. He aquí la autonomía del individuo un poco más magullada por una prótesis tecno que dispensa encontrar en uno mismo los recursos para desenredar las incertidumbres de la vida cotidiana. He aquí terminada la cobertura total del territorio, hasta las cumbres de las montañas, convertidas en unos jardinillos donde no hay sino que llamar para ser rescatado en helicóptero.
He aquí, por último, borrada la frontera entre vida privada y vida pública, mezcladas en la misma obsesión del contacto permanente. Las empresas han comprendido perfectamente el interés de esta cadena en los pies de sus empleados. En adelante localizables a cualquier hora, éstos ya no tienen excusas para no consagrarse por entero a su tarea. Viajes en tren, atascos, colas de espera, pausas, todo este tiempo debe ser rentable manteniendo el contacto con la oficina. Velocidad, rentabilidad, flexibilidad, el móvil es la herramienta ideal del trabajo: las empresas lo consideran con razón como el segundo medio de comunicación factor de productividad. (75)
Según los testimonios de los asalariados recogidos por el sociólogo Francis Jauréguiberry, el móvil es también una herramienta de vigilancia a distancia, encarna el poder, introduce una desigualdad entre los que llaman y los llamados. “Con la llegada del móvil, se asiste a una extensión de la urgencia en los sectores cada vez más numerosos de la actividad económica, desprovistos de cualquier legislación en la materia. Así, los empleados “nómadas” (en desplazamiento o geográficamente excéntricos de la dirección) y los “cuadros fusibles”, localizables en cualquier lugar y a cualquier hora, sufren una tensión permanente que a menudo invade su vida privada”. (76)
Una publicidad ofrece la solución a estos “cuadros fusibles”: “Id a donde vuestro móvil no tenga cobertura”, invita sobre un fondo de paisaje salvaje. Una publicidad para un 4x4.
Tiranía de banda ancha
El teléfono móvil no sólo es un gadget contaminante: da forma al mundo, “revoluciona nuestra vida cotidiana” como dicen los investigadores e industriales, sin que nunca lo hayamos elegido. Y esta tiranía se impone a todos, tontos o refractarios. Constantemente a las necesidades soltadas por los empleados del CEA, no tenemos la elección de tener un móvil o no, si queremos formar parte de la sociedad.
A un postulante para un trabajo de manipulador, el responsable de una agencia de trabajo temporal grenoblesa: “¿No tenéis móvil? ¡Pero esto no es posible! “. A una profe llevando a sus alumnos de viaje, el empleado SNCF: “El móvil es obligatorio para reservar los billetes de grupo, en caso de retraso del tren”.
El mercado saturado, los fabricantes de móviles no tienen sino una solución: incrustarse más profundamente en nuestras vidas vía “nuevos servicios”. He aquí el teléfono-tarjeta bancaria para abonar vuestras compras y vuestro aparcamiento, el teléfono-ticket de transporte, el teléfono para registrarse en el aeropuerto o reservar su billete de tren, sin olvidar el “comercio móvil”, para ir de compras por el Internet móvil. Pero más aún, puesto que lo reclamáis, el teléfono que detecta el mal aliento, que os advierte de los peces bajo vuestra caña de pescar, y que repele los mosquitos. Y para estas damas, el modelo que indica el día de ovulación. (77) Nos reiríamos de esta quincallería si no apuntara también a la administración electrónica –o cómo atarnos al móvil gracias a unas formalidades obligatorias. En cuanto a los que tienen dificultad ya en encontrar cabinas telefónicas, serán en este mundo maravillosamente móvil, unos desechos. Como dice François Ewald, profesor en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y miembro del Consejo de Administración del AFOM: “El hombre, la mujer, el adolescente contemporáneos ya no son concebibles sin móvil”. (78)Vosotros, que no telefoneáis desde vuestra telesilla, no tecleáis en el bus, no tomáis fotos de vuestros agujeros de la nariz, no sois ya concebibles. Por desgracia, el profesor Ewald, antiguo maoísta y foucauldiano, no precisa lo que va a hacer de vosotros un mundo que ya no os concibe.
“Hola, estoy en la tienda. ¿Qué café cojo, en polvo o en grano?
V
El chivato perfecto
Así pues, el teléfono móvil, es la libertad. He ahí para la versión Nokia, SFR e IDEAs Lab. En la verdadera vida, es el medio más eficaz jamás inventado para rastrear a los individuos.
Seguid rectos, que sois rastreados
El 87% de la población francesa está provista de una correa electrónica cuya presencia en un bolsillo basta para localizar a su propietario. En Francia, 35 000 antenas repetidoras mallan el territorio y registran las señales emitidas por los GSM, en tanto que las facturas detalladas de los operadores reconstituyen la integridad de nuestras llamadas. “El móvil dice tanto sobre la localización y las relaciones de los sospechosos que se ha convertido en una herramienta indispensable para la policía (…) Ya se trate de determinar un uso del tiempo, un itinerario o una red de relaciones, el estudio de los aparatos telefónicos fijos y móviles ha llegado a ser “un recurso casi sistemático”, según un magistrado”.
Nota a la atención de los buenos ciudadanos que no tienen “nada que reprocharse”: ninguna necesidad de ser un criminal para ser cibervigilado. Los periodistas lo comprenden desde que los jueces al interesarse en sus fuentes –que la ley les permite proteger- registran sus móviles. “Todo lo que vayáis a decir por teléfono podrá ser usado en vuestra contra. Tal es el mensaje que la Justicia acaba de remitir a la prensa (…) Basta que la policía lo pida para que los operadores suministren la lista de las llamadas durante un periodo dado. Si los textos (NDR: legislativos) permiten a los periodistas guardar silencio, nada impide hacer hablar a la tecnología en su lugar. Es lo que se llama un avance para la libertad de la prensa”. (80) Un periodista del Parisien ha descubierto que “la policía había identificado las llamadas realizadas y recibidas en su teléfono e incluso realizado un “cabotaje”, con el fin de trazar sus desplazamientos gracias a su móvil”. (81)
¿Por qué conceder sólo a los policías la posibilidad de seguir el rastro a sus conciudadanos? Gracias a la democratización de los “servicios de geolocalización” por GPS tenemos aquí el control de todos por todos. El operador japonés NTTDoCoMo ha creado el primer servicio de localización de los portadores de teléfono desde un ordenador o cualquier móvil. “Ideal para localizar a los miembros de la familia como los niños o las personas mayores”. Otros, como la sociedad Ootay, proponen soluciones para saber dónde se encuentra el que llama, y para localizar a sus amigos: “la localización de las personas es un servicio de “confort” para cualquier persona que desee conocer el lugar donde se encuentran los amigos o los próximos”.
No digáis ya: “¿dónde estás?”, sino “sé dónde estás”. Un sueño para conserjes, mirones, policías y vendedores.
Ideal también para el acoso publicitario: una tienda puede localizar a los paseantes cercanos y enviarles una oferta a sus teléfonos con el mapa de la zona. La sociedad francesa Watisit propone también un sistema de “hiperlocalización”, Whereisit, “que permite orientar por SMS los objetivos hacia los distribuidores más próximos”.
“Apoyándose en la omnipresencia del teléfono móvil en nuestra vida cotidiana, Watisit refuerza el atractivo de los soportes de comunicación y facilita las reacciones de interés de las personas abordadas por las compañías.” (82)
Los estudiantes de instituto que se manifestaron contra la Ley Fillon en primavera de 2005 y contra el CPE en 2006 han hecho acusaciones de escuchas telefónicas. “Las red GSM es preciosa para los micros espías. Basta un microchip -la tarjeta SIM- y un poco de técnica para permitir a un micro espía funcionar en la red del portátil. Los investigadores pueden escucharlo pues con toda legalidad al marcar un número de teléfono y disfrutar así de una mejor cobertura que un micro clásico.” (83)
Recordemos a los modernos que se creen más listos que los demás que un teléfono móvil puede ponerse en escucha incluso apagado. Eso significa que su gadget preferido representa el papel de micrófono en su bolsillo, al transmitir las conversaciones de alrededor.
