Escrito por Torres el domingo, 17 de febrero de 2008
Alguien tira una valla al suelo. Una simple valla de obra, de las de siempre, de las amarillas. Creo que hay fenómenos más trascendentes e importantes que afectan en mayor medida al conjunto de la población. El problema de la vivienda, gobiernen unas siglas u otras, va a seguir afectando de manera explícita en la calidad de vida del conjunto de la población, sometiéndola a la obligación de vivir ahogados y grabados con hipotecas por mucho tiempo en nuestras agradables vidas. Es uno de esos problemas que no verán solución debido al consenso que lo impone como parte de las reglas del juego, como pasa con otros muchos problemas como la dificultad (o imposibilidad) de llegar a finales de mes con solvencia económica, la condena a llevar unas pautas de vida consistentes en la lógica de trabajar para vivir u otros tantos.
El caso es que no me imagino a la policía reduciendo de forma violenta a todos los tipos que perpetúan todas esas cosas por causar en la ciudadanía graves perjuicios como realmente hacen. Se conoce que el hecho de que una persona vaya andando, empuje una valla que hay en la acera, la desestabilice y tire al suelo supone una mayor gravedad y peligro para el orden de la ciudadanía. Eso parece porque fue lo que le pasó a un compañero la madrugada del sábado en Madrid y que mis ojos pudieron presenciar. Al cometer tal falta de gravedad ingente (nótese la ironía) dos policías salieron corriendo tras el, lo alcanzaron y tiraron al suelo, lo redujeron de forma violenta e incluso lo esposaron. Nosotros nos acercamos para ver que coño estaba pasando y la respuesta de los tipos de la placa fue que o nos alejábamos o terminaríamos como nuestro colega. El lugar de los hechos, desde luego, fue el menos oportuno: en la acera de frente del Congreso de los Diputados. Tras tenerle un rato reducido en el mismo sitio y ver cosas como que uno de ellos llegaba a ponerle la bota en la cabeza para que no la levantara del suelo, lo llevaron dentro del patio que hay en el Congreso, llegando a arrastrarle por el suelo cuando fue necesario. Le tuvieron un rato dentro del patio y le sacaron de nuevo de mala manera cuando llegó un coche de la policía para llevarle a comisaría. Lógicamente ninguno de los compañeros ni de las personas que pasaban por el lugar daban crédito a lo visto, viendo como los cuerpos de seguridad del estado trataron a un sujeto inofensivo que si acaso cometió una falta leve como si se tratara de un terrorista.
Después de todo, duele mucho oír decir con toda tranquilidad a otros compañeros de los dos policías que si nos había parecido desproporcionada la intervención fuéramos a comisaría y denunciáramos. Indigna cuando sabes que su palabra vale más que la de cualquier otro ciudadano y sabes que no servirá de nada. Más miedo incluso me da salir y que a pesar de la fauna que frecuenta la noche lo que tenga que temer realmente sea a los cuerpos del orden.
PD: Aun al día siguiente a primera hora de la tarde nadie sabía nada de el, ni familiares ni amigos. Horas más tarde desde comisaría informaron que tenía que pasar en el calabozo dos días en régimen de incomunicación y que al salir iba a ser sometido a juicio. Al final no ha cumplido todo el tiempo, pero a estas horas puede que haya finalizado su proceso en los juzgados de Plaza de Castilla.
El caso es que no me imagino a la policía reduciendo de forma violenta a todos los tipos que perpetúan todas esas cosas por causar en la ciudadanía graves perjuicios como realmente hacen. Se conoce que el hecho de que una persona vaya andando, empuje una valla que hay en la acera, la desestabilice y tire al suelo supone una mayor gravedad y peligro para el orden de la ciudadanía. Eso parece porque fue lo que le pasó a un compañero la madrugada del sábado en Madrid y que mis ojos pudieron presenciar. Al cometer tal falta de gravedad ingente (nótese la ironía) dos policías salieron corriendo tras el, lo alcanzaron y tiraron al suelo, lo redujeron de forma violenta e incluso lo esposaron. Nosotros nos acercamos para ver que coño estaba pasando y la respuesta de los tipos de la placa fue que o nos alejábamos o terminaríamos como nuestro colega. El lugar de los hechos, desde luego, fue el menos oportuno: en la acera de frente del Congreso de los Diputados. Tras tenerle un rato reducido en el mismo sitio y ver cosas como que uno de ellos llegaba a ponerle la bota en la cabeza para que no la levantara del suelo, lo llevaron dentro del patio que hay en el Congreso, llegando a arrastrarle por el suelo cuando fue necesario. Le tuvieron un rato dentro del patio y le sacaron de nuevo de mala manera cuando llegó un coche de la policía para llevarle a comisaría. Lógicamente ninguno de los compañeros ni de las personas que pasaban por el lugar daban crédito a lo visto, viendo como los cuerpos de seguridad del estado trataron a un sujeto inofensivo que si acaso cometió una falta leve como si se tratara de un terrorista.
Después de todo, duele mucho oír decir con toda tranquilidad a otros compañeros de los dos policías que si nos había parecido desproporcionada la intervención fuéramos a comisaría y denunciáramos. Indigna cuando sabes que su palabra vale más que la de cualquier otro ciudadano y sabes que no servirá de nada. Más miedo incluso me da salir y que a pesar de la fauna que frecuenta la noche lo que tenga que temer realmente sea a los cuerpos del orden.
PD: Aun al día siguiente a primera hora de la tarde nadie sabía nada de el, ni familiares ni amigos. Horas más tarde desde comisaría informaron que tenía que pasar en el calabozo dos días en régimen de incomunicación y que al salir iba a ser sometido a juicio. Al final no ha cumplido todo el tiempo, pero a estas horas puede que haya finalizado su proceso en los juzgados de Plaza de Castilla.
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