Lleemos en LNE:

El astillero Naval Gijón ya es historia. Los sindicatos han firmado sus prejubilaciones, sus liquidaciones, y la factoría ha quedado lista para el achatarramiento, que suponemos será su destino último. Es un lástima que estos cierres empresariales tengan siempre por protagonistas de los últimos capítulos a los sindicatos, que, ya decimos, son las abajofirmantes.

Pero, en el caso de Nagisa, lo que nos ha dado la puñalada trapera ha sido la brillante gestión pública del astillero operada durante los últimos años por Pequeños y Medianos Astilleros en Reconversión (PYMAR), del mismo modo que otro ente público -la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, la SEPI- nos ha hundido el astillero Juliana con su genial privatización a Factorías Vulcano.

Entiéndase bien: el Estado, lo público, no lo tenía fácil con Naval Gijón, pero, finalmente, lo ha dejado muerto. En cuanto a la SEPI, era todo lo contrario: vendió un astillero saneado y adecuado tecnológicamente y ahora mismo es un organismo en coma y sin reversión a la vista de la maldita privatización.

Por tanto, que se nos quite de delante el Estado, necio gestor del procomún. En cuanto a las administraciones hermanitas de la Administración central, que son el Principado y el Ayuntamiento, han sido cooperadoras necesarias de la catástrofe, por acción o por omisión. El Gobierno regional ha puesto mucho dinero en Nagisa en forma de avales, pero el colega PYMAR pudo con todo ello.

En cuanto a la omisión, ni una sola voz del Principado ni del Ayuntamiento trataron de meter a Juliana en Navantia, a diferencia de lo que sucedió con algún astillero andaluz.

Decíamos que nada queda ya de Nagisa, y pronto sucederá lo mismo con Juliana, que ni ha podido incorporar los excedentes laborales del primero.

Naval Gijón es «pulvis, cinis, nihil», polvo, ceniza, nada. Y lo peor de todo es que desaparece y nadie nos ha contado todavía cómo lograron hundirlo totalmente.

Eso sí que es impunidad.

Según lleemos en El Comercio:

�En Asturias no se convocan oposiciones para ser titular de Atención Primaria desde hace once años». Pablo Pérez Solís, uno de los facultativos que hacían sustituciones y que se ha declarado en rebeldía, ofreció ayer «una de las claves del conflicto» en 'La Lupa', el programa de Canal 10 dirigido por Juan Neira.
La falta de oportunidades para estabilizar su situación es lo que motiva que, entre el colectivo de 148 profesionales que realizan sustituciones de médicos titulares, «haya gente de 40, 50 e incluso de 60 años».
Por eso, a este portavoz de los eventuales le parece «absurdo» que Elena Arias les eche en cara que quieran estar en plantilla «como si fuera un pecado», cuando «ellos mismos están generando esa situación» y sostiene que la condición de eventual «siempre ha sido muy socorrida» para el Sespa: «Les interesa tener a un grupo de gente subcontratada que puedan movilizar a capricho de un sitio a otro de manera improvisada», comentó.
Por eso y aunque «plantarse ante un monstruo como el Sespa impone», reconoce el facultativo, Pablo Pérez Solís tiene claro que «si el Servicio de Salud del Principado tiene que recortar gastos, no puede hacerlo a costa de la contratación de eventuales, que nunca han sobrado en Asturias y que ya empiezan a firmar contratos en otras comunidades».

Esta mañana, cuando me levantaba para ir a trabajar, me he empezado a plantear si merece la pena que me este jugando el empleo por defender unos principios que en la mayoría de ocasiones, no entienden ni quienes son los y las defendidas directamente.
Esos y esas compañeras que ven muy bien, el que me enfrente cada día al supervisor, al gerente, a las encargadas y encargados de tiendas que reciben ordenes para impedirme a cualquier precio el desarrollo de mis funciones sindicales, pero que si tuviesen que responder con un mínimo de solidaridad para arroparme ante un ataque directo contra mi, la mayoría, como es natural antepondrían su miedo a las represalias antes que una defensa abierta por quien defiende con dignidad sus derechos laborales y personales.

Veo a mi hijo crecer y me planteo una y mil veces, si esto puede hipotecar su futuro ya que, se como las gastan el empresario y sus secuaces como los supervisores y seguidistas por intereses personales.
Este acoso diario, te va desgastando de tal forma que, te pasa factura psicologica con unos efectos secundarios prácticamente permanentes.
Notas un golpeo constante en el cerebro con una nota repetitiva que dice; "te la estas jugando, te la estas jugando".

Por suerte, sientes que merece la pena lo que estas haciendo cuando, acudes a un juicio por alguna compañera o compañero represaliado o despedida por el supervisor y, ves el agradecimiento que sienten hacia ti por la defensa que has realizado mas allá de tus funciones sindicales.

Y como no, por mi hijo, para que el día de mañana no tenga que trabajar con las mismas condiciones de precariedad, falta de respeto y acoso sindical y laboral que ha tenido que sufrir su madre.


Dedicado a todos y todas las Delegadas y, Representantes de los y las trabajadoras que, con gran dignidad defienden los Derechos Laborales en este mundo del trabajo tan hostil.


Vía Glayiu