A los chivatos aficionados, recomendamos el teléfono espía: “basado en las últimas tecnologías GSM, su uso es extremadamente simple: insertar una tarjeta con chip GSM y “olvidarlo” en cualquier parte (mesa, cajón, caja de guantes, coche, bajo la cama, en un bolso, en un bolsillito, una maleta, tras un bibelot, etc…) llamadle y escuchad. No es más complicado. El Spy Phone no emite ningún sonido o no efectúa ningún signo visual aparte de su llamada o de su uso. Es un móvil celular GSM, con una diferencia notable: parece desconectado y “apagado”. Sin embargo está completamente operativo y se comporta como un micro emisor extremadamente sensible.” (84)
Y puesto que vuestro móvil funciona como libreta de direcciones, de recordatorio, de álbum de fotos y de monedero, es toda vuestra vida o casi la que el dispositivo de recuperación de datos desarrollado por Cellebrite es capaz de sacar a la luz. Presente en el salón Milipol ((85) 2007, esta sociedad israelí (86) ha seducido al Ejército y a la policía americana con su sifón de datos, también él móvil: un simple cable entre vuestro teléfono y esta maravilla telefónica y la torre se pone en juego, antes de que hayáis tenido el reflejo de destruir vuestro chip o vuestro aparato. Recordemos que sería idiota creer que un simple “borrado” de datos de vuestro teléfono los protegería de los indiscretos. Los laboratorios especializados en la “investigación de huellas informáticas” os reconstituyen el menor SMS sin dificultad. (87)
Por otra parte, ¿por qué reducirse a las comunicaciones individuales cuando el teléfono móvil concierne a toda la población? ¿Cuándo la masa emite permanentemente señales electrónicas que traicionan su número y sus movimientos? El poder lo soñó, los investigadores lo han realizado. Manifestación en Roma en 2006, con la marea de los tifosi que reciben al equipo de fútbol italiano. “Los investigadores del MIT, autores de este conteo inédito, revelaron que habían utilizado las señales emitidas por los teléfonos móviles de los abonados de Telecom Italia. (…) En grandes pantallas estaban representados barrios enteros de Roma donde puntos luminosos, flechas rojas, verdes, naranja, curvas coloreadas en tres dimensiones, representaban los movimientos de población, los lugares más frecuentados, los atascos… (…) Los investigadores del MIT están persuadidos de que su técnica, y las informaciones que resultan de ella, son susceptibles de interesar a una multitud de actores económicos en una ciudad: los controles de transporte que quieren reorganizar las rutas de los autobuses, una cadena que busca los lugares más concurridos para implantar sus almacenes, los cartelistas urbanos preocupados por conocer la afluencia real ante sus paneles… “Obtener informaciones vía un teléfono móvil es mucho menos caro que el uso de helicópteros, cámaras o de captores dispersos un poco por todas partes en una ciudad. Incluso que los estudios de campo, afirma Carlo Ratti (NDR: director de SenseAble City Laboratory del MIT)”. Esta técnica permitiría también arreglar las discrepancias entre fuerzas del orden y organizadores en lo que atañe al número de manifestantes”. (88)
Es conocido que las “discrepancias” entre fuerzas del orden y manifestantes son lo más frecuente de orden aritmético. La junta birmana habría soñado con esta tecnología para contabilizar sin error a los monjes rebeldes en las calles de Rangún en el otoño de 2007.
Localizarnos en todas partes en cualquier momento es un principio. Pero quedan zonas de sombra en nuestras vidas que un poder ávido de “transparencia” (vigilancia en neolengua) debe iluminar. Por suerte, siempre se encuentran ingeniosos ingenieros dispuestos a prestar servicio. En el MIT –que los tecnarcas grenobleses decididamente tienen razón en querer imitar- un equipo trabaja desde 2004 en el “realiy mining” (89). En buen francés: registro de la realidad. Estos brillantes cerebros parten de la misma constatación que sus colegas contadores de masas: puesto que todos están provistos de un chivato que almacena cantidad de informaciones sobre su propietario, ¿por qué no utilizar esta mina estadística para ojear las relaciones sociales? “El registro de la realidad, es permitir a la infraestructura tecnológica conocer las informaciones sobre vuestra vida social”, explica Sandy Pentland, responsable del estudio. Los investigadores han equipado a cien voluntarios con un teléfono provisto de vínculo Bluetooth (que detecta “el entorno informático” y deduce la localización de cada uno) y de un programa informático especial para estudiar las interacciones entre ellos. “Recogemos una cantidad de datos sin precedente sobre el comportamiento humano y las interacciones de grupo”, explican. Los cuales muestran la naturaleza de las relaciones entre personas, su estatus en el grupo o su satisfacción en el trabajo y permiten, según los investigadores, predecir el encuentro entre dos personas según la hora y el lugar. En resumen, vuestro teléfono sabe quiénes sois y lo revela a quien se lo pide.
El sonido, la localización, y, desde luego, el uso. La generalización del video en los móviles hace de cada uno un delator potencial, con el asentimiento colectivo. ¿Para qué inquietarse de una cámara de vigilancia cuando estamos habituados a ser filmados en cada momento? Como lo señala con delectación el presidente de la Asociación de las ciudades videovigiladas, Dominique Legrand: “La población está mucho menos asustada por las cámaras que hace algunos años”. (90) Incluso ella ha adoptado el fenómeno “happy slapping”, estas agresiones filmadas en móvil para ser difundidas en Internet o de teléfono a teléfono. Extraído del juicio de un alumno después de la agresión de una profesora: “¿Por qué pensaste en coger tu móvil para filmar, antes que prestar ayuda? Interroga el presidente. – Hoy en día todos conectan los teléfonos móviles, se justifica Massire Touré. Según su abogado, “filmó con el brazo extendido sin saber realmente lo que hacía (…) Su necesidad fue superada por la técnica”. (91). No lo podría decir mejor.
“Nada os obliga a tener un móvil si sois paranoicos”, ironizan los sociólogos jóvenes de IDEAs Lab. Ése no es el parecer de los policías alemanes que acosan a Andrej Holm, sus colegas en la Universidad Humbold de Berlín, cuya culpa es interesarse en los grupos militantes más que en el marketing high tech. En junio de 2007, éste fue detenido provisionalmente y acusado de “comportamiento conspirativo” por presentarse a una cita sin su teléfono (92). No está lejos el momento en que el móvil será tan obligatorio como los documentos de identidad. Para el que ha hecho la experiencia, el desconcierto de los policías interrogando a una persona no-conforme, sin móvil, revela cuán auxiliar ha llegado a ser este gadget para las “fuerzas del orden”.
La trazabilidad del ganado humano es uno de los mercados de futuro para la industria electrónica: chips RFID (identificación a distancia por radiofrecuencia), implantes subcutáneos, biometría. Sólo falta hacernos aceptar esta nueva condición de esclavos seguidos, identificados, fichados, controlados. ¿Qué mejor para eso que el teléfono móvil y sus funciones lúdicas? Nos condicionan para la trazabilidad, y nos preparan para la domesticación total. Los que hoy quieren imponernos el control biométrico y el carnet de identidad electrónico disfrutan en recordarnos: “Pero vosotros ya sois seguidos con vuestra tarjeta bancaria y vuestro teléfono móvil”.
Las industrias que no se enredan en florituras lo han explicado en un programa de acción publicado en 2004 por el lobby de electrónica, el GIXEL (Groupement des industries de l’interconnexion, des composants et des sous-ensembles életroniques( (93): “La seguridad es vivida muy a menudo en nuestras sociedades democráticas como una intromisión a las libertades individuales. Hay que hacer aceptar pues a la población las tecnologías utilizadas y entre éstas la biometría, la video-vigilancia y los controles.
Algunos métodos deberán ser desarrollados por los poderes públicos y los industriales para hacer aceptar la biometría. Deberán ser acompañados de un esfuerzo de convivialidad por un reconocimiento de la persona y por el aporte de funcionalidades atrayentes:
* Educación desde la escuela de párvulos, los niños utilizan esta tecnología para entrar en la escuela, para salir, desayunar en el refectorio, y los padres o sus representantes se identificarán para ir a buscar a los niños.
* Introducción en los bienes de consumo, de confort o de los juegos: teléfono móvil, ordenador, coche, domótica, juegos de video.
