Escrito por Yosi_ el lunes, 28 de enero de 2008
Se que el título puede parecer excesivamente frívolo o sensacionalista, pero creo que describe bastante bien lo que me propongo analizar a continuación. Quien más, quien menos, todos utilizamos a diario los desgastados tópicos acerca de los problemas de la vida y de la sociedad, cada uno abordando los temas que (ya sea el propio individuo o los medios, instituciones o personas que se ocupan de pensar por él) considera de mayor interés. Y bueno, de todos estos comentarios hastiados que solemos escuchar tras el obligado parte meteorológico tan característico de las conversaciones de ascensor, se pueden extraer fácilmente varias conclusiones no muy halagüeñas acerca del nivel de conciencia del ciudadano medio. O al menos esa es mi impresión, ya que por alguna extraña razón mis inquietudes no suelen coincidir en absoluto con las de la gente que me rodea.
Hablo desde una humilde posición de estricta subjetividad, por otro lado irreprochablemente honesta, si digo que cada día estoy mas convencido de que casi nadie (entiéndase, se que en realidad hay muchos, hablo siempre en términos relativos) se preocupa por las cosas que realmente contribuyen de forma sustancial a amargarnos la vida. Y en este caso quiero plantear la enorme escasez que la inmensa mayoría de nosotros sufrimos en lo tocante a uno de los factores (a mi parecer) más importantes a la hora de tratar de alcanzar una vida digna: el tiempo.
Hablo desde una humilde posición de estricta subjetividad, por otro lado irreprochablemente honesta, si digo que cada día estoy mas convencido de que casi nadie (entiéndase, se que en realidad hay muchos, hablo siempre en términos relativos) se preocupa por las cosas que realmente contribuyen de forma sustancial a amargarnos la vida. Y en este caso quiero plantear la enorme escasez que la inmensa mayoría de nosotros sufrimos en lo tocante a uno de los factores (a mi parecer) más importantes a la hora de tratar de alcanzar una vida digna: el tiempo.