Escrito por Yosi_ el sábado, 21 de junio de 2008
Normalmente no me gusta reproducir textos ajenos integramente, menos aún cuando son excesivamente largos para un formato tipo blog, pero hoy navegando me he topado con este texto que, a pesar de conocerlo anteriormente, ha vuelto a producirme una gran impresión. Es un relato corto, obra de Manuel Rivas, llevado magistralmente al cine (en un combinado con otros relatos, pero bajo el título de éste) por Jose Luis Cuerda en una película protagonizada por el recientemente fallecido Fernando Fernán Gómez interpretando para mi gusto uno de sus mejores papeles.
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo de Galicia, en el año 1935. Habla de algo tan cotidiano como las primeras experiencias de un niño tímido y asustadizo al comenzar a ir a la escuela, al descubrir el mundo de la mano de un maestro comprensivo, humilde, brillante, una de esas grandes personas que a tanta gente resultan molestas por aportar luz en un pais oscurantista y rancio como la España de entonces y de ahora. Habla de una sociedad que dió la espalda a los ideales libertarios para regresar al caciquismo meapilas tristemente autóctono, y lo que es aún más desgarrador, habla de como se contempla el absurdo más mezquino desde los ojos sorprendidos de la frágil inocencia que representa Moncho, un niño arrebatado por la pasión de aprender, de conocer, de ser libre. Creo que ante todo la historia trata de hacernos comprender que tal vez toda la maldad que muchos creen innata en el ser humano solo sea el reflejo de la lucha que mantenemos con nosotros mismos bajo el yugo del miedo a los miedos de quienes no son capaces de mirarse al espejo. Quizás todo eso se cure simple y llanamente atreviéndonos a descubrir la verdadera libertad.
"¿Qué hay , Gorrión? Espero que este año podamos ver por fin la lengua de las mariposas".
El maestro aguardaba desde hacía tiempo que le enviaran un microscopio a los de la instrucción pública. Tanto nos hablaba de como se agrandaban las cosas menudas e invisibles por aquel aparato que los niños llegábamos a verlas de verdad, como si sus palabras entusiastas tuvieran un efecto de poderosas lentes.
"La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un resorte de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar.� Cando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar ¿a que sienten ya el dulce en la boca como si la yema fuera la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa". Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Que maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de jarabe.
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo de Galicia, en el año 1935. Habla de algo tan cotidiano como las primeras experiencias de un niño tímido y asustadizo al comenzar a ir a la escuela, al descubrir el mundo de la mano de un maestro comprensivo, humilde, brillante, una de esas grandes personas que a tanta gente resultan molestas por aportar luz en un pais oscurantista y rancio como la España de entonces y de ahora. Habla de una sociedad que dió la espalda a los ideales libertarios para regresar al caciquismo meapilas tristemente autóctono, y lo que es aún más desgarrador, habla de como se contempla el absurdo más mezquino desde los ojos sorprendidos de la frágil inocencia que representa Moncho, un niño arrebatado por la pasión de aprender, de conocer, de ser libre. Creo que ante todo la historia trata de hacernos comprender que tal vez toda la maldad que muchos creen innata en el ser humano solo sea el reflejo de la lucha que mantenemos con nosotros mismos bajo el yugo del miedo a los miedos de quienes no son capaces de mirarse al espejo. Quizás todo eso se cure simple y llanamente atreviéndonos a descubrir la verdadera libertad.
La lengua de las mariposas, de Manuel Rivas
"¿Qué hay , Gorrión? Espero que este año podamos ver por fin la lengua de las mariposas".
El maestro aguardaba desde hacía tiempo que le enviaran un microscopio a los de la instrucción pública. Tanto nos hablaba de como se agrandaban las cosas menudas e invisibles por aquel aparato que los niños llegábamos a verlas de verdad, como si sus palabras entusiastas tuvieran un efecto de poderosas lentes.
"La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un resorte de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar.� Cando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar ¿a que sienten ya el dulce en la boca como si la yema fuera la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa". Y entonces todos teníamos envidia de las mariposas. Que maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y parar en flores como tabernas con barriles llenos de jarabe.