* Desarrollar los servicios “cardless” en el banco, o supermercado, en los transportes, para el acceso a Internet…”
Como esto cae bien, los lobistas de la vigilancia hacen también, a menudo, su agosto con la telefonía móvil. En Crolles 2, STMicroelectronics produce microchips a la vez para la telefonía y los RFID. Atmel, en el extrarradio de Grenoble, cultiva también la sinergia; “Atmel Grenogle se distingue en dos aplicaciones faros: la biometría y las microcámaras. (…) Nuestra microcámaras equipan los teléfonos móviles, un mercado de volumen importante e interesante. (…) Ponemos las mismas esperanzas en la biometría, utilizadas para unas aplicaciones de confort hoy, por ejemplo para sustituir un código de acceso en los ordenadores personales o los teléfonos móviles. Pero esta tecnología será también ampliamente utilizada mañana para las aplicaciones de seguridad. Todos los nuevos pasaportes serán así dotados de aplicaciones biométricas”. (94)
Jean Vaylet, patrón de Atmel, es miembro de GIXEL, como STMicro, y el CEA-Léti, que colabora a tiempo completo con Crolle 2, que suministra amablemente de Nokia el fruto de sus investigaciones, y que conecta las impresoras a RFID para producir a bajo coste estos soplones electrónicos a diseminar en todos los objetos y carnets de identidad. (95)
Nada como la función de “pago” del móvil para “hacer aceptar a la población” el control biométrico. “Seguridad obliga, para proteger estas verdaderas carteras electrónicas, los operadores han incluido en los teléfonos unos sistemas de identificación como el reconocimiento de los rasgos de la cara o de las huellas digitales”. (96)
No sólo los beneficios realizados en las ventas de teléfonos alimentan el desarrollo de las herramientas de control totalitario, sino que la aceptabilidad de unos favorece la de los otros.
La prueba es que una población entera puede someterse a los mandatos del marketing tecnológico y adoptar sin vacilar, pero pagando, un dispositivo electrónico del que no tenía necesidad y el mundo que produce. Adivinad qué conclusiones saca el poder de esta experiencia en cuanto a la docilidad de las cobayas humanas. ¿Os habéis tragado el móvil? Os tragaréis los controles biométricos.
Pièces et Main d'OEuvre
Grenoble, junio 2005. Versión revisada y aumentada, marzo de 2008.
Edición electrónica en francés: http://www.piecesetmaindoeuvre.com/spip.php?page=resume&id_article=7
El triunfo de los manipuladores
En 1992, Francia contaba con 500 000 abonados al teléfono móvil. A finales de 2007: 55,3 millones. En quince años, el 87,6% de la población se ha dejado convencer de la necesidad de este gadget.
Los jóvenes son los más intoxicados: el 97% de 18-24 años poseen uno de ellos. “Si se exceptúa a las personas mayores y los niños de poca edad, el mercado llega a los límites de la saturación”. (47) ¿Por qué exceptuar a los niños de poca edad, cuando se podría habituarlos a telefonear desde sus primeras palabras? Después de dos tentativas abortadas en 2005, el BabyMo, “primer teléfono móvil enteramente concebido para el niño” (48), después, en 2007, el Kiditel, se retiraron de la venta por demanda de las asociaciones –El Mo1 un nuevo avance. Lanzado por la sociedad española Imaginarium, este modelo para niños a partir de 6 años permite llamar a los números pregrabados de los padres e incluye un dispositivo de geolocalización por GPS.
Como declara al Monde 2 Régis Bigot, director adjunto del departamento “Condiciones de vida y aspiraciones de los franceses” en el CREDOC: “Estas nuevas generaciones están preparadas para un mundo en que las nuevas tecnologías serán omnipresentes”.
Acoso publicitario, teléfonos de oferta, eliminación de las cabinas telefónicas, coste exorbitante de las llamadas de fijo a móvil y presión social han hecho del móvil la tecnología con el desarrollo más rápido de la historia. En 2006, se vendieron mil millones en todo el mundo. (49) Según el gabinete de análisis Gartner, el móvil sería el bien de consumo electrónico más extendido del planeta. Hasta en los rincones más hambrientos del planeta, como en Somalia donde, a falta de agua potable, tienen SMS (50).
Mil nuevos abonados se registran cada minuto. Un ser humano cada dos en lo sucesivo está ataviado con su prótesis comunicante (51). Más aún, algunas generaciones y –ayudando la evolución- la especie debería estar equipada con él naturalmente.
Más que todos sus predecesores, este gadget empuja al mimetismo y al conformismo tan caro a los vendedores. “Acabé por ceder a la presión de mi entorno. Lo que les molestaba de mi actitud, es el rechazo a alinearme al comportamiento dominante”, explica un librero al Monde (52).
Haced el test. Decid a vuestros colegas que no tenéis móvil. Aparte de las excepciones que cuchichean: “Tienes razón, me gustaría hacer lo mismo”, la mayoría se ríe a carcajadas: “¿Estás contra el progreso? ¿Te iluminas con la vela?” o se inquieta: “¿Pero cómo lo haces?”.
Mientras que la publicidad vende a las masas la autonomía y la independencia mediante abono, vemos que se trata ni más ni menos que hacer como todo el mundo.
No habíais pedido nada, lo tenéis a pesar de todo
Si ocho de cada diez franceses se preguntan cómo han hecho hasta ahora para arreglárselas sin móvil, es gracias a la propaganda falsa del marketing y a las manipulaciones de los sociólogos de los “usos” y de “la aceptabilidad”. En Grenoble, el fabricante de micrichips STMicroelectronic y su asociado el CEA-Léti han creado, con France Telecom R&D y Hewlett Packard Labs, un “laboratorio de ideas” llamado IDEAs Labs, que vende a los industriales un método para asegurarse el éxito, elaborado “gracias al aporte de otras disciplinas científicas, en particular las ciencias humanas”. (53)
Este método patentado, el “Diseño Asistido por el Uso” (“design smart process”), ha sido inventado por un grenoblés, “sociólogo y antropólogo de la innovación” en el CNRS, Philippe Mallein. “Éste identifica los usos de la tecnología antes incluso que la concepción de nuevos productos. Objetivo: crear verdaderos nuevos productos con verdaderos nuevos usos, y no sólo adaptarse a lo que el mercado parecer demandar” (54).
Es lo que nos parecía. El “mercado” no (nos) ha pedido nunca teléfono móvil. Pero gracias a Mallein, nuevos “usos” (necesidades en neolengua), han sido creados. Hay que ver la sonrisa vencedora de Michel Ida, patrono de IDEA’s Lab, cuando, en sus conferencias sobre los “objetos inteligentes”, pide al público: ¿Quién tiene un teléfono móvil?”.
¿Cómo lo hacen estos bienhechores? Reúnen “a creadores (diseñadores, artistas), a expertos en ciencias humanas (sociólogos, antropólogos), a expertos de software, de microelectrónica, de microsistemas, y también a operadores, a industriales o futuros usuarios de estos objetos comunicantes” (55) y les hacen estrujarse los sesos sobre los gadgets futuristas (columpio virtual, pluma comunicante, clones virtuales, vestidos y gafas de sol comunicantes). El fruto de estos “talleres creativos” es sometido a continuación a unos paneles de consumidores clasificados según su “comportamiento respecto al cambio” (etiquetados como “Apasionados”, “Pragmáticos” u “Objetores”) (56), cuyas reacciones son examinadas con lupa, para decidir si tal máquina tiene posibilidades de ser aceptada por los cerdos de los consumidores.
La combina tiene el mérito de revelar la lógica completamente comercial de la “investigación & desarrollo” caro a los ingenieros del CEA: no se trata de encontrar un respuesta a las necesidades de la población, sino las salidas a una tecnología, creando unas necesidades facticias. Ad Valor reivindica este cambio de lógica orweliana, resumiendo el trayecto de una innovación rentable: ésta tiene que crear primero unas “significaciones de uso positivas” asociadas a un “valor para el usuario” antes de llegar a la “expresión de la necesidad”, después a la “demanda”.
