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Escrito por na el miércoles, 1 de mayo de 2019

Acabo de leer dos libros que han afectado profundamente a mi cosmovisión y a mi estrategia.
Y necesito pregonarlo.
“El reino de Dios está en vosotros” de Lev Tolstói y “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés.
Por separado, impresionantes, si los juntamos trascendentes.
Precisamente, por lo evidente.

Del primero me sorprende la sencillez de su coherencia, y cómo es posible que cuestiones formuladas en el XIX continúen sin respuesta hoy.
Bueno, al menos hasta donde sé.
Igual todo esto ha sido superado hace rato.
Aun así, todavía me sigue pareciendo revolucionario.
Brillantemente señala la terrible incongruencia entre lo que debería ser y lo que es en realidad.
La hedionda hipocresía entre lo que los cristianos dicen y lo que hacen.
Si dicen que Jesús es amor y que habla al corazón, no pueden responder al mal con la violencia.
Por tanto, aquellos estados que se definen cristianos, no pueden participar en guerras ni tener ejército y seguir llamándose cristianos según el mensaje de ese cristo que supuestamente pregonan.
Y más aún, las personas que se creen cristianas no pueden participar en el estado.
Si todas somos hermanas, no tienen sentido las banderas, las clases, las fronteras…
Y si no lo somos, cállate la boca y anula el concordato.
No podemos seguir en misa y repicando.
Su propuesta de desobediencia pacífica sigue brutalmente vigente.
Inexplicablemente inconclusa.

Y del segundo libro me fascina su profundidad intercultural.
Baja lo bastante en lo humano como para entendernos en lo divino.
No se centra el lenguaje judeo-cristiano con la figura del dios padre.
Sino que revitaliza a esa diosa de la vida-muerte-vida.
Esa conexión espiritual salvaje, amorosa y sabia que podemos percibir con los ojos de la cara, con los ojos de las entrañas, los ojos de los pezones, de los pies, de las manos… esa conexión entre mujeres que las religiones patriarcales pretenden castrar.


Según comprendo, ambos libros hablan de lo mismo.
Y me doy cuenta que aborrezco el cristianismo y el psicoanálisis.
Y aun así puedo entender de lo que me hablan y conectarlo con mi existencia.
Con esa reverencia a lo que queda de sagrado en lo humano, esa divinidad íntima y personal capaz de desafiar toda la moral establecida.
Desde dentro, desde abajo.
Aquí y ahora.
Por los siglos de los siglos.
Y me doy cuenta, y quiero señalar que aunque el primer libro está escrito en masculino, no es genérico. Cuando habla de la jerarquía eclesiástica no es genérico (sigue sin serlo) cuando habla de la desobediencia a servir al ejército, no utiliza ni por asomo un punto genérico.
El segundo libro, aunque usa el femenino creo que sí que incluye ambas polaridades. La castrante y la castrada. Reconectando con ciclos ancestrales que siguen vigentes en nuestros rituales.