Escrito por Yosi_ el jueves, 27 de septiembre de 2007
A menudo llegamos a ser tan imbéciles que ni siquiera el vergonzoso aura de pragmatismo que cubre la sociedad en estos tiempos que nos ha tocado vivir logra remediar el ridículo al que estamos abocados. Quizás una dosis adecuada de egoísmo inteligente podría hacernos pasar por unos cabrones muy lúcidos, con la vista permanentemente fijada en el adorado ego de forma fríamente calculada. Pero no nos salva ni eso, porque donde acaba el afán de acaparar y el desprecio por todo lo que se sitúe más allá de nuestros intereses personales empieza el borreguismo impuesto por los intereses creados de quienes pueden permitirse el lujo de tenerlos.
Somos una sociedad ciega y mezquina hasta el absurdo, condenada a vivir midiendo los éxitos propios en función de los fracasos de quienes nos rodean, dispuestos a hundirnos en la mierda todo lo necesario, siempre y cuando nuestro entorno se encuentre en todo momento un palmo más adentro, dispuestos a delatar traicioneramente a quien logre escapar del redil, aún cuando no sea a costa de nadie. Solo por el oscuro placer de quedar por encima, aunque eso signifique admitir ser pisoteado con crueldad por aquellos que por pertenecer a un mundo distinto tengan licencia para hacerlo y escapar a los juicios y las condenas del resto de los mortales (a pesar de que una vez en su propia esfera, la historia se repita).
Somos una sociedad ciega y mezquina hasta el absurdo, condenada a vivir midiendo los éxitos propios en función de los fracasos de quienes nos rodean, dispuestos a hundirnos en la mierda todo lo necesario, siempre y cuando nuestro entorno se encuentre en todo momento un palmo más adentro, dispuestos a delatar traicioneramente a quien logre escapar del redil, aún cuando no sea a costa de nadie. Solo por el oscuro placer de quedar por encima, aunque eso signifique admitir ser pisoteado con crueldad por aquellos que por pertenecer a un mundo distinto tengan licencia para hacerlo y escapar a los juicios y las condenas del resto de los mortales (a pesar de que una vez en su propia esfera, la historia se repita).