Nada nuevo, por mucho que digan los vacilones de IDEAs Lab. Su método recicla el de Edward Benays, el inventor americano de las “relaciones públicas” en los años 1920, experto reivindicado en manipulaciones de la opinión. “Sus trabajos llevaron a Trotter y a Le Bon a la conclusión de que el pensamiento en el sentido estricto del término no tenía su lugar en la mentalidad colectiva, guiada por el impulso, el hábito o la emoción (…) Los nuevos responsables comerciales saben que es posible (…) suscitar corrientes emocionales y psicológicas que trabajarán para ellos. En lugar de combatir de frente las resistencias de los compradores, buscan eliminarlas. Con este fin, crean unas circunstancias que, al canalizar las corrientes emocionales, van a producir la demanda” (57). Bernays ha demostrado la eficacia de una buena compaña con la operación “antorchas de la libertad”, en 1920, destinada a incitar a las mujeres a fumar. Misión cumplida: en 2008 la tasa de cáncer de pulmón entre las mujeres alcanza a la de los hombres.
Escuchemos a Denis Marsacq, del laboratorio “Fuentes de energía miniaturas” del CEA Grenoble, contratista subsidiario de Nokia en la investigación sobre las minipilas de combustible para móviles, durante una conferencia en la Fnac: “Desde luego estas pilas serán más caras que la recarga de un teléfono en una toma eléctrica, pero nos dirigimos a los adolescentes que son inmaduros y menos racionales y pensamos que se engancharán al “inalámbrico” total”.
Recordemos: no sólo se trata de adaptarse a lo que el mercado parece demandar. Y atacar a los jóvenes, bastante bobos para dejarse liquidar por Britney Spears como tono y el teléfono detector de amor y de mentiras (vendido por KTS, en Corea, por ahora). Queridos adolescentes, ¿os gusta ser objetivo en el visor de los dealers de los dispositivos electrónicos? Ved el desprecio en el que ellos tienen vuestros 17 años, agitando ante vuestras narices su pacotilla electrónica como el abalorio para salvajes. ¿A cambio de qué cambiáis vuestra autonomía, vuestra salud y vuestro dinero de bolsillo? De un teléfono.
A vuestro favor, vosotros apenas habéis conocido el mundo sin móvil. Vuestros mayores están tan avergonzados que se justifican todo el tiempo: “Va bien en caso de avería de coche; “Lo utilizo muy poco”; “Con mi trabajo estoy obligado”. Lamentable confesión que hay que traducir: “Hago como todo el mundo”.
Así es como vuestros colegas se mondan de risa. Y Mallein, el sociólogo esquirol, de calificar a los drogadictos de dispositivos electrónicos de “visionarios”, y a los refractarios de “conformistas”. Orwell nos lo había advertido: Lo Artificial es lo Natural - El Consumo es la Religión. La Autonomía es la Alienación.
Como en 1984 la historia se reescribe cada día, ya pronto no sabremos que existía un tiempo en que no se llamaba para decir que se llegaba. Como ya no se sabe hoy que existió un tiempo en que no se llamaba en absoluto. Donde se llamaba a la puerta de la gente para hablarles.
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Su sumisión hipnótica al marketing lleva a los consumidores a ignorar lo esencial: “Retroceso sensible del gasto en alimentos, progresos espectaculares en la compra de distracciones, en particular en la alta tecnología… En algunos años, los hábitos de consumo de los franceses han cambiado profundamente (…) Para continuar comprando los productos que les hacen soñar (…) recortan ostensiblemente en los productos alimentarios de marca vendidos por la gran distribución y cogen el camino de las tiendas de proximidad con bajos precios, las famosas tiendas de descuentos” (58). En las familias modestas, el presupuesto “móvil” pesa tanto que los excesos de tarifa plana de los adolescentes ahondan el endeudamiento de los más frágiles.
Al recortar en su alimentación, los franceses permitieron a los operadores de telefonía móvil reembolsarse 21 mil millones de euros en 2006, una cifra de negocio multiplicada por diez en diez años y superior a la de la construcción aeronáutica y espacial (59). El lanzamiento del “iPhone” (un millón de ejemplares vendido en tres meses en Estados Unidos) ha provocado una subida del 121% de la acción de Apple. El constructor Nokia vende un millón de teléfonos por día. En 2006 el número uno de los fabricantes se ha embolsado 41,1 mil millones de euros de beneficios (60). Nokia que es uno de los mayores clientes de STMicroelectronics, y que es también librador del CEA-Léti. De ahí nos percatamos de lo que la economía de Grenoble debe a un fabricante finlandés de teléfonos móviles.
No olvidemos los “servicios” anejos: en Francia, en 2004, el cambio de los tonos musicales proporcionó 8,5 M€ a las páginas web de telecarga de pago, que cuentan con un mercado de 160 1 200 M€ por año (61). Index Corporations realizaba en 2003 una cifra de negocios de 150 M€ vendiendo sus “contenidos” para teléfonos móviles: tonos, fondos de pantalla, juegos, horóscopos, strip-teases, etc. En cuanto a la publicidad sobre móvil, debería, según el Internet Advertising Bureau, ponerse en marcha en 2008.
Un nuevo mercado para los bablólogos
El teléfono móvil es una providencia para los vendedores de viento -periodistas, sociólogos, comunicadores, vendedores- que rápidamente han descubierto un nuevo filón.
La prensa, a la que los industriales aseguran confortables ingresos publicitarios, ha hecho del móvil una nueva sección. Conocíamos a los periodistas políticos, deportivos y económicos, he aquí a los “periodistas” telefónicos.
Le Figaro
“Guía: Mobile Homme”
Destination high tech
“Nada de ir a la aventura sin prever el mínimo de equipamiento (…) me llevo no sólo mi Ipod, sino también un reproductor de video portátil que me permite acortar los trayectos en coche o en avión (…) Mi mujer, por su parte, prefiere llevar (…) su teléfono móvil, por si acaso. Ella adora sobretodo enviar minimensajes a sus amigas para señalarles los lugares que visitamos. Para más seguridad, ha elegido un aparato fuerte y elegante que se adapta automáticamente a las diferentes redes utilizadas en el mundo. Como prima, el vendedor tuvo la buena idea de llenar su teléfono de música, lo que lo convierte en un walkman suplementario (,,,) Con el GPS, inútil abordar a los transeúntes o descifrar un manual de conversación (…) Encontramos este tipo de aparatos bajo forma de pequeña agenda de bolsillo en Fujitsu-Siemens o Moi (…) O incluso instalado en un teléfono móvil como en Nokia” (62). Os lo decimos: es una profesión.
Una revista completa del Monde revela la invasión del dispositivo electrónico en la información. Más de 70 artículos se han dedicado al teléfono móvil para uso cotidiano en 2007. En este flujo constante, ninguna investigación sobre los daños ecológicos de esta industria. Seis artículos, 2719 palabras a penas, dedicadas a los riesgos sanitarios –lo más frecuente un breve pie de página que señalan los resultados de un estudio científico. Un solo artículo (510 palabras) evocando “Big Brother” y la vigilancia vía móviles –todavía no se trata sino de anunciar la difusión de un documental sobre el tema en la televisión. En cambio, los papeles positivos que atañen a las innovaciones tecnológicas, los últimos modelos, los nuevos usos, servicios o funcionalidades, representan 11. 716 palabras. Por último, los temas económicos sobre las empresas de telefonía móvil y sus mercados totalizan 7.110 palabras. Sin olvidar los suplementos “High tech” y las páginas “Agenda high tech” del Monde 2, que libran cada semana una lección de periodismo especializado. “Estaba el Shine de LG, pronto estará el Troika de Samsumg. El teléfono G800 (nombre oficial de la bestia) levanta un poco el nivel en la alianza del diseño y de la tecnología: lado tecno, se trata de un smarphone tribanda Bluetooth con la pantalla TFT de 240x320 pixeles, dotado de un aparato foto de 5 megapíxeles, con un zoom óptico x3. Con un flash de xenón, con una memoria de 160 MB y con un lector de tarjeta microSD. Respecto al diseño, nada que criticar, es puro, elegante y, sobre todo, dotado con una pantalla espejo maravillosa. Suficiente para satisfacer su ego mientras que charla a voluntad.” (63). No es Albert Londres el que nos informa de este modo.
