Escrito por Yosi_ el martes, 17 de abril de 2007
Es curioso esto del Plan de Bolonia. Basta echar un vistazo en google para ver que todo el mundo tiene un marcado afan de informar acerca de las características del mismo salvo el gobierno, que parece perdido entre tímidas murmuraciones afirmando y retractándose de los más diversos despropósitos.
La verdad es que la primera vez que oí algo sobre el tema pensé que sería imposible empeorar la universidad en el
punto que nos encontramos. Siempre hay salvedades, claro está, un puñado de gente que trata de hacerlo bien y se deja la piel en el intento. Pero en este caso me refiero al resto, a esa mayoría absoluta apoltronada en su jerarquía inamovible que antes ni siquiera asistía a clase y que ahora, siguiendo las nuevas tendencias, imparte unas pocas horas a la semana de insufrible tedio antipedagógico. Lo jodido es que esas mismas tendencias obligan al alumno a estar presente ante semejante despropósito erradicando cualquier huella de motivación que se pudiera traer de casa. Digo yo que en las próximas reformas se podría reivindicar la contratación de profesores con nociones líricas, para que al menos la lectura literal del libro de turno resulte dulce y cadenciosa.
El sistema actual asiente y consiente, pero eso sí, manteniendo ese prestigio que se alimenta de la propia inutilidad de los profesores, el que asciende en la medida que baja el número de aprobados en cualquier disciplina. Porque la fama y la calidad de un docente universitario de cara a la galería depende de las conferencias que imparta, de los libros que escriba y de la cantidad de gente que sea capaz de suspender en una sola convocatoria. Eso implica un nivelazo y mola una barbaridad, nadie se plantea que acaso la culpa pueda ser del señor catedrático, faltaría más.
De todas formas lo malo del nuevo Plan viene con las empresas, eso si que nos ha quedado claro. Se introduce en la universidad, en una institución tan ejemplar, dios nos libre. Pero bien mirado es lógico, si los universitarios ya no tienen huevos de entrar en las empresas es normal que sea la propia empresa la que se meta en la universidad. Además esas clases de lectura poética podrían hacer las delicias de muchos ejecutivos que buscan incesantemente nuevas y extravagantes formas de relajarse.
Esta claro que algo tiene que cambiar porque la universidad se devalua cada día más, asi que o bien arrebatamos de las garras de la empresa privada el control de la sociedad y asumimos el mando para tratar de llegar a buen puerto, o de perdidos al río, que entren hasta la cocina para ver si nos dan por saco cuanto antes y otra cosa hecha. Lo que no se puede aguantar es esta incertidumbre, a ver si firman y sellan de una vez el Plan en cuestión. No se de que tienen miedo, al fin y al cabo el tema no tiene nada que ver con el terrorismo, que es lo único que preocupa a esta sociedad. En lo tocante a lo demás estamos sobradamente acostumbrados a tragar todo lo que venga. Que puede pasar? Unas cuantas huelgas en secundaria? Pobres, ya es hora, que con esta etapa de gobierno "de izquierdas" que nos ha tocado cumplen las horas lectivas a rajatabla.
La verdad es que la primera vez que oí algo sobre el tema pensé que sería imposible empeorar la universidad en el
punto que nos encontramos. Siempre hay salvedades, claro está, un puñado de gente que trata de hacerlo bien y se deja la piel en el intento. Pero en este caso me refiero al resto, a esa mayoría absoluta apoltronada en su jerarquía inamovible que antes ni siquiera asistía a clase y que ahora, siguiendo las nuevas tendencias, imparte unas pocas horas a la semana de insufrible tedio antipedagógico. Lo jodido es que esas mismas tendencias obligan al alumno a estar presente ante semejante despropósito erradicando cualquier huella de motivación que se pudiera traer de casa. Digo yo que en las próximas reformas se podría reivindicar la contratación de profesores con nociones líricas, para que al menos la lectura literal del libro de turno resulte dulce y cadenciosa.
El sistema actual asiente y consiente, pero eso sí, manteniendo ese prestigio que se alimenta de la propia inutilidad de los profesores, el que asciende en la medida que baja el número de aprobados en cualquier disciplina. Porque la fama y la calidad de un docente universitario de cara a la galería depende de las conferencias que imparta, de los libros que escriba y de la cantidad de gente que sea capaz de suspender en una sola convocatoria. Eso implica un nivelazo y mola una barbaridad, nadie se plantea que acaso la culpa pueda ser del señor catedrático, faltaría más.
De todas formas lo malo del nuevo Plan viene con las empresas, eso si que nos ha quedado claro. Se introduce en la universidad, en una institución tan ejemplar, dios nos libre. Pero bien mirado es lógico, si los universitarios ya no tienen huevos de entrar en las empresas es normal que sea la propia empresa la que se meta en la universidad. Además esas clases de lectura poética podrían hacer las delicias de muchos ejecutivos que buscan incesantemente nuevas y extravagantes formas de relajarse.
Esta claro que algo tiene que cambiar porque la universidad se devalua cada día más, asi que o bien arrebatamos de las garras de la empresa privada el control de la sociedad y asumimos el mando para tratar de llegar a buen puerto, o de perdidos al río, que entren hasta la cocina para ver si nos dan por saco cuanto antes y otra cosa hecha. Lo que no se puede aguantar es esta incertidumbre, a ver si firman y sellan de una vez el Plan en cuestión. No se de que tienen miedo, al fin y al cabo el tema no tiene nada que ver con el terrorismo, que es lo único que preocupa a esta sociedad. En lo tocante a lo demás estamos sobradamente acostumbrados a tragar todo lo que venga. Que puede pasar? Unas cuantas huelgas en secundaria? Pobres, ya es hora, que con esta etapa de gobierno "de izquierdas" que nos ha tocado cumplen las horas lectivas a rajatabla.
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