El ayuno altera las puertas de la introspección y la percepción.
Y puedes comprobarlo.
No es coincidencia, ni es casualidad que las tradiciones que hablan de energía, usen el ayuno como vía.
Conscientes del potente efecto de ese estado alterado para break on through al otro lado.
Para conocerse y sanar.
Para escucharse y conectar.
"Que tu alimento sea tu medicina".
A Hipócrates, nada menos, se le atribuye.
Y por él perjuran quienes aun recetan.
Sí, la humanidad está enferma.
Y a esa enfermedad contribuyen, deliberadamente, la industria alimentaria y la farmacéutica.
Entre otras, claro.
Rentables negocios que publicitar para vender, otrora necesidades básicas que satisfacer para ser.
Cómo cambia el cuento.
He descubierto, en plan sincronicidad, Una Dulce Revolución.
El impresionante trabajo de Josep Pàmies.
Gracias.
Y su labor me ha servido para poner ciertos hábitos en perspectiva.
Para reencuadrar algunos conceptos y enriquecerlos.
Bueno, o eso creo.
No es casualidad ni coincidencia el enfermante consumo de azúcar, de carne, de lácteos... entre los adormecidos estómagos privilegiados.
Cebándonos así no tenemos energía para darnos cuenta de lo jodidys que estamos.
Ni falta que hace...¿verdad?
!Bastante tenemos ya!
Porque si nos diéramos cuenta, no podríamos seguir impúnemente llamándolo inconsciente.
Ni ser conscientes y seguir comprando en el supermercado.
Lo siento, no se puede.
Percatarse implica cambio.
Y ayunar te cambia al nivel más fundamental, al nivel bioquímico, metabólico, energético...
Es una herramienta muy poderosa y eficaz en esto de la salud y la conciencia y lo suyo es usarla con precaución y prudencia.
Con cuidado y con cariño.
Ahora, tú haz lo que quieras.
Allá cada cual con su conciencia.
Pero es tan fácil averiguar lo que te sienta bien a ti.
Tan sólo hace falta escucharse, no con las orejas, ni las palabras, sino con la atención y la consciencia.
Con la presencia.
Los límites y las maneras corresponde a cada cual descubrir y quizá, algún día, compartir.
Lo que tengo muy claro es que los desbarajustes ocasionados por el modo de vida domesticado son parcheados con fármacos, cronificando enfermedades, interfiriendo en la inherente curación de la vida mientras vive.
Y tenemos que pararlo.
A Paracelso atribuimos: "La naturaleza cura, el médico cuida".
Y enfermamos al cortar las raíces con nuestro vínculo ancestral.
Conozco demasiadas personas que viven sin saber que tienen el poder de sanarse.
Los médicos, las plantas, la comida... pueden ayudar y tambien pueden perjudicar.
Los seres humanos nos equivocamos y acertamos hagamos lo que hagamos.
Por eso, la responsabilidad sobre tu salud es tuya y tuya es la decisión y no de las autoridades sanitarias que silencian, recomiendan y prohíben para que no nos timen con cuentos (claro).
Pero para decidir cómo quieres curarte, primero debes saber qué alternativas tienes para curarte.
Y hay un mundo entero ahí dentro por cartografiar.
Me he dado cuenta, con ayuda, que el poder de sanarme se abre en mi interior cuando mi vibración no contradice los principios de la vida de la que formo parte.
Y a poco que observe la vida, me percato de sus ciclos.
De sus primaveras y sus inviernos.
De sus días y sus noches.
Y esas cositas que tanto me fascinan.
En esto de la alimentación, según la antidieta de los Diamond, hay tres ciclos básicos.
Ciclos lógicos de fácil comprobación:
Apropiacion.
Asimilación.
Eliminación.
La lógica y la razón se oponen a los hábitos y mentiras en los que he sido educada.
Principios que siguen publicitando.
Es lógico y racional darse cuenta que si como, cago.
Y si no conozco, ni respeto, mis ciclos biológicos, si la mayoría de la alimentación, de la mayoría de mis días, la forman alimentos concentrados, si no combino lo que me trago como toca segun mi actividad y la época de mi vida y del año, si nada de eso hago, es cuestión de tiempo que mi sistema pete.
O se sobrecarge tratando de compensar todos los desequilibrios que impone la tradición, la moda, el interés de turno.
Si necesito algo para comer y cagar, es que algo va mal.
Y me da igual que sean pastillas que all bran.
Curarse no es depender de algo para funcionar.
Curarse es equilibrarse.
Y eso sucede siempre en reflexivo.
Los malos hábitos y la mala calidad de los alimentos que ingerimos, donde prima la productividad y el beneficio sobre la salud y el equilibrio, donde hemos conseguido comercializar el producto sintetizado en laboratorio y prohibir la planta de la que se extrae el principio activo, donde las desigualdades y las injusticias con la comida hace tiempo que traspasaron el umbral de la cordura...
¿Hasta cuando?
No, en serio, ¿hasta cuando?
Tenemos las plantas y las plantas no tienen dueño.
Son de la naturaleza, y la naturaleza somos todas las especies.
Todo el ecosistema.
O lo éramos, claro.
He pasado mucho tiempo atrapada en la fase de digestion (comiendo aunque fuera a comer, incluso aunque acabara de comer) Y me doy cuenta que la costumbre de picar, energéticamente me agota.
Me obliga a estar siempre apropiando. Siempre en este lado. El único lado que según la medicina oficial existe.
Sin tiempo para asimilar, sin tiempo para eliminar lo que no me sirve antes de que se me pudra.
Identificaba como hambre las sensaciones en mis tripas, porque comía y momentáneamente se me pasaba.
Pero hambre no era.
Eran mis entrañas gritando mis bloqueos.
Mientras hago la digestion no me doy cuenta, porque mi energía "inconsciente" va a lo "importante" y deja el reequilibrar los traumas para luego, pero todo esta programado para que luego nunca llegue.
Para que no podamos activar el parasimpático "sin querer" aunque sea necesario y terapéutico.
Y muchísimo menos a voluntad.
Ayunar me purga.
Me limpia, me vuelve ligera
Me libera de la carga de nutrirme de mierda.
De cocinarla y fregarla.
Y consigo ir hacia dentro mas fácil.
Ahora comprendo por qué me refugiaba en la comida.
Y comprendo porqué los trastornos alimentarios están tan generalizados en estos criaderos de miserables y de miserias que llamamos primer mundo.
Y por lo visto, cada día mas.
Sin fondo.
Cada vez menos autorreguladas.
Menos libres, menos humanas.
No, no es azaroso ni aleatorio, ni es casualidad ni coincidencia que la humanidad civilizada siga enferma.
No solo cuenta el robo patriarcal y el trauma original.
El estado de carencia lo perpetuamos en cada respiración egóica y en cada digestión tóxica.
Y no no nos damos ni cuenta.
A veces parece que ni siquiera queramos darnos.
Hay demasiados intereses en juego para que así sea.
En pocos temas, la falta de equilibrio, de ética, la pérdida de los principios de la naturaleza y de la vida es tan patente como en aquello que hace ser al ser.
Lo que le nutre, lo que le cura, es más vital de lo que parece.
O mucho me equivoco, o la renuncia del pan, es tan revolucionaria como su conquista.
Por eso propongo la observación y la escucha, la experimentación y la investigación en uny mismy para desmontar las mentiras que nos enferman.