Admiremos ahora el ciclo del valor añadido. Los efectos de este lavado de cerebro sobre nuestros comportamientos alimentan los análisis facturados por los sociólogos a sueldo, sobre las “metamorfosis del objeto móvil”, las “nuevas conveniencias móviles” o “los resortes del sensacionalismo móvil” –que suministran a su vez materia para nuevos artículos. Nada se pierde, nada se crea, pero ganamos cada vez.
Los sociólogos en cuestión pertenecen al gabinete de “consejo e investigación aplicada” Discours & Pratique, encargada por la Asociación de los Operadores de la Telefonía Móvil (AFOM) de asegurar su servicio postventa. Un modelo de relación investigación-universidad-industria, puesto que estos investigadores, empezando por la directora Joëlle Menrath y su asociada Anne Jarrigeon, son miembros de un grupo de investigación del CELSA (École des hautes études en sciences de l’information et de la communication – Université Paris Sorbonne).
Extractos de sus descubrimientos científicos
“Algunas de las funciones del móvil son más evidentes que otras en las perspectivas de comunicación abiertas por el uso telefoneado. (…) Otras demandan una verdadera conversión imaginativa y gestual, como las nuevas funciones multimedias ligadas a la imagen y al sonido: hacer una foto en efecto implica una actitud que no tiene nada que ver con las movilizadas por la llamada o los SMS, (…) los gestos se diferencian permitiendo en el caso de la foto enfocar para encuadrar más o menos con precisión un motivo, llevando el teléfono ante sí, la mayoría de las veces con el brazo ligeramente replegado. El móvil se transforma entonces físicamente en una cámara de fotos: los gestos momentáneos lo reconfiguran al mismo tiempo que redefinen la situación en una situación fotográfica.”
“Tomar en serio lo que se pone en juego en nuestra relación con el móvil como objeto lleva a no desatender la tensión que atraviesa el uso entre una resistencia reactivada del objeto que parece dotado de una especie de vida autónoma y el hecho de que es concebido para adaptarse al cuerpo de sujeto, así pues para hacerse olvidar en tanto que objeto”. (64)
IV
Libertad bajo vigilancia, autonomía bajo asistencia
Si este mercado es tan móvil, es porque la apisonadora marketing ha sabido captar lo que, en este mundo high tech y consagrado a la guerra económica, había sido destruido: las relaciones sociales. Es típico del sistema vendernos, a golpe de innovaciones, los remedios a los males causados por las innovaciones precedentes. ¿Ya no habláis a vuestros vecinos a causa de la televisión? ¡Telefoneadles!
Según los operadores, el móvil sería un objeto que “valoriza” (“vehicula nuestros signos exteriores de riqueza o de originalidad”), “tranquiliza” (“todo sucede como si este pequeño objeto […] protegiera de un mundo potencialmente hostil”), “refuerza las relaciones” (“sirve para llamar a las personas que vemos normalmente y que viven cerca de nuestra casa, y esto, mediante conversaciones cortas y repetidas”), o sea “permite declararse”. (65)
Los operadores han comprendido el beneficio que podía sacar de individuos desvalorizados, angustiados, incapaces de comunicar o de soportar lo desconocido. Su argumento de venta dibuja en negativo la sociedad tecno-mercante que crea a estos individuos. Sedentarios esclavos de nuestro trayecto domicilio-trabajo, del corte semana-/weed-end, todo-el-año-en-el-curro/el-mes-de-agosto-a-la-playa, somos el blanco ideal para los dealers del “nomadismo” adulterado alabado por el estafador Attali [Jacques Attali, político e intelectual, nota de la trad.].
¿Por qué tendríamos necesidad de una mediación electrónica para comunicar si no es para adaptarnos a un mundo que atomiza a cada uno de nosotros y divide nuestras vidas? Llamada: en un país donde tres de cada cuatro habitantes están equipados del aparato-que-refuerza-las-relaciones, 15 000 personas mueren en la indiferencia general en tres semanas de canícula.
Dado por supuesto que refuerza las relaciones con los próximos, el móvil permite sin duda alguna evitar el contacto con los desconocidos. Ved estos zombis en tránsito pegados a sus SMS, algunos para evitar así la mirada de sus vecinos de autobús. Y estos despistados urbanos, pegados a su móvil para hacerse guiar a distancia antes que preguntar su camino a la gente. Gracias a su “kit” de teleguiado que incluye indicador de calles y receptor GPS, siguen las instrucciones de la máquina injertada en su oreja. Que a un individuo se le ocurra abordarles de viva voz y pedirán enseguida ayuda.
“Según Béatrice Fracchiolla, socióloga e investigadora en punta sobre las nuevas tecnologías, su uso inmoderado (NDR: del móvil) sirve para llenar los tiempos de desplazamientos cotidianos que son a menudo fuente de angustia. “Este tiempo pasado en tránsito en una especie de “no-lugares” sucesivos, en medio de una multitud anónima, provoca una pérdida “de identidad”, escribe en la revista Esprit critique. (…) La socióloga ve en el móvil (…) otras tantas tentativas de reconquista por el humano de espacios urbanos caóticos. Los medios de ser móvil, como otros tantos “paliativos en relación al vecindario que disminuye a medida que las ciudades crecen y se extienden, que sus fronteras se hacen cada vez más deletéreas”.” (66)
El teléfono móvil prospera en el mercado del miedo. Los adolescentes lo dicen: sus padres les equiparan masivamente para “tranquilizarse”. Sin duda los operadores tienen razón en atribuir sus éxitos al temor “de un mundo potencialmente hostil” y sin duda tienen algún interés en agravar esta hostilidad del medio con sus servicios cada vez más alienantes. Miedo a la agresión, a la caída en montaña, al rapto, sobre los que juegan con deleite. Más banalmente, lo que aterra a nuestros contemporáneos, es simplemente la sal de la vida., el azar y lo imprevisto, que no tienen lugar en una existencia aseptizada, planificada, calibrada. Mercancías sobre cinta transportadora, los individuos de este mundo no tienen vocación de abandonar la vía que se les ha trazado, y el móvil es el mejor instrumento para acostumbrarles a volver a sus compartimentos. Y a permanecer en su burbuja, que les procura en lo sucesivo lo necesario para vivir plenamente su autismo: difusión de música (teléfonos “walkman”, de los que se prevé para 2010 unas ventas de 77 millones (67), y pronto la tele. “El Consejo Superior de Audiovisuales en efecto acaba de conceder las frecuencias a los tres operadores a fin de poner a prueba la difusión masiva de la tele en el móvil” (68) Con la tele móvil, los responsables no tendrán ya mayores razones para preocuparse. El tiempo de cerebro disponible de sus “administrados” definitivamente ya no corre riesgo de dedicarse a la reflexión, por no hablar de la contestación. Un rebaño de zombis conectados a las series americanas y a la publicidad, precisamente interrumpidos por algunas llamadas telefónicas (¿Dónde estás? – Bueno, ante la tele, ¿dónde quieres que esté?): vemos lo fácil que es manejar.
“¡Pero querida te digo que estoy en Angulema! Bueno, te llamo”
La prótesis crea la discapacidad
Como la prótesis que reemplaza un miembro, el teléfono se supone que repara artificialmente los estragos de ese mundo, que hace de nosotros los engranajes de la máquina de producir y de consumir en masa, de hacer la cola en el supermercado, en el múltiplex, en la telesilla, en el peaje. Debe procurarnos todo a la vez la independencia y el contacto permanente. La mantequilla y el dinero de la mantequilla. Responder a todas nuestras necesidades. Protegernos de todo. “Herramienta multicomunicante”, se convierte en un auxiliar de vida encargado de “fluidificar la vida cotidiana”. Tanto es así que el “Chief Information Officer” del Hospital de Harvard ha declarado que quiere hacérselo injertar bajo la piel, como complemento del chip que ya se encuentra allí. (69)
Luego, al sustituir la prótesis al miembro, las máquinas nos privan de nuestras facultades. Desde el coche, los ciudadanos no saben ya caminar por los trayectos más mínimos (más de la mitad de los desplazamientos en coche atañen a trayectos de menos de 3 km), y, al quejarse de la “epidemia” de obesidad que les golpea, de la contaminación, de los muertos en la carretera, de las guerras por el petróleo, etc., sueñan incluso más en salirse con la suya. Han olvidado cómo se vivía sin coche, y este olvido es una amputación. La prótesis se ha convertido en discapacidad.
