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Harto de ser lo que se espera, harto de hilar para sentirme inteligente... 
Escrito por Yosi_ el lunes, 26 de noviembre de 2007

Después de bastante tiempo queriendo hacerlo y tras haberlo mencionado en otro post anteriormente, creo que hoy me toca hablar de un tema que a diario levanta muchas ampollas. No se como resumir el asunto en pocas palabras, porque en parte trata de ignorancia, en parte de elitismo paleto (conceptos que por otra parte suelen ir unidos) y también de puro y repulsivo narcisismo intelectual.



Es popularmente conocido que por lo general, una vez alcanzado cierto nivel de conocimientos acerca de una materia concreta, la presunción de un individuo acerca de su dominio de dicha materia es inversamente proporcional a la sabiduría que realmente atesora. Esto no es más que una forma de decir enrevesadamente lo que popularmente se expresa como “la ignorancia es la madre del atrevimiento”. No cabe duda de que es así, todos tenemos un conocido que por seguir con asiduidad una serie de médicos y pasarse el día dando vueltas a los portales web para hipocodríacos se cree con capacidad para dar un diágnostico totalmente fiable y afirmar que los profesionales se equivocan. También hay quien tras unas cuantas horas de observación a pie de obra, se siente sobrado de conocimientos como para dar lecciones a un arquitecto veterano. Y por supuesto no falta quien tras haber hecho un par de instalaciones de Windows y haber crackeado unos cuantos juegos, se hace llamar infórmatico y se coloca en una tienda a reparar ordenadores (esto es, formatear y reinstalar).



Escrito por Yosi_ el jueves, 1 de noviembre de 2007

Evidentemente a estas alturas todos nos hemos enterado por unas u otras vías del caso de la chica del metro. Seguramente también hemos visto el famoso vídeo en el que se comete la sin duda reprochable acción que ha copado las portadas de los medios de comunicación durante los últimos días.



Francamente, a pesar de lo espectacular de las imágenes puedo afirmar sinceramente que el hecho no me ha sorprendido en absoluto, basta salir a la calle para respirar el ambiente viciado que da lugar a este tipo de cosas, y no hace falta recavar gran cantidad de información para darse cuenta de que las agresiones por parte de grupos o individuos de ultraderecha hacia personas que cumplen un determinado perfil están a la orden del día en muchos puntos de nuestra geografía. Es cierto que no suelen ser televisadas, y curiosamente tampoco se les da la difusión que a estas alturas (y en previsión de la que va a caer en lo sucesivo) merecerían, pero también entra dentro de lo esperado si tenemos en cuenta que no es un tema que pueda movilizar un número significativo de votos para los dos partidos con opciones a acceder al poder. Desde luego que no afirmo nada nuevo al dejar claro que la clase política española (sustitúyase por cualquier otro gentilicio, a gusto del lector) no mueve un solo dedo si no es para obtener un beneficio egoísta inmediato, y por desgracia el problema del racismo y la xenofobia en las calles no es algo que afecte ni de refilón a la cúpula de nuestros gobernantes, todos muy blancos y de clase alta. Al parecer no se puede poner en tela de juicio que es intolerable que un señor encorbatado, un personaje de bien, tenga que andar por su ciudad acompañado de una escolta que compruebe los bajos de su coche en cada desplazamiento, y claramente ello debe suponer la principal preocupación para todos los españoles. Sin embargo (y aquí viene lo preocupante) es perfectamente asumible que una niña suramericana tenga que ir por las calles agachando la cabeza y tratando de pasar desapercibida entre los energúmenos sobradamente conocidos por todos. Eso no es terrorismo, aunque aterrorice a miles de personas, eso no debe inquietarnos a menos que una cámara sea testigo de ello.