Observemos a los usuarios de teléfonos móviles: incapaces de orientarse en el espacio y de estar a la hora en una cita (¿por qué creen que pueden estar en todos los sitios a la vez?), incapaces incluso de imaginar cómo hacer para encontrar a alguien en algún sitio sin móvil, han perdido además la facultad de vivir el presente. Su capacidad para estar localizable todo el tiempo ha destruido su atención y su disponibilidad para lo que podría producirse aquí y ahora.
Amputados de su presencia en el mundo, se envían SMS mientras que el tren atraviesa unos paisajes desconocidos.
No son los nuevos programas informáticos de “realidad aumentada” los que les animará a fiarse de sus sentidos y de su inteligencia para aprehender el mundo. Gracias al móvil, que “completa la realidad con datos virtuales” (70), son los sensores, los acelerómetros, el GPS y las bases de datos los que os informan respecto a los lugares en que estáis. Por cierto, ¿para qué molestarse todavía en salir?
Amputados de su mundo interior, no viven más que para la solicitación exterior, la espera de la llamada o el mensaje. Han perdido la facultad de permanecer en silencio, de vivir los tiempos muertos, de contemplar, angustiados como están de perder una comunicación. Obsesión por llenar los vacíos. El móvil se ajusta a una existencia que no tiene valor más que en el interior del campo público: existir, es estar localizable en todo instante, reconocible, como bajo la mirada de las cámaras de vigilancia. El que proclama su deseo de estar ausente, fuera de ángulo, presenta para sí mismo, aunque sólo fuera de forma intermitente, pronto sería clasificado entre los marginados, asociales, inactivos incluso. He aquí por fin la transparencia total, la abolición de la intimidad consumada.
No sólo el teleguiado convierte el territorio en virtual, sino el parloteo incesante en el móvil transforma la vida en su comentario –compartido a pesar de ellos por los vecinos del ruidoso charlatán. Una extracción de la realidad que culmina con las funciones de cámara de fotos y cámara en adelante integradas en todos los teléfonos. Lo importante, no siendo ya lo que se está viviendo, sino las imágenes que se sacan de ello. Incluso los cantantes pop pierden la calma con estos bosques de móviles erguidos al final del brazo por los espectadores ansiosos por grabarlos. “Todo lo que era directamente vivido se aleja en una representación”.
“¿Adivina desde de dónde te llamo?”
El móvil es lo inverso de la herramienta de comunicación que pretende ser. ¿Desde cuándo no habéis tenido una conversación ininterrumpida por una llamada? Condicionados, encontramos esto normal, pero hagamos un alto: mirémonos, la boca abierta, parados por el reflejo pavloviano de nuestros interlocutores, más ansiosos de responder a la llamada que de dejarnos terminar nuestra frase. Ahí estamos.
Esta agresión no ha escapado a la Asociación de los Operadores de Telefonía Móvil. Para contrarrestar cualquier crítica, el lobby ha encargado a sus sociólogos a sueldo parir un estudio. “El lugar del teléfono móvil en la sociedad, de los discursos a la políticas” (71). Según traducción a neolengua socio-marketing, la situación descrita antes se convierte en: “En este contexto comunicativo siempre a repetir, se observan posturas y estrategias de control que se establecen y que hacen de cada usuario una especie de ingeniero de la comunicación que debe gestionar varios interlocutores, diversos tiempos y diversos espacios”.
Hasta hace poco erais un ser humano dialogante con otro ser humano. Desde ahora, sois un ingeniero de la comunicación. Felicidades.
Y tanto peor para los profes que se quejan de las perturbaciones en clase. Aprenderán las “estrategias de control” necesarias en este “contexto de comunicación siempre a repetir”. En el peor de los casos, y ante su impotencia frente al objeto “pulsional”, se instalarán en las escuelas otras máquinas. “Es difícil mantener el equilibrio adecuado entre la imperiosa necesidad de comunicar y el respeto al bienestar de los otros. Las soluciones Viridia permiten hoy día a los empresarios bloquear efectivamente las ondas de los teléfonos móviles y así no perturbar el buen desarrollo de una película o de un espectáculo”. (72)
La historia recordará quizá que la civilización occidental del siglo XXI habrá sido la de los “alteradores de móviles” instalados para suplir la facultad de atención a los otros. La que la SNCF nos habrá enseñado a “hacer un gesto por el medio ambiente sonoro” al telefonear en los espacios reservados.
Encadenados por el inalámbrico
“Rara vez está apagado entre los jóvenes, siempre a mano, incluso cerca del cuerpo, incluso durante la noche, para poder sentirlo vibrar; es mirado y consultado constantemente y de forma casi refleja, a la salida de las clases. En este sentido, se integra en los hábitos incorporados, constitutivos de la identidad.” (73)
¿Os recuerda algo? Sí, a los niños y su peluche, “objeto transicional” como dicen los psis, se supone que representa el calor de mamá frente al vasto mundo. Adolescentes compulsivos y ejecutivos competitivos han encontrado una digna manera de chupar su pulgar en público. Bravo a los vendedores.
Convertidos en adictos a este gadget como los fumadores a su tabaco, los bebés a su chupete y los deprimidos a sus ansiolíticos, los propietarios de móviles pasan su tiempo comprobando que no han olvidado su teléfono, que está bien cargado, que no han recibido nuevos mensajes, etc., añaden a su sentimiento de inseguridad un motivo de angustia suplementario: el riesgo de ser robado su aparato (el aumento de las cifras de la delincuencia debe mucho al robo de móviles). Escuchemos su desconcierto cuando olvidan su teléfono: “Es como si me faltara un brazo, me siento minusválido”. “Me dejé mi cabeza en casa”. “Me siento físicamente disminuido”. “Es como si olvidara mis gafas, y soy muy miope”. (74)
He aquí el inalámbrico pillado en su verdadero aspecto suplementario. He aquí la autonomía del individuo un poco más magullada por una prótesis tecno que dispensa encontrar en uno mismo los recursos para desenredar las incertidumbres de la vida cotidiana. He aquí terminada la cobertura total del territorio, hasta las cumbres de las montañas, convertidas en unos jardinillos donde no hay sino que llamar para ser rescatado en helicóptero.
He aquí, por último, borrada la frontera entre vida privada y vida pública, mezcladas en la misma obsesión del contacto permanente. Las empresas han comprendido perfectamente el interés de esta cadena en los pies de sus empleados. En adelante localizables a cualquier hora, éstos ya no tienen excusas para no consagrarse por entero a su tarea. Viajes en tren, atascos, colas de espera, pausas, todo este tiempo debe ser rentable manteniendo el contacto con la oficina. Velocidad, rentabilidad, flexibilidad, el móvil es la herramienta ideal del trabajo: las empresas lo consideran con razón como el segundo medio de comunicación factor de productividad. (75)
Según los testimonios de los asalariados recogidos por el sociólogo Francis Jauréguiberry, el móvil es también una herramienta de vigilancia a distancia, encarna el poder, introduce una desigualdad entre los que llaman y los llamados. “Con la llegada del móvil, se asiste a una extensión de la urgencia en los sectores cada vez más numerosos de la actividad económica, desprovistos de cualquier legislación en la materia. Así, los empleados “nómadas” (en desplazamiento o geográficamente excéntricos de la dirección) y los “cuadros fusibles”, localizables en cualquier lugar y a cualquier hora, sufren una tensión permanente que a menudo invade su vida privada”. (76)
Una publicidad ofrece la solución a estos “cuadros fusibles”: “Id a donde vuestro móvil no tenga cobertura”, invita sobre un fondo de paisaje salvaje. Una publicidad para un 4x4.
Tiranía de banda ancha
El teléfono móvil no sólo es un gadget contaminante: da forma al mundo, “revoluciona nuestra vida cotidiana” como dicen los investigadores e industriales, sin que nunca lo hayamos elegido. Y esta tiranía se impone a todos, tontos o refractarios. Constantemente a las necesidades soltadas por los empleados del CEA, no tenemos la elección de tener un móvil o no, si queremos formar parte de la sociedad.
A un postulante para un trabajo de manipulador, el responsable de una agencia de trabajo temporal grenoblesa: “¿No tenéis móvil? ¡Pero esto no es posible! “. A una profe llevando a sus alumnos de viaje, el empleado SNCF: “El móvil es obligatorio para reservar los billetes de grupo, en caso de retraso del tren”.
El mercado saturado, los fabricantes de móviles no tienen sino una solución: incrustarse más profundamente en nuestras vidas vía “nuevos servicios”. He aquí el teléfono-tarjeta bancaria para abonar vuestras compras y vuestro aparcamiento, el teléfono-ticket de transporte, el teléfono para registrarse en el aeropuerto o reservar su billete de tren, sin olvidar el “comercio móvil”, para ir de compras por el Internet móvil. Pero más aún, puesto que lo reclamáis, el teléfono que detecta el mal aliento, que os advierte de los peces bajo vuestra caña de pescar, y que repele los mosquitos. Y para estas damas, el modelo que indica el día de ovulación. (77) Nos reiríamos de esta quincallería si no apuntara también a la administración electrónica –o cómo atarnos al móvil gracias a unas formalidades obligatorias. En cuanto a los que tienen dificultad ya en encontrar cabinas telefónicas, serán en este mundo maravillosamente móvil, unos desechos. Como dice François Ewald, profesor en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y miembro del Consejo de Administración del AFOM: “El hombre, la mujer, el adolescente contemporáneos ya no son concebibles sin móvil”. (78)Vosotros, que no telefoneáis desde vuestra telesilla, no tecleáis en el bus, no tomáis fotos de vuestros agujeros de la nariz, no sois ya concebibles. Por desgracia, el profesor Ewald, antiguo maoísta y foucauldiano, no precisa lo que va a hacer de vosotros un mundo que ya no os concibe.
“Hola, estoy en la tienda. ¿Qué café cojo, en polvo o en grano?
V
El chivato perfecto
Así pues, el teléfono móvil, es la libertad. He ahí para la versión Nokia, SFR e IDEAs Lab. En la verdadera vida, es el medio más eficaz jamás inventado para rastrear a los individuos.
Seguid rectos, que sois rastreados
El 87% de la población francesa está provista de una correa electrónica cuya presencia en un bolsillo basta para localizar a su propietario. En Francia, 35 000 antenas repetidoras mallan el territorio y registran las señales emitidas por los GSM, en tanto que las facturas detalladas de los operadores reconstituyen la integridad de nuestras llamadas. “El móvil dice tanto sobre la localización y las relaciones de los sospechosos que se ha convertido en una herramienta indispensable para la policía (…) Ya se trate de determinar un uso del tiempo, un itinerario o una red de relaciones, el estudio de los aparatos telefónicos fijos y móviles ha llegado a ser “un recurso casi sistemático”, según un magistrado”.
Nota a la atención de los buenos ciudadanos que no tienen “nada que reprocharse”: ninguna necesidad de ser un criminal para ser cibervigilado. Los periodistas lo comprenden desde que los jueces al interesarse en sus fuentes –que la ley les permite proteger- registran sus móviles. “Todo lo que vayáis a decir por teléfono podrá ser usado en vuestra contra. Tal es el mensaje que la Justicia acaba de remitir a la prensa (…) Basta que la policía lo pida para que los operadores suministren la lista de las llamadas durante un periodo dado. Si los textos (NDR: legislativos) permiten a los periodistas guardar silencio, nada impide hacer hablar a la tecnología en su lugar. Es lo que se llama un avance para la libertad de la prensa”. (80) Un periodista del Parisien ha descubierto que “la policía había identificado las llamadas realizadas y recibidas en su teléfono e incluso realizado un “cabotaje”, con el fin de trazar sus desplazamientos gracias a su móvil”. (81)
¿Por qué conceder sólo a los policías la posibilidad de seguir el rastro a sus conciudadanos? Gracias a la democratización de los “servicios de geolocalización” por GPS tenemos aquí el control de todos por todos. El operador japonés NTTDoCoMo ha creado el primer servicio de localización de los portadores de teléfono desde un ordenador o cualquier móvil. “Ideal para localizar a los miembros de la familia como los niños o las personas mayores”. Otros, como la sociedad Ootay, proponen soluciones para saber dónde se encuentra el que llama, y para localizar a sus amigos: “la localización de las personas es un servicio de “confort” para cualquier persona que desee conocer el lugar donde se encuentran los amigos o los próximos”.
No digáis ya: “¿dónde estás?”, sino “sé dónde estás”. Un sueño para conserjes, mirones, policías y vendedores.
Ideal también para el acoso publicitario: una tienda puede localizar a los paseantes cercanos y enviarles una oferta a sus teléfonos con el mapa de la zona. La sociedad francesa Watisit propone también un sistema de “hiperlocalización”, Whereisit, “que permite orientar por SMS los objetivos hacia los distribuidores más próximos”.
“Apoyándose en la omnipresencia del teléfono móvil en nuestra vida cotidiana, Watisit refuerza el atractivo de los soportes de comunicación y facilita las reacciones de interés de las personas abordadas por las compañías.” (82)
Los estudiantes de instituto que se manifestaron contra la Ley Fillon en primavera de 2005 y contra el CPE en 2006 han hecho acusaciones de escuchas telefónicas. “Las red GSM es preciosa para los micros espías. Basta un microchip -la tarjeta SIM- y un poco de técnica para permitir a un micro espía funcionar en la red del portátil. Los investigadores pueden escucharlo pues con toda legalidad al marcar un número de teléfono y disfrutar así de una mejor cobertura que un micro clásico.” (83)
Recordemos a los modernos que se creen más listos que los demás que un teléfono móvil puede ponerse en escucha incluso apagado. Eso significa que su gadget preferido representa el papel de micrófono en su bolsillo, al transmitir las conversaciones de alrededor.
A los chivatos aficionados, recomendamos el teléfono espía: “basado en las últimas tecnologías GSM, su uso es extremadamente simple: insertar una tarjeta con chip GSM y “olvidarlo” en cualquier parte (mesa, cajón, caja de guantes, coche, bajo la cama, en un bolso, en un bolsillito, una maleta, tras un bibelot, etc…) llamadle y escuchad. No es más complicado. El Spy Phone no emite ningún sonido o no efectúa ningún signo visual aparte de su llamada o de su uso. Es un móvil celular GSM, con una diferencia notable: parece desconectado y “apagado”. Sin embargo está completamente operativo y se comporta como un micro emisor extremadamente sensible.” (84)
Y puesto que vuestro móvil funciona como libreta de direcciones, de recordatorio, de álbum de fotos y de monedero, es toda vuestra vida o casi la que el dispositivo de recuperación de datos desarrollado por Cellebrite es capaz de sacar a la luz. Presente en el salón Milipol ((85) 2007, esta sociedad israelí (86) ha seducido al Ejército y a la policía americana con su sifón de datos, también él móvil: un simple cable entre vuestro teléfono y esta maravilla telefónica y la torre se pone en juego, antes de que hayáis tenido el reflejo de destruir vuestro chip o vuestro aparato. Recordemos que sería idiota creer que un simple “borrado” de datos de vuestro teléfono los protegería de los indiscretos. Los laboratorios especializados en la “investigación de huellas informáticas” os reconstituyen el menor SMS sin dificultad. (87)
Por otra parte, ¿por qué reducirse a las comunicaciones individuales cuando el teléfono móvil concierne a toda la población? ¿Cuándo la masa emite permanentemente señales electrónicas que traicionan su número y sus movimientos? El poder lo soñó, los investigadores lo han realizado. Manifestación en Roma en 2006, con la marea de los tifosi que reciben al equipo de fútbol italiano. “Los investigadores del MIT, autores de este conteo inédito, revelaron que habían utilizado las señales emitidas por los teléfonos móviles de los abonados de Telecom Italia. (…) En grandes pantallas estaban representados barrios enteros de Roma donde puntos luminosos, flechas rojas, verdes, naranja, curvas coloreadas en tres dimensiones, representaban los movimientos de población, los lugares más frecuentados, los atascos… (…) Los investigadores del MIT están persuadidos de que su técnica, y las informaciones que resultan de ella, son susceptibles de interesar a una multitud de actores económicos en una ciudad: los controles de transporte que quieren reorganizar las rutas de los autobuses, una cadena que busca los lugares más concurridos para implantar sus almacenes, los cartelistas urbanos preocupados por conocer la afluencia real ante sus paneles… “Obtener informaciones vía un teléfono móvil es mucho menos caro que el uso de helicópteros, cámaras o de captores dispersos un poco por todas partes en una ciudad. Incluso que los estudios de campo, afirma Carlo Ratti (NDR: director de SenseAble City Laboratory del MIT)”. Esta técnica permitiría también arreglar las discrepancias entre fuerzas del orden y organizadores en lo que atañe al número de manifestantes”. (88)
Es conocido que las “discrepancias” entre fuerzas del orden y manifestantes son lo más frecuente de orden aritmético. La junta birmana habría soñado con esta tecnología para contabilizar sin error a los monjes rebeldes en las calles de Rangún en el otoño de 2007.
Localizarnos en todas partes en cualquier momento es un principio. Pero quedan zonas de sombra en nuestras vidas que un poder ávido de “transparencia” (vigilancia en neolengua) debe iluminar. Por suerte, siempre se encuentran ingeniosos ingenieros dispuestos a prestar servicio. En el MIT –que los tecnarcas grenobleses decididamente tienen razón en querer imitar- un equipo trabaja desde 2004 en el “realiy mining” (89). En buen francés: registro de la realidad. Estos brillantes cerebros parten de la misma constatación que sus colegas contadores de masas: puesto que todos están provistos de un chivato que almacena cantidad de informaciones sobre su propietario, ¿por qué no utilizar esta mina estadística para ojear las relaciones sociales? “El registro de la realidad, es permitir a la infraestructura tecnológica conocer las informaciones sobre vuestra vida social”, explica Sandy Pentland, responsable del estudio. Los investigadores han equipado a cien voluntarios con un teléfono provisto de vínculo Bluetooth (que detecta “el entorno informático” y deduce la localización de cada uno) y de un programa informático especial para estudiar las interacciones entre ellos. “Recogemos una cantidad de datos sin precedente sobre el comportamiento humano y las interacciones de grupo”, explican. Los cuales muestran la naturaleza de las relaciones entre personas, su estatus en el grupo o su satisfacción en el trabajo y permiten, según los investigadores, predecir el encuentro entre dos personas según la hora y el lugar. En resumen, vuestro teléfono sabe quiénes sois y lo revela a quien se lo pide.
El sonido, la localización, y, desde luego, el uso. La generalización del video en los móviles hace de cada uno un delator potencial, con el asentimiento colectivo. ¿Para qué inquietarse de una cámara de vigilancia cuando estamos habituados a ser filmados en cada momento? Como lo señala con delectación el presidente de la Asociación de las ciudades videovigiladas, Dominique Legrand: “La población está mucho menos asustada por las cámaras que hace algunos años”. (90) Incluso ella ha adoptado el fenómeno “happy slapping”, estas agresiones filmadas en móvil para ser difundidas en Internet o de teléfono a teléfono. Extraído del juicio de un alumno después de la agresión de una profesora: “¿Por qué pensaste en coger tu móvil para filmar, antes que prestar ayuda? Interroga el presidente. – Hoy en día todos conectan los teléfonos móviles, se justifica Massire Touré. Según su abogado, “filmó con el brazo extendido sin saber realmente lo que hacía (…) Su necesidad fue superada por la técnica”. (91). No lo podría decir mejor.
“Nada os obliga a tener un móvil si sois paranoicos”, ironizan los sociólogos jóvenes de IDEAs Lab. Ése no es el parecer de los policías alemanes que acosan a Andrej Holm, sus colegas en la Universidad Humbold de Berlín, cuya culpa es interesarse en los grupos militantes más que en el marketing high tech. En junio de 2007, éste fue detenido provisionalmente y acusado de “comportamiento conspirativo” por presentarse a una cita sin su teléfono (92). No está lejos el momento en que el móvil será tan obligatorio como los documentos de identidad. Para el que ha hecho la experiencia, el desconcierto de los policías interrogando a una persona no-conforme, sin móvil, revela cuán auxiliar ha llegado a ser este gadget para las “fuerzas del orden”.
La trazabilidad del ganado humano es uno de los mercados de futuro para la industria electrónica: chips RFID (identificación a distancia por radiofrecuencia), implantes subcutáneos, biometría. Sólo falta hacernos aceptar esta nueva condición de esclavos seguidos, identificados, fichados, controlados. ¿Qué mejor para eso que el teléfono móvil y sus funciones lúdicas? Nos condicionan para la trazabilidad, y nos preparan para la domesticación total. Los que hoy quieren imponernos el control biométrico y el carnet de identidad electrónico disfrutan en recordarnos: “Pero vosotros ya sois seguidos con vuestra tarjeta bancaria y vuestro teléfono móvil”.
Las industrias que no se enredan en florituras lo han explicado en un programa de acción publicado en 2004 por el lobby de electrónica, el GIXEL (Groupement des industries de l’interconnexion, des composants et des sous-ensembles életroniques( (93): “La seguridad es vivida muy a menudo en nuestras sociedades democráticas como una intromisión a las libertades individuales. Hay que hacer aceptar pues a la población las tecnologías utilizadas y entre éstas la biometría, la video-vigilancia y los controles.
Algunos métodos deberán ser desarrollados por los poderes públicos y los industriales para hacer aceptar la biometría. Deberán ser acompañados de un esfuerzo de convivialidad por un reconocimiento de la persona y por el aporte de funcionalidades atrayentes:
* Educación desde la escuela de párvulos, los niños utilizan esta tecnología para entrar en la escuela, para salir, desayunar en el refectorio, y los padres o sus representantes se identificarán para ir a buscar a los niños.
* Introducción en los bienes de consumo, de confort o de los juegos: teléfono móvil, ordenador, coche, domótica, juegos de video.
* Desarrollar los servicios “cardless” en el banco, o supermercado, en los transportes, para el acceso a Internet…”
Como esto cae bien, los lobistas de la vigilancia hacen también, a menudo, su agosto con la telefonía móvil. En Crolles 2, STMicroelectronics produce microchips a la vez para la telefonía y los RFID. Atmel, en el extrarradio de Grenoble, cultiva también la sinergia; “Atmel Grenogle se distingue en dos aplicaciones faros: la biometría y las microcámaras. (…) Nuestra microcámaras equipan los teléfonos móviles, un mercado de volumen importante e interesante. (…) Ponemos las mismas esperanzas en la biometría, utilizadas para unas aplicaciones de confort hoy, por ejemplo para sustituir un código de acceso en los ordenadores personales o los teléfonos móviles. Pero esta tecnología será también ampliamente utilizada mañana para las aplicaciones de seguridad. Todos los nuevos pasaportes serán así dotados de aplicaciones biométricas”. (94)
Jean Vaylet, patrón de Atmel, es miembro de GIXEL, como STMicro, y el CEA-Léti, que colabora a tiempo completo con Crolle 2, que suministra amablemente de Nokia el fruto de sus investigaciones, y que conecta las impresoras a RFID para producir a bajo coste estos soplones electrónicos a diseminar en todos los objetos y carnets de identidad. (95)
Nada como la función de “pago” del móvil para “hacer aceptar a la población” el control biométrico. “Seguridad obliga, para proteger estas verdaderas carteras electrónicas, los operadores han incluido en los teléfonos unos sistemas de identificación como el reconocimiento de los rasgos de la cara o de las huellas digitales”. (96)
No sólo los beneficios realizados en las ventas de teléfonos alimentan el desarrollo de las herramientas de control totalitario, sino que la aceptabilidad de unos favorece la de los otros.
La prueba es que una población entera puede someterse a los mandatos del marketing tecnológico y adoptar sin vacilar, pero pagando, un dispositivo electrónico del que no tenía necesidad y el mundo que produce. Adivinad qué conclusiones saca el poder de esta experiencia en cuanto a la docilidad de las cobayas humanas. ¿Os habéis tragado el móvil? Os tragaréis los controles biométricos.
Pièces et Main d'OEuvre
Grenoble, junio 2005. Versión revisada y aumentada, marzo de 2008.
Edición electrónica en francés: http://www.piecesetmaindoeuvre.com/spip.php?page=resume&id_article=7
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